Así lo recuerda un libro que publicó una editorial británica, titulado «Babka, Boulou, & Blintzes: Jewish Chocolate Recipes from around the World» y que propone una breve historia de la expansión del chocolate y trae, además, varias recetas de cocina judía con el cacao como elemento central
El autor del libro, Michael Leventhal, cuenta que el origen de «Babka, Boulou, & Blintzes» se remonta a dos momentos recientes de su vida: haber sido padre por primera vez y visitar la ciudad francesa de Bayonne, la «capital nacional» del chocolate.
Cinco años atrás, cuando le llegó la paternidad, Leventhal comenzó a escribir libros para niños con temáticas judías.
Luego del viaje a Bayonne y de conocer el rol que los fabricantes hebreos jugaron en el desarrollo de la industria francesa del chocolate, el resultado fue natural: un libro para niños sobre la historia del cacao.
Pero el libro tomó vuelo propio y terminó siendo el volumen que se publica en estos días, con la historia de los mágicos granos de la planta americana y las recetas judías de alrededor del mundo que van desde un sencillo cacao caliente español a un sofisticado chili de chocolate.
Volviendo a los archivos y las historias, el autor señala que el hombre que conectó a Europa con América -y quien abrió las puertas para el controvertido «descubrimiento» y posterior «conquista» del continente- tenía posiblemente orígenes judíos.
No fue sino hasta el cuarto viaje de Colón a las Américas que los viajeros europeos conocieron el cacao
En efecto, algunos investigadores, incluyendo al famoso «cazador» de nazis Simon Wiesenthal, aseguran que Cristóbal Colón era un cripto-judío, que incluso se habría lanzado al mar para encontrar un lugar seguro para los hebreos que eran perseguidos en Europa.
Leventhal apunta en su libro que no fue sino hasta el cuarto viaje de Colón a las Américas, en 1502, que los viajeros fueron introducidos a los granos de cacao, más precisamente en la isla de Guanaja, en lo que hoy es Honduras.
Si en verdad Colón era de ascendencia hebrea, ese encuentro en Guanaja marcó «el momento en que comenzó la participación de los judíos en la historia del comercio del chocolate«, señala el escritor.
En todo caso, sí es sabido que muchos mercaderes judíos participaron de los comienzos del negocio del chocolate en Europa, una vez que los habitantes del viejo continente descubrieron la forma de disfrutar de ese placer culinario.
Por ejemplo, se lee en «Babka, Boulou, & Blintzes», muchos comerciantes judíos que escaparon de la península ibérica tras el establecimiento de la Inquisición escaparon a Francia, y algunos de ellos se instalaron en Bayonne.
Existen «documentos que muestran que al menos sesenta familias de conversos judíos vivían en el distrito de Saint-Esprit» de Bayonne a comienzos del siglo XVII, dice Leventhal en referencia a uno de los principales centros comerciales de la ciudad francesa en aquella época.
El chocolate que producían esas familias «se hizo extremadamente popular» a pesar de los grandes obstáculos que se imponían a los comerciantes judíos, a quienes se obligaba -por ejemplo- a salir de los límites de la ciudad cada día al llegar la noche, arrastrando con ellos sus bolsas de granos de cacao.
¿Era realmente judío el creador de la Sachertorte?
Finalmente, en 1720, las autoridades de Bayonne dictaron una serie de leyes que, directamente, prohibió a los judíos producir chocolate en fábricas de la ciudad.
Eso no impidió que, por esos años, pasteleros judíos de Francia llevaran a cabo -según afirma Leventhal- una gran revolución para la industria del cacao: el relleno de chocolate para tortas.
Avanzando unas cuantas décadas, el libro destaca a otro «prócer» de esta industria, el pastelero judío vienés Franz Sacher, a quien la leyenda atribuye la creación de la Sachertorte, o torta Sacher, una de las más famosas del mundo.
El autor, sin embargo, «destruye» en su libro parte de esa leyenda: afirma que no hay «evidencia concreta» de que Sacher fuera judío y apunta que la torta no fue desarrollada en Viena en 1832 sino en Pressburg, hoy Bratislava, la capital de Eslovaquia.
Finalmente, en «Babka, Boulou, & Blintzes» se habla también de Eliyahu Fromenchenko, el judío ruso residente en Letonia que emigró a Tierra Santa en 1933 ante el avance del nazismo en Europa y del comunismo en Rusia.
Fromenchenko, recuerda el libro, «se llevó consigo algunos de los equipos de su fábrica de chocolate y dulces y fundó la icónica compañía israelí Elite», que terminó convirtiéndose en el gigante Strauss Group, productor de varios de los productos más populares en los supermercados del país.