Había entrado al certamen a regañadientes, solamente para poder mostrarle al mundo lo bien que tocaba el piano, pero Bess Myerson, «la chica más linda desde la reina Ester», se convirtió en la primera, y hasta ahora única, Miss America judía, además de una reconocida activista política.
El comienzo del reinado de Bess ocurrió en una época trágica, muy poco después del final de la Segunda Guerra Mundial y mientras se acumulaban las noticias sobre las atrocidades cometidas durante el Holocausto.
Por eso, para la joven neoyorquina fue un desafío doble, uno de talento y de belleza pero también de orgullo por las raíces. Una actitud que, de todas maneras, fue recibida con una fuerte dosis de antisemitismo.
También le puede interesar: El músico judío que se hizo famoso con una canción que habla de Jesús
Nacida en el Bronx el 16 de julio de 1924, hija de Bella y Louis Myerson, dos inmigrantes judíos que habían llegado a Estados Unidos desde Rusia, Bess había crecido en el seno de una familia que apreciaba mucho más la educación que las oportunidades fortuitas que abre la belleza física.
Sin embargo, cuando tenía 21 años y se encaminaba a completar con honores sus estudios de música en el Hunter College, una universidad pública de la ciudad de Nueva York, la futura Miss America judía trabajaba ocasionalmente como modelo, gracias a su imponente y agraciada figura.
Fue precisamente un magnate del acero retirado y fotógrafo aficionado que la había contratado como modelo mientras estaba en la universidad, John C. Pape, quien presentó -sin que ella lo supiera- la aplicación para participar del certamen de Miss New York City.
Los padres de Bess eran inmigrantes judíos llegados desde Rusia que apostaban por una buena educación para su hija
Cuentan sus biógrafos que Bess se enojó mucho por el atrevimiento de Pape y se negó a tomar parte de concurso de belleza.
Pero su hermana, Sylvia, «la convenció de competir para poder mostrar sus pulidas habilidades de piano a un público más amplio», señaló un artículo de la revista Kveller.
«Sorprendentemente -añadió la nota de la publicación judía estadounidense-, Bess ganó el título de Miss Nueva York, lo que significaba que pasaría al concurso de Miss America».
En una época en la que el racismo institucionalizado estaba todavía muy arraigado en Estados Unidos, las reglas del concurso establecían que las participantes debían ser «de raza blanca».
I did not know a Jewish woman won the elusive Ms. America back in 1945. Bess Myerson is a strong influence to everyone who seeks justice and equality. During that time she has proven that woman empowerment is essential to the community. Well done @JewishMissAmer pic.twitter.com/zNNpDwte1p
— Utah Film Awards (@AwardsUtah) October 11, 2020
Técnicamente, en cierta medida y de manera debatible, la joven pianista estaba en condiciones de tomar parte del certamen.
Pero su condición de judía significaba que no era lo «suficientemente blanca» para algunos de los patrocinadores.
La «sugerencia» de que cambiara su nombre a «Beth Merrick» no funcionó
Incluso fue motivo para que varios de los miembros del jurado recibieran amenazas de muerte por la «audacia» de permitir a una judía competir con las bellezas «blancas» del país en el popular concurso.
Como resultado de esas presiones, los organizadores le «sugirieron» a Bess que cambiara su nombre a algo que «suene menos judío», como -por ejemplo- Beth Merrick, relata Victoria Lorrekovich-Miller en el artículo de Kveller.
Bess se negó frente a la «sugerencia» y mantuvo con orgullo su nombre, reflejo de su herencia judía.
Finalmente, y también de manera sorpresiva, como cuando ganó el certamen previo en el estado de Nueva York, la muchacha judía del Bronx se alzó con la corona de Miss America, un reinado que en esos años tenía mucha importancia.
Para seguir leyendo: El famoso músico de reggae que le canta a Jerusalén y a Rabin
Enseguida llegaron la consecuencias: tres de los cinco patrocinadores corporativos del concurso, incluidos Henry Ford y Catalina Sportswear, «se retiraron porque se negaron a que Bess representara sus productos o empresas como judía», apuntó Lorrekovich-Miller.
Myerson, añadió, «recibió cartas de odio y amenazas durante su gira como Miss America, y fue prohibida en algunos hoteles, restaurantes y clubes de campo, especialmente en el sur» de Estados Unidos.
Para la talentosa y bella Bess, el concurso, con sus costados positivos y negativos, terminó siendo una oportunidad y una inspiración: con el dinero que ganó al coronarse como reina se pagó los estudios de posgrado en Juilliard y en la Universidad de Columbia.
Miss America fue solo el comienzo de una vida de música, filantropía, política y un poco de escándalo
Cansada de los desplantes antisemitas, cortó el tour nacional de Miss America antes de tiempo y regresó a Nueva York para comenzar una gira de seis meses para la Liga Anti-Difamación de la B’nai B’rith.
Remembering Bess Myerson, the first (and only) Jewish Miss America (Pic: Alfred Eisenstaedt): http://t.co/GC9oJEHiG2 pic.twitter.com/EkqBEhYfPE
— LIFE (@LIFE) September 15, 2014
También le puede interesar: Recordando a Maurice El Médioni, el último gran músico judío argelino
Para seguir leyendo: Después de más de 40 años volvió a Jerusalén el gran John Irving, «judío honorario»
La Miss America de 1945 falleció el 14 de diciembre del 2014, a los 90 años, después de una vida extraordinaria y a veces controvertida, que incluyó desde comerciales televisivos a conciertos de piano, pasando por filantropía, actividad política y escándalo.
(En ese último renglón, Bess protagonizó un sonado caso que incluyó un presunto amante y unos contratos millonarios concedidos mientras era una alta funcionaria municipal).
Myerson, apuntó el New York Times en su obituario, fue parte del selecto grupo de figuras estadounidenses que transformaron su estatura de celebridad pop en posiciones en la esfera pública.
Dirigió dos agencias municipales de la ciudad de Nueva York (Asuntos Culturales y del Consumidor), asesoró a tres presidentes (Lyndon B. Johnson, Gerald Ford y Jimmy Carter), defendió causas sociales y apoyó poderosas carreras políticas, como la Ed Koch.
Mientras transitaba matrimonios fallidos, recuperó millones de dólares para consumidores defraudados desde su cargo en la municipalidad, tuvo su propio programa de televisión y trabajó junto a Jacqueline Onassis para evitar la demolición de la estación Grand Central.
Nada mal para la joven que la comunidad hebrea de Nueva York conocía como «la más linda desde la reina Ester» y que se convirtió en la Miss America judía.