Dos jóvenes arqueólogos aficionados que participaban de una excavación veraniega de la Autoridad de Antigüedades de Israel hallaron un jarro de barro que contenía en su interior… 424 monedas de oro puro, acuñadas hace alrededor de 1.100 años
Es común que los jóvenes israelíes realicen distintas actividades con organizaciones nacionales antes de entrar al servicio militar, lo que se conoce como Shnat Sherut. En este caso, los dos jóvenes, de 18 años, decidieron pasar el verano excavando en sitios arqueológicos junto a expertos de la Autoridad de Antigüedades.
Pero lo que parecía ser simplemente la posibilidad de pasar algunas semanas divertidas e interesantes al aire libre se convirtió en un suceso para el mundo arqueológico: las monedas son muy raras, y pertenecen a la época del califato Abasida, una dinastía musulmana durante lo que se conoce como la Edad de Oro del Islam.
El califato se alzó en el poder, gobernando Persia y el norte de África desde su capital en Bagdad, después de desplazar a la dinastía Omeya.
«Cavé en el suelo y, cuando barrí, vi lo que parecían hojas muy delgadas», relató uno de los jóvenes, Oz Cohen. «Cuando miré de nuevo, vi que eran monedas de oro -agregó-. Fue realmente emocionante encontrar un tesoro tan especial y antiguo«.
Según el doctor Robert Kool, un experto numismático de la Autoridad, se trata de una de las más antiguas colecciones de monedas de este período (fines del siglo IX) encontradas en el país.
Las monedas, de oro de 24 kilates y que en total pesan 845 gramos, se hallaban en perfecto estado, «como si hubieran sido escondidas ayer», señalaron los arqueólogos. La mayoría estaban completas, pero algunas habían sido cortadas en piezas más pequeñas, una manera común en aquella época de producir cambio.
Quienquiera que haya sido la persona que enterró las monedas hace unos 1.100 años «debe haberlo hecho con intenciones de volver a buscarlas», e incluso acomodó la jarra con unos clavos para que no se moviera, contaron los directores de la excavación, Liat Nadav-Ziv y el doctor Eli Hadad.
«Solamente podemos especular sobre las razones que hicieron que nunca volviera a recoger su tesoro», añadieron.
Según Nadav-Ziv y Hadad, «encontrar monedas de oro, y en especial en cantidades tan considerables, es extremadamente raro«.
«Nosotros casi nunca encontramos» monedas de este tipo en las excavaciones arqueológicas, «porque el oro casi siempre se consideró muy valioso, se fundía y se reusaba de generación en generación», añadieron.
Los expertos agregaron que las monedas se encontraban en perfecto estado porque fueron acuñadas en una calidad de oro que no se oxida en el aire y su hallazgo podría indicar que los pobladores de la zona practicaban el comercio internacional con localidades remotas.
No se dio a conocer la ubicación de estas excavaciones arqueológicas, porque las autoridades temen que el hallazgo pueda tentar a aventureros dispuestos a saquear las ruinas.
Para darse una idea del valor de las monedas, Nadav-Ziv explicó que por cada una de ellas se podían obtener mil monedas de bronce. Aunque es complicado hacer cuentas precisas, la experta estimó que con una de esas monedas de oro se podía comprar en aquella época «un animal de granja grande, como podría ser una vaca o un caballo».
¿Y con todo el contenido del jarro? «Posiblemente se podía comprar una gran casa o una mansión en ese periodo», completó la arqueóloga.