Esta es la historia de una audaz chocolatera israelí enamorada de este manjar, que conoció el sentido del cacao en México y revolucionó el mercado en el país
La emprendedora Ika Cohen logró algo que parecía ajeno al mundo de la gastronomía local: que se hable del «chocolate israelí» como un producto capaz de conquistar el mundo
Es que, obviamente, en Israel había y hay chocolates, y muy buenos, pero en general industriales y poco atrevidos.
Hasta que surgió con fuerza la figura de esta chocolatera que está revolucionando los paladares locales y es objeto de entrevistas y reseñas en medios de varios países.
«Todos hablan del chocolate israelí», tituló por ejemplo un medio alemán. «La mejor chocolatera de Israel hace bombones dignos de los franceses, en sabores que son puramente israelíes«, afirmó por su lado la revista online estadounidense Tablet Magazine.
«Los productos de la chocolatera ‘boutique’ israelí Ika Cohen son conocidos por sus sabores inusuales que incluyen el aceite de oliva, la sal del Mar Muerto, la albahaca y el za’atar, una hierba originaria del Medio Oriente», dijo por su lado el periódico económico Calcalist, que habló también de las intenciones de la empresaria de conquistar Japón con sus creaciones.

En esas entrevistas, Cohen compartió sus ideas y ambiciones sobre el chocolate, y también recuerda el momento en que decidió que tenía que conocer los orígenes del alimento que produce todos los días. Y, por eso, viajó a México…
«El chocolate entró en mi vida cuando era muy pequeña -le contó Cohen a IsraelEconómico-, mi mamá solía despertarme con una taza de chocolate, y me lo tomaba con los ojos cerrados».
No siempre era su madre quien le alcanzaba la taza de chocolate humeante. «Ella le había enseñado a mi padre cómo prepararme el desayuno, pero cuando lo hacía él no me gustaba tanto como cuando lo hacía mi mamá -relató la chocolatera-. Así fue que aprendí qué tan importante es la mano que prepara el chocolate. Siempre preferí el de mi madre».
Para Cohen, «es importante la mano que prepara el chocolate»
Cohen se encontraba en Australia, cursando estudios para alcanzar su segundo grado en Ciencias Marinas, cuando se dio cuenta de su verdadera vocación. «Pensé que a lo mejor debía seguir mi pasión, volver a casa y dedicarme a fabricar chocolates», recordó.
«Cuando volví a Israel empecé por hacerlo en casa, y después de un tiempo me fui a estudiar a París», adonde aprendió las claves de su oficio con maestros como Jacques Genins y Michel Chaudun. Tras regresar de París, Cohen abrió Ika Chocolate, hace cuatro años en Tel Aviv.
Pero fue mientras llevaba adelante la pasantía con Chaudun que, durante una conversación, una colega francesa le propuso: «vayamos a México, adonde los mayas y los aztecas empezaron con la historia del chocolate».
– Le hizo caso a su colega y se fue a México…
– Sí. Y allí aprendí no solamente sobre el chocolate, sino que aprendí sobre la vida. En México el chocolate tiene un fuerte componente feminista. Preparar el chocolate desde los granos representa un trabajo duro, físicamente duro. y es sorprendente ver como las mujeres manejan el proceso, cómo lo realizan sin necesidad de los varones. Es una tarea muy feminista.
– ¿Qué más descubrió durante su viaje?
– También descubrí que el chocolate es una cuestión de los sabores con los que uno creció. Yo vengo de una cultura occidental, en la que consumimos chocolate más dulce.
En México, «vimos a las mujeres haciendo su magia con los granos de cacao»
Recuerdo la sorpresa cuando una vez en México, en la casa de una mujer de Oaxaca que procesaba granos de cacao -los molía y preparaba la sustancia a la que agregaban agua para beberlo-, su hijo me sirvió chocolate para tomar. No lo pude hacer, porque era desagradable para mi paladar occidentalizado.

Entonces quise darle al niño algo de lo que a mí me parecía sabroso, para que entendiera qué era lo que me gustaba. Le ofrecí unos M&M, los probó y los tiró con la misma sorpresa con la que yo tomé su chocolate.
– Evidentemente fue toda una experiencia para usted ese viaje a México
– Sí, lo fue. Fuimos, vimos a las mujeres haciendo su magia con los granos de cacao, fue maravilloso, aprendí muchísimo, vi por primera vez el fruto del cacao, lo probé directamente del árbol, con chile y sal. Aprendí sobre los orígenes de mi profesión, fue la primera vez que vi todo
– ¿Cuáles son sus planes para el futuro?
– Expandirme, llegar a otras ciudades en el mundo. Y aprender, seguir aprendiendo.
Ika Chocolate se encuentra desde hace ocho años en Yad Harutzim 11, en Tel Aviv. Sus productos han recibido numerosos premios internacionales y no debería sorprender ver pronto un local de la creadora israelí en Tokio, adonde viajó recientemente para participar del prestigioso Salon du Chocolat. Para más información: www.ikachocolate.com