Poco después de que el ex presidente estadounidense Donald Trump fuera herido en su oreja por una bala durante un acto de campaña en Butler, en Pennsylvania, la policía federal, el FBI, lanzó una investigación inmediata sobre el francotirador: y recurrió a la tecnología israelí.
El 13 de julio del 2024, Thomas Matthew Crooks, un joven de 20 años de Bethel Park, también en Pennsylvania, intentó asesinar con un rifle, y desde el techo de un cobertizo, al ex presidente Trump, quien pocos días después fue confirmado como candidato republicano para las elecciones de noviembre.
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Crooks se había emplazado fuera del perímetro de seguridad del mitin y su acción provocó sorpresa entre las fuerzas de seguridad por algunos segundos, hasta que un francotirador del Servicio Secreto de Estados Unidos eliminó al agresor, cuya identidad se difundió algunas horas después.
El cuerpo del joven norteamericano fue hallado en la azotea adonde se había instalado para disparar contra Trump y una investigación ya estaba en marcha para conocer su pasado y sus motivos. Uno de los elementos clave fue su teléfono celular.
Un primer intento para desbloquear el aparato se llevó a cabo en oficinas de las fuerzas federales en Pittsburgh, siempre en Pennsylvania. Al parecer, los equipos disponibles no alcanzaron para sacar información del nuevo modelo de celular la marca Samsung que usaba Crooks.
Así fue que el teléfono tuvo que ser trasladado hasta otro laboratorio del FBI, esta vez en Quantico, en Virginia, donde se encuentran varias importantes oficinas y la academia de la policía federal.
Una ayudita de la tecnología israelí
Según reportó el Washington Post, los técnicos del FBI aplicaron sistemas de tecnología desarrollada por una compañía israelí, Cellebrite, con base en Petaj Tikva, en los alrededores de Tel Aviv, y conocida a nivel mundial por sus equipos para investigaciones digitales.
El diario de la capital norteamericana señaló que el teléfono móvil de Crooks era un modelo relativamente nuevo con un software al que se podría haber tardado «horas, semanas o incluso meses» en acceder.
Aunque en el aparato del francotirador no había pruebas ni pistas sobre su acción ni sus motivos, Cellebrite permitió a los agentes federales estadounidenses penetrar el teléfono en apenas cuarenta minutos.
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No por nada el lema de la empresa israelí es «Acelere la justicia con Cellebrite».
En su sitio de internet explican que la plataforma «ayuda a los equipos de investigación de los sectores público y privado a cerrar casos de forma más rápida, inteligente y defendible que nunca».
Es que, además de la velocidad de acceso, Cellebrite asegura que su sistema permite a los investigadores recuperar información y pruebas de manera compatible con las exigencias de la justicia para que sean admisibles en juzgados y tribunales.
La empresa, fundada en 1999 por Yuval Aflalo, Yaron Baratz y Avi Yablonka, cotiza en la bolsa de papeles tecnológicos Nasdaq en Nueva York y, según las más recientes estimaciones, tiene una valuación de 2.500 millones de dólares.
En el 2019, cuando Cellebrite abandonaba el bajo perfil y empezaba a hacerse conocida, un reporte de la prensa israelí aseguró que la tecnología de la empresa -basada en ciberseguridad e inteligencia artificial- había ayudado a resolver 2,5 millones de casos criminales en todo el mundo en solo un año.
Antecedentes de alto impacto
El primer caso famoso en Estados Unidos fue la masacre de San Bernardino de diciembre del 2015, cuando una pareja de terroristas de origen paquistaní mató a catorce personas.

Durante la investigación, la policía federal le pidió a Apple que desbloqueara el iPhone de uno de los asesinos, pero la compañía se negó argumentando razones de privacidad.
Sin embargo, el FBI tenía una alternativa, con tecnología israelí: el sistema Inseyets de Cellebrite, con el que penetró fácilmente el mecanismo de bloqueo del teléfono celular.
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Todas las investigaciones exitosas y la alta dosis de publicidad que le brindó el caso del intento de asesinato del ex presidente Trump están impulsando el crecimiento de la firma israelí en el mercado estadounidense.
Citando registros de contratos federales, el portal Fed Scoop afirmó que Cellebrite adquirió «una cantidad cada vez mayor de trabajo con agencias estadounidenses durante la última década».
La empresa de Petaj Tikva «ya tiene una serie de contratos con agencias federales», señaló el reporte. «El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas ha tenido varios contratos con la empresa, incluidos equipos y licencias forenses», agregó.
Por otro lado, «el Servicio Secreto también compró tecnología a la empresa, al igual que el Departamento de Defensa». Según Fed Scoop, «otras agencias que parecen haber comprado tecnología de Cellebrite incluyen el Departamento de Estado y el Departamento del Interior«.