El auge de los scooters eléctricos en grandes ciudades de Israel es un buen ejemplo de «innovación disruptiva», afirmó Clayton Christensen, el creador de este concepto que se aplica, entre otras, a innovaciones que nacen de manera marginal o a causa de un vacío de «no consumo» y se vuelven masivas.
Christensen, profesor en la Harvard Business School y autor del influyente libro The Prosperity Paradox: How Innovation Can Lift Nations Out of Poverty, se refirió al auge de los «scooters del Shabat» en un reciente Daily Rundown del website Linkedin.
Uno de los elementos «clave» de la «innovación disruptiva», señaló Christensen, «es la accesibilidad». El profesor destacó estadísticas según cuales una de cada diez personas usaron alguna vez un scooter eléctrico.
Esos viajes «ocurren en Shabat, cuando las opciones de transporte tradicional están cerradas en la ciudad», dijo Christensen, en referencia a la ausencia de autobuses y trenes en Tel Aviv en el día sagrado de los judíos, que se observa desde el atardecer del viernes hasta que cae la noche en el sábado, cada semana.
Según el profesor estadounidense, «esas ventanas de ‘no consumo’, esas circunstancias que prohiben a los individuos acceder a un producto o un servicio, son espacios perfectos para que la disrupción eche raíces».
Los scooters eléctricos o scooters llamaron también la atención recientemente del Wall Street Journal. El diario económico estadounidense destacó que la «locura» por estos rodados comenzó en Israel a principios del 2018, cuando se pusieron a la venta en Israel modelos con un precio mínimo de 500 dólares y capaces de recorrer unos 25 kilómetros por cada carga de electricidad.
Las cosas pasaron a mayores cuando en Israel se instaló la firma estadounidense Bird, que alquila scooters eléctricos por hora. Para fines de diciembre, en parte gracias a Bird, dijo el Wall Street Journal, uno de cada diez habitantes de Tel Aviv ya había hecho un viaje arriba de estos rodados.
Los scooters y las bicicletas eléctricas son en efecto un fenómeno en Israel, mucho más notable en Tel Aviv, adonde la enorme población laica los utiliza todos los días para ir a la escuela, al trabajo o salir de noche, y especialmente los sábados, cuando prácticamente no existe transporte público.
Pero también están recibiendo fuertes críticas, ya que los israelíes no son conocidos en general por sus buenos modales y es común ver scooters y bicicletas eléctricas por las veredas o aceras, pasando a gran velocidad, de manera muy peligrosa, al lado de los peatones.
El Wall Street Journal recordó por ejemplo el caso de la modelo Shlomit Malka, quien sufrió un grave accidente el año pasado arriba de un e-scooter. A principios de este mes, el periódico israelí Calcalist destacó que, a pesar de las diecinueve muertes en accidentes causados por bicicletas eléctricas en el 2018, las autoridades todavía no se ponen de acuerdo para aplicar una ley que las regule.