Investigadores del Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea de Jerusalén y de la Oakland University, de Estados Unidos, lograron armar un rompecabezas de datos históricos y visuales para describir de una manera casi definitiva el arma letal de los asirios: la rampa de asedio
Es que, si bien en la actualidad el poder aéreo y los explosivos ayudan a ganar guerras, entre los siglos IX y VII antes de la era cristiana todo giraba alrededor de la rampa de asedio.
Se trataba de una estructura elevada sobre la cual se arrastraban verdaderas torres de destrucción hasta las murallas de la ciudad sitiada, y desde donde los soldados asirios podían causar estragos entre sus enemigos.
El poderío militar de los asirios fue advertido incluso por el profeta Isaías
Construida en Israel, la rampa de asedio asiria que se utilizó para someter a la ciudad de Laquis -la segunda en importancia del Reino de Judá- es el único ejemplo físico sobreviviente de la destreza militar de este imperio en todo el Cercano Oriente.
Ahora, por primera vez, un equipo de arqueólogos reconstruyó cómo el ejército asirio pudo haber construido la rampa y la utilizó para conquistar la ciudad.
El equipo, dirigido por el profesor Yosef Garfinkel y la doctora Madeleine Mumcuoglu, de la Universidad Hebrea, y los profesores Jon W. Carroll y Michael Pytlik de la Universidad de Oakland, se basó en una gran cantidad de fuentes para proporcionar esta imagen completa.
Entre la gran cantidad de datos se incluyeron textos bíblicos (de los libros de Reyes, Crónicas e Isaías), iconografía (relieves en piedra que representan escenas de batalla asirias) e inscripciones, excavaciones arqueológicas y fotografías tomadas por drones actuales.
El estudio del equipo encabezado por Garfinkel, cuyos resultados fueron publicados en la revista especializada Oxford Journal of Archaeology, reconstruye el complejo armado de la enorme rampa con la que las tropas del rey Senaquerib abatieron Laquis en el 701 antes de la era cristiana.
Existían varios puntos de vista contradictorios sobre cómo se logró la formidable tarea de construir la rampa.
El propio rey Senaquerib fue a Laquis para supervisar la destrucción de la segunda ciudad más importante del Reino de Judá
Pero ahora, afirman desde la universidad israelí, el método empleado por los investigadores, incluido el análisis de fotografías aéreas y la creación de un mapa digital detallado del paisaje relevante, «produjo un modelo práctico que da cuenta de toda la información disponible sobre esa batalla».
Primero, un poco de historia: los asirios tenían un ejército poderoso y bien equipado que, a principios del siglo VIII antes de la era cristiana sofocó rápidamente la creciente rebelión en el Levante meridional.
En el 721 conquistaron el Reino de Israel, y veinte años después el ejército asirio atacó el Reino de Judá, asedió su ciudad más importante, Jerusalén, y lanzó un asalto directo a su segunda ciudad principal, Laquis.
El propio rey Senaquerib fue a Laquis para supervisar su destrucción, que comenzó, precisamente, con su ejército construyendo la rampa para llegar a los muros de la ciudad en la cima de la colina.
Según Garfinkel, la evidencia en el sitio señala que la rampa estaba hecha de rocas de alrededor de 6,5 kilogramos cada una.
Un problema importante al que se enfrentó el ejército asirio fue el suministro de esa rocas, ya que necesitaban alrededor de tres millones de piedras para construir la rampa.
Trabajando con mano de obra forzada, se movieron 160.000 piedras por día
¿De dónde vienen estas piedras? Los expertos israelíes y estadounidenses afirman que la recolección de piedras de los campos alrededor del lugar del asedio requería mucho tiempo y retrasaría la construcción.
Una mejor solución, apuntaron, era extraer las piedras lo más cerca posible del extremo más alejado de la rampa.
«En Laquis, de hecho, hay un acantilado expuesto del lecho rocoso local», exactamente en el punto donde los asirios lo precisaban, dijo Garfinkel.
La investigación sugiere que la construcción se inició a unos 80 metros de las murallas de la ciudad, cerca de donde se podrían extraer las piedras necesarias para la rampa.
También señala que las rocas habrían sido transportadas a lo largo de cadenas humanas, pasadas de hombre a hombre a mano. Con cuatro de esas cadenas trabajando en paralelo durante las 24 horas, Garfinkel calculó que se movían alrededor de 160.000 piedras cada día.
El tiempo era la principal preocupación del ejército asirio, por lo que cientos de personas trabajaron día y noche cargando piedras, posiblemente en dos turnos de doce horas cada uno.
Era mano de obra probablemente proporcionada por prisioneros de guerra y trabajos forzados de la población local, explica el reporte universitario.
La investigación estableció que «los asirios eran muy eficientes»
Los prisioneros eran protegidos por enormes escudos colocados en el extremo norte de la rampa, que «avanzaban hacia la ciudad unos metros cada día», describió el académico israelí.
Después de apenas veinticinco días, la rampa -que tenía la forma de una cuña triangular gigante- habría llegado a las murallas de la ciudad.
«Este modelo asume que los asirios eran muy eficientes, de lo contrario, habría tardado meses en completarse», precisó Garfinkel.
Una vez que la rampa llegó a las murallas, los defensores de Laquis ya no podían hacer nada más que lanzar piedras o disparar flechas contra los invasores, con poca suerte. Luego, los arietes asirios hicieron el último esfuerzo antes de la caída de la ciudad de Judá.
Los expertos indicaron que el ariete estaba suspendido dentro de la máquina de asedio con cadenas de metal, ya que las cuerdas comunes se desgastarían rápidamente. De hecho, se encontró una cadena de hierro en la parte superior de la rampa en Laquis.
El resto, es historia: los relatos de la época señalan que la ciudad fue saqueada y cientos de personas ejecutadas por los asirios.