Así lo revelan algunas cartas escritas por la famosa agente, cuyos textos aparecen en un nuevo libro sobre sus aventuras, «The Life and Times of Shula Cohen in Beirut: Mossad Super Spy»
Shulamit Cohen había nacido en 1917 en Buenos Aires, pero emigró a la entonces Palestina bajo mandato británico junto a su familia cuando tenía apenas siete años de edad.
Los Cohen se instalaron en Jerusalén, y allí Shula conoció a un empresario libanés judío con quien se caso después de cumplir 16 años. Ambos se mudaron a Beirut, donde la joven argentina-palestina rápidamente se convirtió en una de las líderes de la comunidad judía local.
La espía, nacida en Buenos Aires, ayudó a salvar las vidas de cientos de judíos que escaparon de países árabes
Esa posición, y la buena situación económica de su marido, le permitieron a Shula hacer amistad con influyentes funcionarios civiles y militares libaneses, una serie de relaciones que le servirían cuando decidió ponerse a trabajar para la causa sionista.
En efecto, Shula se convirtió en un motor de ayuda para los judíos que querían inmigrar a Israel, y utilizó el territorio libanés para facilitarlo desde 1947, cuando las autoridades inglesas que controlaban Palestina hacían todo lo posible para evitarlo.
Su trabajo se hizo todavía más vital después de 1948, cuando se creó el estado de Israel y en muchos países árabes comenzaron a estallar pogroms y persecuciones contra sus poblaciones judías.
Bajo el seudónimo La Perla, Shula organizó el paso de cientos de judíos desde Irak, Siria y El Líbano hasta Metula, en el norte del territorio israelí. También despachó barcos hacia Haifa y algunos grupos viajaron en vuelos de Lufthansa a Estambul y desde allí a Tel Aviv.
Pero Cohen también se destacó por proveer a las Fuerzas de Defensa de Israel información vital sobre las capacidades militares libanesas y sirias.
Sus heroicas acciones tuvieron un final dramático en 1961, cuando alguien la traicionó y fue arrestada. Sin juicio, la encarcelaron acusada de traición, fue torturada por los agentes de seguridad libaneses y condenada a muerte, aunque luego se le conmutó la pena por cadena perpetua.
«No sentí que estuviera traicionando al Líbano que tanto amaba, nunca tuve tal intención», escribió Cohen
Por fortuna, Shula entró en un canje de prisioneros después de la Guerra de los Seis Días y regresó a Israel en 1967. Luego logró hacer escapar a su familia a través de Chipre y vivió el resto de sus días en Israel, hasta su fallecimiento en mayo del 2017, a los cien años.
En las cartas difundidas por las autoras del nuevo libro, Anna Cordoba y Shoshanna Rozenstein, Shula expresa de manera amarga su sentimiento de culpa, pidiendo a sus amigos libaneses que no la consideren una traidora.
«No sentí que estuviera traicionando al Líbano que tanto amaba, nunca tuve tal intención», se lee en el mensaje de Shula. «Mis hijos nacieron en El Líbano, era su país y su mayor alegría», aseguró.
Según la recordada espía, «muchos de los que nos vimos obligados a dejar El Líbano no queríamos irnos, y nuestros amigos y vecinos estaban llorando cuando nos vieron partir«.
Shulamit aseguró en la carta que tenía «la conciencia tranquila sobre lo que estaba haciendo», porque actuó «solamente para salvar vidas».
«He servido a una noble causa humana», continuó Cohen, quien dijo haberse sentido «obligada a espiar a los palestinos y las actividades del ejército libanés y sus movimientos de tropas» porque ellos estaban listos para «lanzar una guerra contra el pueblo judío».
Shula «siempre mencionaba a la Argentina con mucho amor»
En cuanto a las personas que ayudó a escapar hacia Israel, Shula aseguró que lo hizo porque se trataba de rescatar a familias judías que eran «masacradas en los países árabes, y sus posesiones y hogares quemados y destruidos».
Sobre su relación con Argentina, uno de sus hijos, Itzjak Levanon, nacido en Beirut y quien sería más adelante embajador de Israel en Egipto, contó que su madre «no tenía muchos recuerdos» de Buenos Aires.
De todas maneras, prosiguió en una entrevista con el diario argentino Infobae, el ex diplomático señaló que Shulamit «siempre mencionaba» al país sudamericano «con mucho amor».
Además, «cada tanto nos contaba las peripecias de su viaje desde Argentina junto a su padre, de las dos semanas en alta mar, las tormentas y el miedo» por las altas olas del Atlántico, apuntó Levanon, quien también ocupó cargos en las embajadas de Israel en Estados Unidos, Venezuela y Colombia.
Precisamente, durante el tiempo que pasó destacado en América del Sur, el hijo de Shula pudo «visitar Argentina y ver adonde había vivido» su madre, quien le había contado que su abuelo fue «una figura muy respetada en la comunidad judía» de Buenos Aires.