Cada vez que se recuerda un aniversario del conflicto bélico que en 1967 enfrentó a Israel con una coalición formada por Egipto, Siria, Jordania e Irak salta a la memoria una de las fotos de guerra más famosas de la historia.
La Guerra de los Seis Días -que concluyó con una asombrosa victoria para el país apenas nacido en 1948- dejó atrás incontables imágenes, entre las que se destaca la foto que tomó el recordado artista David Rubinger a un pequeño grupo de paracaidistas israelíes tras recuperar la zona vieja de Jerusalén.
Rubinger, quien nació en Viena en 1924 y falleció en Jerusalén en el 2017, a los 92 años, ya era un reconocido y talentoso fotógrafo cuando salió a acompañar a las tropas de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) al estallar la guerra, el 5 de junio de 1967.
El reportero gráfico se encontraba en la península del Sinaí, uno de los principales frentes de batalla, cuando escuchó que «algo importante» iba a pasar en Jerusalén. Así fue que se subió a un helicóptero que llevaba heridos a Beer Sheva y, desde allí, partió en su automóvil.
Después de una breve visita a su familia, Rubinger (que trabajaba nada menos que para el conglomerado Time-Life en aquel momento) salió el 7 de junio en dirección a la parte vieja de Jerusalén, que -a esa altura- ya había sido recuperada por las FDI.
Rubinger «fotografió desde abajo porque la guerra aún continuaba» y había que mantener la cabeza gacha para esquivar los disparos
Cuando llegó, el fotógrafo se enfrentó con una enorme marea de emoción: la zona vieja de Jerusalén, incluyendo el Muro de los Lamentos, había estado vedada a los judíos durante décadas.
Y la ciudad, capital del pueblo de Israel desde la antigüedad, se volvía a unificar después de dos mil años.
Pero no fue solamente emoción lo que cubría a los soldados del Batallón 66 de la Brigada de Paracaidistas de las FDI: las escaramuzas con las tropas jornadas continuaban y había que estar atento a los disparos, agachados y tratando de proteger las cabezas.
Esa es la principal razón del ángulo de la famosa foto que Rubinger tomó de los paracaidistas Zion Karasenti, Yitzhak Yifat y Haim Oshri frente al Kotel.
Rememorando sus años como corresponsal del Boston Globe en Israel y su amistad con Rubinger, el periodista Charles Sennott escribió que el fotógrafo le contó que, mientras todavía sonaban los disparos, «los soldados estaban abrumados por la enormidad y el simbolismo del momento».
Es que «los judíos habían retomado el control de su lugar más sagrado por primera vez en dos milenios», continuó el periodista estadounidense. «Ellos lloraron y también Rubinger, se sentía como un milagro», añadió.
Rubinger le contó a Sennott que «fotografió la imagen desde abajo porque la guerra aún continuaba» y había que mantener la cabeza lo más lejos posible de los disparos.
«También dijo que quería acercarse lo más posible y que trató de enmarcar los rostros de los paracaidistas israelíes contra las antiguas piedras del muro mientras miraban hacia arriba», señaló el ex corresponsal en Israel.
«Liberar el Kotel fue algo asombroso, pero nunca celebramos. ¿Qué había para celebrar? Habíamos perdido a muchos de nuestros amigos»
Los historiadores israelíes señalan, por su parte, que los paracaidistas habían entrado a la zona del Muro a través de la vieja Puerta Mugrabi y caminaron entre las viejas casas construidas a muy pocos metros del Kotel.
Al llegar al Kotel, los soldados escucharon una voz que prácticamente les ordenó: «Por favor, deténganse», recordaría años después el propio Yifat.
Era la voz del reportero gráfico, quien estaba a punto de atrapar la imagen que le cambió la vida, de crear una de las fotos de guerra más famosas de la historia.
Los paracaidistas, por su lado, tenían buenas razones para sus rostros cansados, ya que venían de largas horas de duro combate para lograr reconquistar Jerusalén.
«Liberar el Kotel fue algo asombroso», diría Yifat muchos años después. «Pero nunca celebramos. ¿Qué había para celebrar? Habíamos perdido a muchos de nuestros amigos» en combate, agregó el paracaidista.
Pocos minutos después de que Rubinger retratara a Karasenti, Yifat y Oshri, al lugar frente al Kotel (pasaría todavía un tiempo antes de que se construyera la actual plaza frente al Muro) llegó Shlomo Goren, el fundador del Rabinato militar de Israel, con un shofar y una Torá.
Rubinger tomó unas fotos del rabino, pensando que esas iban a ser las elegidas para difundir como parte de su acuerdo con las FDI para cubrir la guerra.
Sin embargo, cuenta la leyenda que su esposa, Anni, le sugirió: «la foto de los tres soldados es mejor». Evidentemente, Anni tuvo razón.