Médicos de una organización israelí lograron salvar la vida de un niño palestino de 2 años con una grave afección cardíaca, y debieron cuidarlo como una familia durante más de dos meses ya que sus padres quedaron en Ramallah a causa del aislamiento por el coronavirus
Hamza Ali Mohammed, quien nació con una cardiopatía congénita potencialmente mortal y tuvo su primera cirugía cuando era un bebé, fue sometido a otra intervención el 24 de febrero en el Hospital Wolfson, en Holon, en la periferia de Tel Aviv.
El pequeño fue operado por médicos voluntarios de Save a Child’s Heart, una organización israelí que ya salvó la vida de decenas de niños de todo el mundo.

La recuperación de Hamza fue muy complicada. Para peor, después de la intervención, los padres habían viajado a Ramallah para asistir a sus hermanos y no pudieron regresar a Israel ya que la frontera con Cisjordania fue cerrada a causa de la cuarentena establecida por los efectos del COVID-19.
«Intentamos extubar a Hamza varias veces después de su cirugía, pero tuvo dificultades para respirar solo«, contó la doctora Racheli Sion Sarid, médica senior en la unidad de terapia intensiva pediátrica del Wolfson.
«Tuvimos que conectarlo a una máquina ECMO (oxigenación por membrana extracorpórea) y así se lo mantuvo con vida durante algunas semanas«, añadió la médica israelí.
Hamza estuvo muy cerca de la muerte varias veces. En algunos momentos, los médicos incluso pensaban que el pequeño no lograría sobrevivir, «pero cada vez, de alguna manera», el pequeño se recuperaba y «se sentía como una especie de milagro», confesó Sarid.
Como los padres del niño habían quedado varados en Cisjordania, «todo el equipo de la unidad de Cardiología Pediátrica se convirtió en su familia», dijo por su lado el médico residente Ahmed Amer.
«Las enfermeras hicieron turnos para sostenerlo en sus brazos y jugar con Hamza, no lo dejamos solo ni por un minuto«, añadió Amer, quien habla árabe y fue el encargado de comunicarse todos los días por teléfono con la familia en Ramallah.
El doctor Amer explicó que «un niño de su edad y en su condición necesita ser abrazado y amado para recuperarse y fortalecerse, y eso es exactamente lo que hicimos».
A medida que la condición de Hamza mejoró, el niño pudo comunicarse con sus padres a través de videollamadas. «Las primeras veces que los vio en video comenzó a llorar y nos tomó mucho tiempo calmarlo», contó Amer.

Después de algunas semanas, en medio de la cuarentena por el coronavirus, la salud de Hamza registró una sorprendente mejoría y el pequeño comenzó a caminar, jugar y reir, recordaron los médicos.
Finalmente, la semana pasada se organizó el traslado. El jueves último, Hamza se subió a una van junto a un pequeño equipo médico y viajó hasta la frontera con Cisjordania, adonde pudo -en medio de alegría y llanto- reunirse con sus ansiosos padres.
Esta es «una historia sobre un equipo médico que luchó incansablemente por la vida de un niño gravemente enfermo, la historia de un niño valiente que sobrevivió contra viento y marea, y una historia de personas, de seres humanos, que se ayudan entre sí independientemente de su origen y religión«, resumió la doctora Sarid.