En el país donde se desarrollan alternativas de «carne sin carne«, «huevo sin huevo» y hasta «miel sin abejas«, otra tendencia sigue creciendo, la del pescado cultivado, que en Israel no necesita barcos que salgan al mar ni estanques de crianza, solamente un laboratorio.
Debido a la gran demanda, señalan desde la startup israelí Sea2Cell, muchas especies de peces están en peligro de extinción. Por eso, afirman, existe una gran «oportunidad de negocio y «una posibilidad real de salvar nuestros océanos y generar un impacto en el medio ambiente».
La startup utiliza tecnología avanzada para cultivar células de peces en un ambiente controlado dentro de grandes tanques especializados conocidos como biorreactores.
A través de sus innovadores dispositivos, la tecnología de la empresa permite que las células de pescado se dividan a un ritmo rápido, adecuado para uso industrial. La startup, señalan sus responsables, es capaz de «producir productos pesqueros sin pescar ningún pez».
«Una de las claves para hacer rentable el pescado cultivado es reducir el alto costo de los factores de crecimiento», explicó la doctora Orna Harel, cofundadora y CEO de la empresa, entrevistada por NoCamels.
Sea2Cell ya había sido incluida en un reporte del diario económico Globes de enero del 2022 sobre el prometedor futuro del sector del «pescado sin pescado» en Israel.
Salvar aunque sea un atún
El periódico recordó que, mientras que desde hace muchos años se producen células madre de mamíferos, se desarrollan «muy pocas» de peces como para lanzar este negocio a niveles industriales.
Esta empresa emergente, que tiene su base en Kiryat Shmona, en el norte del país, diseñó una capacidad de producción masiva de células madre, «que puede transferirse mediante concesiones para que otras empresas fabriquen los productos», destacó Globes.
El objetivo de los ingenieros y científicos de Sea2Cell, es el atún azul. «Incluso si impidiéramos que muera un atún, habremos logrado algo», le dijo al diario económico la profesora Berta Sivan, otra de las fundadoras.
Sivan llegó al sector de alternativas al pescado procedente de la propia industria pesquera. Como profesora de biología en la Facultad de Agricultura de la Universidad Hebrea de Jerusalén, la investigadora creó una empresa para acelerar el proceso de piscicultura.
Estuvo involucrada en otro proyecto, en África, para promover la piscicultura de carpas en estanques, «pero ella cree que los peces silvestres deberían ser dejados en paz», señaló el perfil de la empresa.
Entrevistada por Globes, Sivan remarcó que los peces «son los únicos animales que todavía cazamos y cultivamos: salimos en barcos al mar y a los océanos y estamos creando una catástrofe».
Pescado sin pescado y salmón hecho de plantas
La investigadora recordó que en el Mediterráneo desapareció el 90 por ciento de los peces y que «la situación no es muy alentadora» en los océanos.
«Incluso aquellos que se ganan la vida con la pesca comprenden hoy que esto no puede continuar», subrayó.
NoCamels, por su parte, alertó que las estimaciones más confiables prevén que la demanda global de pescado se duplique para el 2050, pero que todavía la tasa de pesca global «es casi tres veces mayor de lo que nuestros océanos pueden sostener».
En este frente para preservar los ecosistemas marinos, Sea2Cell no está sola. Steakholder Foods, una empresa con base en Rehovot, en Israel, y que se ubica entre las principales del mundo en este sector, presentó en mayo de este año un filete de pescado bioimpreso en 3D.
Y, a principios del 202, la startup Plantish dio a conocer un salmón hecho de plantas, también impreso en 3D, y sin siquiera células de salmón.