La relación entre el judaísmo y la astrología es muy controvertida: no se hace referencia a los signos astrales en la Torá pero existe un zodíaco hebreo. Por ello, estas semanas de Piscis, o peces (daguim), son una buena oportunidad para aprender lecciones de vida de estos seres acuáticos
Así que dejaremos la polémica sobre la astrología (que se remonta a los tiempos del Talmud babilónico) para otra oportunidad y nos concentraremos en los peces que, según los que creen en la influencia de las constelaciones, «marcan» a los nacidos en Adar.
Para el rabino Yehuda Ceitlin, de la sede de Jabad Lubavitch en Tucson, en el estado norteamericano de Arizona, son siete las lecciones que podemos aprender de los peces, comenzando por el hecho de que, con la excepción de las anguilas, ninguno de ellos puede nadar hacia atrás.
Lección 1: como los peces que no nadan para atrás, nuestra mirada debe estar fijada en el presente y el futuro
Los recuerdos pueden darnos fundamentos y «ayudarnos a tomar decisiones, pero nuestra mirada debe estar fijada firmemente en el presente, con el objetivo de dar forma al futuro«, afirma Ceitlin.
La segunda de estas lecciones de vida nos muestra que cada uno tiene su propio ritmo, y hay que respetarlo. «Mientras que el pez vela puede moverse a casi 70 millas por hora, el caballito de mar enano solo cubre unos cinco pies en ese mismo tiempo», describe el rabino.
El ritmo del simpático hipocampo «es tan lento que apenas se puede detectar que se está moviendo». De la misma manera, «aunque nuestro ritmo sea lento, no significa que no estemos progresando», agrega.
Otra enseñanza desde los ríos y los mares: los peces no duermen como lo hacemos los humanos, siempre están alertas. Cuando hemos trabajado en nuestras carreras «y sentimos que hemos alcanzado un nivel de éxito -advierte el religioso de Tucson-, es fácil bajar la guardia».
Citando a Hillel el Viejo, Ceitlin recomendó no confiar en uno mismo «hasta el día de la muerte». La complacencia, apuntó, «puede llevarnos a retroceder y perder mucho de lo que hemos ganado».
Lección 2: «aunque nuestro ritmo sea lento, no significa que no estemos progresando»
Tener dientes grandes no garantiza comer más, indica otro punto para aprender. En ese sentido, basta ver al «pez de colmillos largos» (Anoplogaster cornuta), una impresionante especie abisal con dientes enormes que, sin embargo, muchas veces dejan escapar a las presas más pequeñas.
El rabino dice que «ser particularmente astuto o combativo puede ser una ventaja en algunos casos, pero tener dientes demasiado afilados podría volverse en nuestra contra, o al menos dejarnos limitados por nuestra incapacidad para mantener las conexiones sociales».
La quinta enseñanza proviene de los peces ángel enanos (Centropyge ferrugata), que nacen hembras. Con el tiempo, una se volverá anatómicamente masculino y asumirá el liderazgo del grupo.
Más allá de cuestiones de género, hay una lección: siempre es posible «transformarse» para encarar situaciones complejas. «Cuando nos enfrentamos a un desafío que requiere que demos un paso al frente, cada uno de nosotros tiene el potencial de convertirse en esa guía«, apunta Ceitlin.
El rabino nos propone además no ser «un pez fuera del agua», en especial si tenemos en cuenta que ellos necesitan cuerpos líquidos ricos en oxígeno para sobrevivir.
«Una vez le preguntaron al Rabi Akiva por qué seguía estudiando la Torá en un momento en que los romanos lo prohibían», cuenta en la sexta lección. Y el líder respondió que, «como el agua es para un pez, así es la Torá para el judío».
Lección 7: por más que nos alejemos de nuestra identidad, «siempre podemos regresar a nuestras raíces»
Las enseñanzas de Dios «no solo brindan dirección y propósito, sino también el secreto de la supervivencia judía», aseguró.
Finalmente, una enseñanza del noble salmón, que viaja cientos de kilómetros y pasa años lejos de sus lugares de reproducción. «Y, sin embargo -destaca Ceitlin-, cuando llega el momento, encuentran el camino de regreso al mismo lecho del río en el que fueron engendrados».
Por más que nos alejemos de nuestra verdadera identidad, concluye la clase inspirada por los peces y sus lecciones de vida, «siempre podemos regresar a nuestras raíces».