El éxito de la misión Odysseus, la sonda que llegó hasta nuestro único satélite natural el 22 de febrero del 2024, reactivó numerosas dudas sobre cómo se puede desarrollar la vida humana cuando comience una muy posible colonización del espacio, incluso algunas cuestiones religiosas: por ejemplo, ¿qué pasaría si un astronauta judío muere en la Luna?
La alusión a este tema no es caprichosa: un predecesor de Odysseus, la sonda lunar Peregrine, llevaba a bordo restos cremados de cerca de setenta personas (y de un perro) para darles un «entierro espacial».
El Peregrine despegó desde la Tierra el 8 de enero del 2024 en medio de varias fuertes controversias éticas y religiosas, incluyendo objeciones al transporte de las cenizas.
Las críticas más intensas llegaron desde los voceros del pueblo indígena norteamericano de los Navajo. La Luna, dijo el presidente de esa nación, Buu Nygren, «ocupa un lugar sagrado en la cosmología navajo».
Nygren subrayó que la idea de transformarla «en un lugar de descanso para restos humanos es profundamente perturbadora e inaceptable para nuestro pueblo y muchas otras naciones tribales».
Un costoso «entierro espacial»
De todas maneras, estos «entierros espaciales» no se llevaron a cabo. El Peregrine sufrió una pérdida de material propulsor poco después de separarse del cohete Vulcan que lo había puesto en dirección a la Luna. La nave quedó seis días en órbita y al entrar de regreso a la atmósfera de la Tierra se calcinó por completo, incluyendo toda su carga.
Pero la polémica ya quedó instalada. Para empezar, la producción y gestión del Peregrine estuvo a cargo de una empresa privada, Astrobotic Technology (lo mismo ocurrió con la Odysseus, desarrollado por Intuitive Machines), y ni la NASA ni el gobierno estadounidense tienen mucho poder sobre lo que se lleva a bordo de las sondas lunares.
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The placement of human remains on the moon is a profound desecration of this celestial body revered by our people. This act disregards past agreements and promises of respect and consultation between NASA and the Navajo, notably following the Lunar Prospector mission in 1998. pic.twitter.com/hhMyLEYmb4
— Navajo Nation President Buu Nygren (@BuuVanNygren) January 5, 2024
Se trata, como viene ocurriendo desde hace ya varios años con la exploración espacial, de un negocio. Por ejemplo, los familiares de las personas cuyos restos fueron cremados y puestos en la Peregrine pagaron cerca de 13.000 dólares por cada «entierro espacial».
La propia agencia espacial estadounidense le pagó 108 millones de dólares a la empresa que desarrolló la Peregrine para que transportara en la sonda los equipos para llevar a cabo seis experimentos científicos.
«Agua lunar» para una bebida
Astrobotic también facturó con los «entierros espaciales» y con una compañía que despachó en la Peregrine una lata de su bebida deportiva en polvo… para que los futuros astronautas puedan mezclarla con «agua lunar».
Volviendo al problema de los restos humanos en la Luna, en medio de la controversia con los Navajo dos expertos en asuntos religiosos compartieron un análisis sobre los futuros problemas que se activarán en ese frente.
«Los rituales de muerte en las religiones del mundo fueron moldeados por milenios de tradición y práctica», recordaron los profesores Joanne Pierce y Mathew Schmalz, del College of the Holy Cross, una universidad privada estadounidense católica con base en Worcester, Massachusetts.
Si bien las cenizas no llegaron a destino, su presencia en la sonda «planteó algunas cuestiones religiosas importantes: las creencias sobre la naturaleza contaminante del cadáver, la aceptabilidad de la cremación y el carácter sagrado de la Luna varían según las tradiciones», señalaron Pierce y Schmalz.
Rituales milenarios y estrictos
Para los judíos, por ejemplo, los rituales funerarios son muy estrictos y en general son respetados por una gran mayoría de las personas que profesan la religión hebrea.
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Como se sabe, los judíos acostumbran enterrar a sus muertos lo antes posible. En el supuesto caso del astronauta judío o el futuro colono que esté trabajando en una empresa en la Luna: ¿la superficie de nuestro satélite cuenta como ‘tierra’?
¿Y quien recitará las plegarias tradicionales del entierro? ¿Quien cumplirá con el solemne ritual de lavar el cuerpo de la persona fallecida? ¿Habrá cementerios judíos disponibles en la Luna?
Para los musulmanes, por su parte, la cremación está estrictamente prohibida. El Islam dicta que, después de la muerte, el difunto debe ser lavado ritualmente, envuelto en mortajas y llevado para entierro en un cementerio lo antes posible.
Pierce y Schmalz recordaron que en el 2007, cuando el primer astronauta islámico de Malasia se preparaba para despegar, la agencia espacial de la nación del sudeste asiático «publicó directivas religiosas sobre los rituales de entierro de los musulmanes en el espacio».
Esas directivas decían que si no era posible traer el cuerpo de regreso, entonces debía ser «enterrado» en el espacio después de una breve ceremonia. «Y si no hubiera agua disponible para los rituales ceremoniales, entonces se debería barrer ‘polvo santo’ sobre la cara y las manos ‘incluso si no hay polvo’ en la estación espacial».
Por ahora, en la Luna no hay leyes
Aunque todavía parezcan cuestiones de ciencia ficción, estos temas son más urgentes que nunca. De hecho, las sondas Peregrine y Odysseus son parte del proceso para volver a llevar seres humanos a la Luna y, desde allí, en algún momento, quizás a Marte.
El programa de la NASA se llama Artemis: la primera misión, sin tripulantes, se llevó a cabo en el 2022, la segunda, ya con un equipo humano a bordo, está en agenda para el 2025. Y la Artemis 3, se espera, llevará astronautas hasta la Luna en el 2026.
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Curiosamente, una de las candidatas a formar parte de la misión Artemis 3 y convertirse en la primera mujer en alunizar en nuestro satélite, es una astronauta estadounidense hija de un israelí, Jessica Meir.
Las misiones del programa Artemis acercarán todavía más el futuro espacial de la humanidad. En un largo reportaje publicado en el website Space.com, la investigadora Monisha Ravisetti apuntó que, al menos por ahora, en la Luna no hay leyes.
«Con el éxito de Odysseus, ahora sabemos que tanto las agencias espaciales como las no espaciales pueden comenzar a poblar la Luna con varias cosas que deseen enviar allí», reseñó.
«A medida que se acelera la privatización del espacio, el laberinto ético y legal se profundiza» fuera de nuestro planeta, escribió por su parte la profesora Carol Oliver, de la University of New South Wales, en Sydney, Australia.
Cuestiones inexploradas en el espacio
Oliver opinó que «no se puede dar marcha atrás en el tiempo» y desactivar las empresas espaciales privadas como Astrobotic y sus «entierros» en la Luna, «ni deberíamos hacerlo».
Sin embargo, la fallida misión del Peregrine, con sus cargamentos de dudosa utilidad «ejemplifica las cuestiones inexploradas en la infraestructura legal y ética para respaldar las actividades comerciales» en el espacio.
Este es un buen momento, completó la académica, para «detenerse a pensar» en el mundo del futuro, con su «minería de asteroides y la eventual colonización del espacio». O pensar cómo hacer, una vez más, para conciliar la religión y la ciencia.