La rutina de la madre de familia no era para Annie Cohen Kopchovsky: en 1894 dejó a su esposo y a sus tres hijos en Boston y -aparentemente a causa de una apuesta- salió a dar la vuelta al mundo en bicicleta.
En esta época de abundantes historias de mujeres empoderadas que están rompiendo el «techo de cristal» que a menudo se les impone en el mundo del trabajo, el deporte y la ciencia, la historia de Annie es inspiradora.
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Nacida en 1870 en un pueblito cerca de Riga, en Letonia, Annie emigró de pequeña junto a su familia a Estados Unidos, adonde se instalaron en el West End de Boston.
Su vida parecía estar encaminada de acuerdo a lo que se esperaba de una jovencita judía en aquellos años: cuando era todavía adolescente, se casó con un vecino ortodoxo de Boston, Max Kopchovsky, y salió a trabajar, como vendedora de anuncios para diarios de la ciudad.
Fue precisamente en una jornada de trabajo que conoció a Albert Augustus Pope, un veterano de la Guerra Civil que estaba dedicado a pleno al naciente negocio de las bicicletas.
En poco más de 450 días, la joven Cohen Kopchovsky se convirtió en la primera mujer en dar la vuelta al mundo en bicicleta
Durante su conversación con el empresario, conocido como «coronel Pope», Annie se enteró de la epopeya de Thomas Stevens un británico que fue el primero en completar la vuelta al mundo en bicicleta, arrancando en abril de 1884 y completando el trayecto en diciembre de 1886.
El «coronel» Pope le contó también la idea que lo mantenía despierto: ¿se atrevería una mujer a emular la gesta de Stevens? La respuesta de Annie fue: «sí», ella estaba lista para ser la primera mujer en dar la vuelta al mundo en bicicleta.
Cuenta la leyenda que, además del gusto por la aventura, a Annie la impulsó también una apuesta de 20.000 dólares (una cifra muy importante en aquellos tiempos) que puso en su contra un grupo de empresarios locales, aunque se sospecha que se trató en realidad de un truco publicitario.
De cualquier manera, a sus 24 años de edad, Annie se consiguió un patrocinio de 100 dólares de parte de la Londonderry Lithia, una empresa que era famosa por su agua embotellada, y una pesada bicicleta Columbia del negocio de Pope.
Como parte de su acuerdo con la empresa de agua, la joven madre ortodoxa se cambió el nombre a Annie Londonderry, lo que de pasó le sirvió para esquivar los efectos del antisemitismo vigente en la época.
Después de los preparativos, la ciclista comenzó su periplo el 27 de junio de 1894 a las once de la mañana de Boston vistiendo una larga falda larga y corsé, llevando consigo una muda de ropa y… una pistola con mango de perla.
«No hay forma de medir el impacto de su aventura en la lucha por la igualdad de las mujeres»
Con semejante vestimenta y pedaleando sin parar arriba de su pesado vehículo, Cohen Kopchovsky/Londonderry llegó a Chicago exhausta y con pocas ganas de seguir adelante, en especial porque ya había llegado el invierno.
Por suerte, un representante de la compañía local Sterling Cycle Works le ofreció una nueva bicicleta, diseñada para varones y sin frenos, pero varios kilogramos más liviana, a cambio de hacerle publicidad a la marca.
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Así fue que la joven madre judía recuperó los bríos, retomó su vuelta al mundo, y el resto es historia: Annie partió hacia Nueva York, de allí tomó un vapor hacia Europa y desde París pedaleó hasta Marsella y luego apuntó a Alejandría, en Egipto.
El trayecto la llevó también a lugares como Singapur, Hong Kong y Yokohama, desde donde salió para San Francisco a bordo de otro buque para San Francisco. Una vez de regreso en Estados Unidos, siguió su camino por California, Arizona y Nuevo México.
Se sabe que, además de los barcos, Annie se subió también a varios trenes para ir completando su recorrido, pero nada de eso pareció importarle a las miles de personas que seguían sus aventuras en diarios y revistas.
«Annie desoyó todas las normas victorianas del decoro femenino»
Annie llegó de regresó a Chicago dos semanas antes de lo estipulado en la apuesta, el 12 de setiembre de 1985, y volvió a casa en Boston el 24 de ese mismo mes, 454 días después de haber partido.
Con el proyecto de la vuelta al mundo en bicicleta cumplido, Annie cobró 10.000 dólares de premio que le sirvieron para impulsarse como mujer empresaria dedicada a la publicidad, los relatos de aventuras y las conferencias.
Fue una verdadera «celebrity» de su época, también una pionera en ese terreno.
«Annie desoyó todas las nociones victorianas del decoro femenino» cuando aceptó la apuesta, afirma la presentación del website dedicado a su proeza. «No solo abandonó, temporalmente, su papel de esposa y madre, sino que durante la mayor parte del viaje montó una bicicleta de varón, vestida con un traje de montar de varón», destacó.
«No hay forma de medir el impacto de su aventura en la lucha más amplia por la igualdad de las mujeres», o de «saber a cuántas mujeres inspiró o empoderó», escribió su biógrafo, Peter Zheutlin.
La decisión de la joven madre ortodoxa fue «radical», afirmó su biógrafo
Sobrino bisnieto de la ciclista, Zheutin publicó en el 2007 el libro «Around the World on Two Wheels», donde puso en perspectiva el tamaño de la vida y las aventuras de Annie, incluyendo la vuelta al mundo en bicicleta.
Además, el escritor exploró el contexto judío de Annie, cuya elección fue «radical» en medio de una comunidad ortodoxa, afirmó en una entrevista con la publicación estadounidense Kveller.
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«Sospecho que Annie no era una judía religiosa, pero se definía culturalmente como judía», y que «su familia probablemente no celebró cómo ella desafió» las normas de conducta de aquel tiempo, agregó.
Annie falleció en 1947, cuando su popularidad se había desvanecido por completo pero después de una vida extraordinaria, cuyos detalles fueron, por suerte, rescatados a tiempo.