Es por ello que, mientras todavía se discute cuál es el «platillo nacional» del país, algunos chefs, restaurantes y hasta antropólogos lideran en Israel un regreso gastronómico a las raíces de las sagradas escrituras y sus épocas
En el centro de esta tendencia se encuentra una conocida «arqueóloga» de la alimentación, Tova Dickstein, una de las encargadas de la reserva natural Neot Kedumim.
Ubicada entre Tel Aviv y Jerusalén, la reserva reproduce precisamente un ambiente bíblico, incluyendo árboles de cedro y recreaciones de prensas antiguas de vino y aceitunas.

Allí, Dickstein desarrolló un «experimento bíblico» de la alimentación, cultivando diversos ingredientes de las comidas milenarias de la zona y ofreciendo unos talleres de «cocina antigua» a los visitantes.
Tiempos en los que «raramente se comía carne»
El menú en la época bíblica, explicó la experta en una entrevista con el periódico israelí Calcalist, «se basaba principalmente en cereales, principalmente trigo, cebada y trigo sarraceno (o alforfón), procesados y cocidos en papilla o horneados en pan».
Otro importante cereal, el arroz, «llegó recién a esta región durante el período del Segundo Templo», tiempo en que los israelitas «rara vez comían carne», agregó.

Los animales eran en general elementos muy preciados -y caros- en las granjas de la antigüedad y las cabras, por ejemplo, eran apreciadas más que nada por brindar leche, otro de los elementos claves de la gastronomía local, junto al vino y frutas como las granadas.
Dentro de este «revival» de la comida milenaria, algunos cocineros israelíes rescataron el Frikeh, o Carmel, en hebreo antiguo, un alimento de cereal hecho con trigo duro verde que se asa y se frota para que obtenga su sabor particular.
Según explican los expertos del Museo de las Tierras Bíblicas, de Jerusalén, los agricultores del mundo antiguo descubrieron que, si la sequía destruía la cosecha, podían depender del trigo verde para que les proporcionara sustento de emergencia.
La receta más aceptada del Frikeh incluye varios vegetales, como ajo, cebolla, cilantro y el agregado «moderno» del tomate (un fruto que no era de la región), que se agregan al trigo duro verde para completar el nutritivo platillo.
Por supuesto que no puede faltar el pan, y aquí también hay un claro y distintivo aporte de la Biblia. Se trata del Pan de Ezequiel, el profeta hebreo a quien la voz divina le indicó: «Llévate también trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y espelta, y ponlos en un recipiente, y hazles pan».
Granadas, dátiles… y cerveza
Este pan es ahora una de las estrellas en los comercios contemporáneos de comida orgánica ya que, al estar elaborado con diferentes tipos de granos y leguminosas, es considerado uno de los más saludables.
Cuando ya esté puesta la mesa con el Frikeh, el queso, la manteca, el aceite de oliva, el Pan de Ezequiel, las verduras frescas, frutas -incluyendo granadas y dátiles- y los condimentos, todo se puede acompañar con agua, vino… o cerveza.
Al parecer, según indican las excavaciones arqueológicas, la cerveza era parte importante de la dieta de los antiguos habitantes de la región.
Y, en el 2019, investigadores israelíes lograron «resucitar» levadura de jarras antiguas y «recrear» una cerveza de tiempos bíblicos.