Hace unas siete décadas, el paisaje israelí mostraba más que nada escenarios áridos y polvorientos, en especial en el sur del país
Hoy, miles de visitantes se asombran frente a las gigantescas «manchas verdes» que marcan al desierto del Negev, desde donde provienen soluciones no solamente al problema de la falta de agua, sino también en el frente de la energía.
En el centro de esa revolución se encuentra el grupo de casas de altos estudios conocido como los Institutos Jacob Blaustein para la Investigación del Desierto (BIDR, por su sigla en inglés), que forma parte de la Universidad Ben Gurión, que tiene su base en la ciudad de Beer Sheva y es uno de los máximos símbolos del desarrollo de la región del Negev.
Los centros universitarios del BIDR se establecieron en 1974 en la localidad de Sde-Boqer, conocida por haber sido elegida por el histórico primer ministro David Ben Gurión como el lugar para su retiro.
«Nuestra diversa investigación multidisciplinaria y actividades de enseñanza avanzada se llevan a cabo en los laboratorios y otras instalaciones en el campus de Sde-Boqer, así como en estaciones de investigación y sitios de estudios de campo a lo largo de todo el Negev«, explica el director de los institutos, el profesor Noam Weisbrod.
El investigador señala que los desiertos y otras tierras secas «constituyen más del 40 por ciento de la superficie terrestre mundial», y que los cambios ambientales mundiales, como el calentamiento global y una mayor desertificación de las tierras secas, «amenazan a 1.300 millones de personas en más de 100 países».
Según Weisbrod, «el objetivo de los BIDR es llevar adelante las investigaciones sobre el ambiente del desierto que sean necesarias para promover usos sostenibles del desierto del Negev y otras tierras secas en todo el mundo».
Los BIDR fueron recientemente objeto de un reportaje en video del canal de YouTube del ministerio de Exteriores israelí, durante el cual se destacó, por ejemplo, el trabajo de los institutos en el frente de la agricultura.
Durante el reportaje, el profesor Naftali Latzarovich, del French Associates Institute for Agriculture and Biotechnology of Drylands, contó que, en ese centro de investigaciones, «estudiamos los mecanismos a través de los cuales las plantas sobreviven en estas zonas» desérticas.
A partir de esos estudios, indicó, «recopilamos conocimiento y lo trasladamos a los agricultores en diferentes zonas del país», para que aprovechen las mejores tecnologías disponibles para hacer crecer las especies vegetales que mejor se puedan adaptar a ese tipo de clima y tierras.
Del Negev salieron también importantes avances en el terreno de la desalinización de aguas.
En ese sentido, el doctor Edo Bar-Zeev, del Instituto Zuckerberg para la Investigación del Agua, recordó que alrededor del 80 por ciento del agua que toman los israelíes proviene del mar.
«Nuestra tecnología ya se aplica en países como Estados Unidos y Australia y en numerosas naciones de Africa y Europa», remarcó.
Finalmente, el reportaje muestra el avance de la recientemente inaugurada planta de energía solar de Ashalim, en el corazón del Negev, capaz de proveer energía a unas 120.000 viviendas del sur del país.
«El desierto es un lugar increíble», afirma el reportaje, según el cual el desierto puede ser un lugar clave para «enfrentar desafíos juntos», aprendiendo a generar «más cosas con menos recursos».