Una empresa israelí se asoció a una multinacional de Suiza para desarrollar un chicle, saborizado con extractos vegetales naturales, que frena el tan común antojo de golosinas azucaradas de los niños
La firma israelí, Sweet Victory, fundada por dos jóvenes amigas, una psicóloga y una nutricionista, ya había lanzado a principios de este año una goma de mascar dirigida al mercado de los adultos y con el mismo objetivo: controlar el deseo imparable de comer cosas dulces.
Desarrollar un chicle para niños, sin embargo, representaba un desafío todavía más complicado.
Por eso, Sweet Victory se asoció con Givaudan, una de las empresas más grandes del mundo de la industria de los sabores y las fragancias.
El diseño de la versión infantil del producto israelí «resultó ser un proceso enorme», reconocieron desde Ramat Yishai, en el norte de Israel, a mitad de camino entre Haifa y Nazaret, donde tiene su sede Sweet Victory.
Los expertos de la compañía israelí y de la multinacional suiza trabajaron durante «meses» para «crear un producto totalmente nuevo con una dosis adaptada y segura para los niños» del ingrediente activo del producto original, la Gymenma Silvestre.
Esta hierba tradicional se ha utilizado durante más de 2000 años en la medicina ayurvédica. Y ahora recibió un «toque moderno» para pasar a formar parte de una goma de mascar con sabor tutti-frutti, clasificado como «uno de los tres sabores dulces favoritos entre los niños de todo el mundo».
A través de su particular tecnología, dijeron los responsables de Sweet Victory, se logró la creación de «un chicle funcional y sin azúcar que a los niños les encanta masticar».
La start-up ya realizó ensayos para estimar el impacto de este innovador chicle con niños en Israel, Estados Unidos y Francia.
Crear una versión atractiva para el paladar de los niños fue «un verdadero desafío»
Los resultados -informaron- demostraron que los niños disfrutaban el chicle pero no querían comer dulces después de masticarlos debido al cambio en sus receptores.
Esto se debe a que la Gymnema sylvestre, una planta trepadora, leñosa y de hoja perenne nativa de Asia y comúnmente conocida por su nombre hindi, gurmar, cuenta con moléculas bioactivas similares a la de glucosa.
Esas moléculas «satisfacen» a los receptores en las papilas gustativas y evitan su activación por el azúcar presente en los alimentos, «frenando así el «antojo de golosinas».
Las virtudes de Sweet Victory ya habían sido comprobadas oportunamente, pero el «mayor desafío» era desarrollar el chicle para niños «con un sabor afrutado y audaz, que supere el amargor de la hierba», explicó Shimrit Lev, una de las fundadoras de Sweet Victoria junto a Gitit Lahav.
«En el chicle diseñado para adultos usamos menta fuerte, pero para el producto para niños tuvimos que pensar en otras soluciones«, añadió Lev.
Se trata de un producto atractivo para los niños que, además de bloquear el sabor dulce y convertirse en un sustituto legítimo de golosinas azucaradas, «simplemente es delicioso», aseguró Gitit.
«Dejar el ‘hábito’ del azúcar es una verdadera lucha», admitió una de las fundadoras de la empresa israelí
Lahav contó que, frente a este desafío, decidieron «recurrir a Givaudan para que nos ayudaran». Desde su posición de «expertos en sabor», los técnicos de la empresa suiza y sus tecnologías avanzadas pudieron «refinar» la idea y desarrollar «un producto sabroso pero altamente efectivo».
Se trata, principalmente, de un dulce «que puede cambiar el comportamiento alimentario y ayudar a los padres a controlar el consumo diario de azúcar de sus hijos», apuntó Shimrit.
Al presentar su nuevo producto, las empresarias israelíes compartieron los hallazgos de un reciente estudio presentado ante el Congreso Europeo sobre Obesidad realizado este año en Maastricht, en los Países Bajos.
Durante la investigación incluyó a 2.336 niños del Reino Unido, se pidió a los padres que completaran reportes diarios de alimentación de sus hijos cuando tenían apenas veintiún meses y nuevamente cuando tenían siete años.
Según los resultados del experimento, al menos el 80 por ciento de los niños de siete años excedieron el límite recomendado del 10 por ciento de las calorías diarias de azúcares libres.
«Dejar el ‘hábito’ del azúcar es una verdadera lucha para la mayoría de nosotros», dijo Lev. «Como mamá de dos hijos, tengo que tomar el control de sus dietas, especialmente en lo que respecta a la ingesta de azúcar», añadió.
«A los niños -concluyó Lev- les encantan los dulces, las comidas azucaradas y los refrescos, pero en exceso pueden ser un peligro para la salud».