El mercado israelí está «inundado» de autos eléctricos producidos por fábricas de China que buscan desesperadamente territorios «amigables» donde desembarcar sus vehículos, castigados por duras tarifas en Europa y América del Norte.
Así lo señaló un reporte del diario Globes, que presentó a Israel como uno de esos «mercados amigables» para los autos eléctricos de China.
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Todo comenzó con una guerra comercial que estalló después de que China exportara a todo el mundo nada menos que cinco millones de vehículos durante el 2023.
Se trató, recordó el informe del diario israelí, de un «salto de dos dígitos en las exportaciones chinas» que «tomó desprevenidas a las industrias y economías automotrices occidentales».
«Pero, en el 2024, se implementaron medidas iniciales de bloqueo» desde las economías más desarrolladas, señaló Globes en referencia a las tarifas que ya llegaron desde Europa y que se vienen desde Estados Unidos y Canadá.
A principios de julio de este año, la Comisión Europea anunció la conclusión de una investigación anti-subsidios y la imposición de tarifas de hasta el 38 por ciento sobre la importación de autos eléctricos fabricados en China.
El estudio, dijeron desde la Comisión, mostró que «la cadena de valor de los vehículos eléctricos de batería en China se beneficia de subvenciones injustas, lo que supone una amenaza de daño económico para los productores de dichos vehículos de la Unión Europea».
Un duro aumento arancelario también desde EEUU
La movida europea, que se impuso por un periodo de nueve meses que probablemente se extenderá, está en sintonía con la posición de Estados Unidos, que ya en mayo de este año había anunciado un dramático aumento de las tarifas sobre los vehículos eléctricos de Pekín.
En aquella oportunidad, la oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos (conocida como USTR, por su sigla en inglés) informó que las nuevas tarifas entrarán en efecto el 27 de setiembre del 2024.
Los nuevos aranceles serán del cien por ciento sobre los vehículos eléctricos chinos, del 50 por ciento sobre los paneles solares y del 25 por ciento sobre el acero, el aluminio y ciertos minerales clave.
Frente a estas poderosas barreras, sumada a la difícil situación que la invasión de Ucrania le produjo a la economía de Rusia, uno de los más grandes importadores de autos de su vecino, se creó una enorme acumulación de autos eléctricos en China.
Las fábricas del gigante asiático están ahora a la búsqueda de «nuevos destinos amigables» para sus vehículos, y uno de ellos es Israel», dijo Globes en su reporte.
Aunque es un mercado pequeño, con una media de 270.000 vehículos vendidos al año, Israel es «para los chinos un lugar ideal para descargar stocks», añadió el informe.
Avalancha china en cuatro ruedas
Así es que, según los datos del periódico, se espera que la mayoría de los 50.000 coches nuevos que lleguen a Israel para finales de este año sean Made in China.
La «inundación de vehículos» ya se está produciendo, señaló Globes, impulsada, entre otras cosas, por «la fuerte presión que ejercen los fabricantes chinos sobre sus importadores israelíes directos para que aumenten los pedidos».
Los fabricantes asiáticos reclaman a sus socios isralíes que «importen inmediatamente miles de automóviles» producidos de acuerdo a los estándares europeos.
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Algunos stocks, concluyó el diario, «se ofrecen a los importadores a precios reducidos, siempre que se comprometan a encargar cantidades sustanciales» de los autos eléctricos chinos, y también vehículos convencionales e híbridos.
En todo caso, este flujo comercial no marcha en paralelo con la situación política: los lazos diplomáticos entre Israel y China se enfriaron desde el ataque de Hamas del 7/10, a causa de la posición pro-palestina y crítica de Jerusalén que vienen mostrando las autoridades de Pekín.