Una famosa marca israelí se está haciendo lugar en las mesas argentinas, poniendo más burbujas en los vasos donde, hasta ahora, la tradición mandaba que la soda es de sifón y se usa para acompañar el vino.
En el marco de su estrategia de marketing en el país sudamericano, la compañía Sodastream, nacida en Israel y desde el 2018 parte del coloso de la alimentación, llevó a cabo un interesante estudio de los hábitos de los argentinos en este terreno.
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Los resultados de la investigación mostraron que el dispositivo israelí para gasificar el agua en casa está avanzando en la consideración de los consumidores locales, acostumbrados desde hace décadas a la soda en sifón y, en los últimos tiempos, al agua con gas en botellas.
Como era de esperarse, el impacto de Sodastream se viene registrando en las generaciones más jóvenes y en los «soda lovers», aquellos que se rinden ante la posibilidad de tener su bebida favorita disponible en todo momento sin tener que salir de la casa y con cantidad de gas a gusto.
Los equipos también «promueven lo lúdico», apuntó el informe. ¿De qué se trata esa opción? De poder jugar en casa a ser bartender y «personalizar» la soda, agregando algún jugo frutal o bebida alcohólica sin tener una experiencia previa en «mixología».
Cifras de doble dígito
Voceros de la compañía recordaron que, con presencia en Argentina desde el 2018, la marca de origen israelí experimentó «un crecimiento sostenido alcanzando cifras de doble dígito durante cuatro años consecutivos, incluso en un contexto económico adverso».
La firma espera cerrar el 2024, añadió el reporte, con «un crecimiento de más del 20 por ciento en volumen» respecto del año previo, cuando se vendieron «más de 80.000 máquinas». La meta para el 2024 es «cerrarlo con más de 100.000 unidades vendidas, lo que implicaría un gran logro en el camino hacia la consolidación de la empresa en el país».
Mercedes Martín, directora comercial y de Marketing de SodaStream, dijo que, teniendo en cuenta que Argentina «es uno de los países con mayor consumo de soda per cápita», la empresa está desarrollando una «estrategia de crecimiento muy agresiva» para quedarse con una porción cada vez mayor de ese mercado.
«Planeamos introducir nuevas tecnologías y diseños que harán que nuestra propuesta sea aún más atractiva para los consumidores», adelantó la ejecutiva. «Nuestra visión es cambiar la forma en que los argentinos disfrutan del agua con gas y las bebidas listas para beber».
La apuesta, completó, es entregar «una experiencia de bebidas ‘cuando quieras como quieras’, que sea más placentera y conveniente», al tiempo que «contribuimos a un planeta más sostenible», completó Martín.
La curiosa historia de Sodastream
Sodastream tiene detrás una historia curiosa. Fue fundada originalmente en Inglaterra en 1903 como un producto novedoso para las clases más pudientes y ya en la década del ’20 comenzó a ofrecer jarabes saborizados para combinar con la soda.
Después de pasar por el grupo Cadbury, la empresa fue adquirida en 1998 por la israelí SodaClub, que relanzó la marca en decenas de países con nuevas máquinas y nuevos sabores y campañas publicitarias sostenidas por grandes nombres, como la actriz Scarlett Johansson.
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Los directivos de la compañía se vienen esforzando en mantener un plantel diverso de empleados en sus plantas en Israel, donde trabajan numerosos operarios palestinos.
En agosto del 2018, la empresa fue adquirida por PepsiCo por la friolera de 3.200 millones de dólares. Para el coloso norteamericano, es parte de su continua estrategia para reducir la dependencia de su cartera de bebidas gaseosas azucaradas.