Una startup israelí está desarrollando una novedosa y saludable alternativa para preservar los alimentos que consumimos
Los científicos de la empresa emergente Bountica, que tiene su base en Kiryat Shmona, en el norte de Israel, pusieron a punto un mecanismo que «educa» a las bacterias para que produzcan proteínas que puedan conservar la comida de manera segura.
Se trata de un sistema que evita los problemas de salud asociados con todas esas sustancias químicas con nombres complicados -como los benzoatos, propionatos, nitritos y otros- que aparecen en las etiquetas de los productos que compramos en los supermercados.
«Lo que estamos tratando de hacer es mantener la cadena de suministro de alimentos en funcionamiento al tiempo que brindamos alternativas saludables a los conservantes», explicó Fabian Trumper, cofundador y CEO de Bountica, entrevistado por el portal israelí NoCamels.
La publicación recordó que los fabricantes de alimentos de todo el mundo utilizan agentes antibacterianos sintéticos para destruir bacterias o prevenir el crecimiento de moho en las comidas.
«Bountica hace lo mismo al fermentar la materia orgánica» y convertirla «en un polvo o líquido insípido que se agrega a los alimentos en pequeñas cantidades», señaló la publicación.
El sistema de Bountica aplica un proceso conocido como fermentación de precisión, en el que los microbios descomponen compuestos orgánicos (como los azúcares) y son «dirigidos» a producir un producto específico: las proteínas que actúan como conservantes seguros para los alimentos.
Esa tecnología se usa normalmente para desarrollar nuevos medicamentos. «Solamente un puñado de empresas en el mundo» la está aplicando para productos que no son de la industria farmacéutica y nosotros somos una de ellas», aseguró Trumper.
El sistema que usa la startup es conocido como fermentación de precisión, y es habitual en la industria farmacéutica
La ciencia detrás de Bountica, apuntan desde la empresa, está basada en las investigaciones de vanguardia de los profesores Maayan Gal, de la Universidad de Tel Aviv, y Zvi Hayouka, de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Estos avances pueden tener un gran impacto, si se tiene en cuenta por ejemplo que, según los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), un tercio de todos los alimentos producidos en el planeta y aproximadamente un 45 por ciento de las frutas y verduras se pierden y no se consumen.
«El deterioro y la pérdida de alimentos en todo el mundo es una industria de destrucción de un valor de un billón de dólares», alertó Trumper durante una entrevista con el portal israelí de noticias económicas CTech.
En esa conversación, Trumper se refirió a los conservantes artificiales que son actualmente la norma en la industria de la alimentación. «Algunos -alertó- contienen materiales peligrosos, que son cancerígenos y un riesgo para la salud».
Otros, continuó, «afectan el sabor y el olfato, lo que limita su uso y pueden requerir aditivos saborizantes». Otro problema, apuntó, «es que algunos son sensibles a la temperatura, la humedad y los niveles de acidez», por lo que su efectividad para conservar las comidas es de un rango estrecho.
Trumper dijo que «las ventajas de la solución» diseñada por Bountica pasan por el hecho de que «es un antifúngico de amplio espectro, tiene un modo de acción específico, es inocua para los alimentos, rentable, biodegradable y respetuosa con el medio ambiente, y es adecuada para muchos modos de aplicación en todo tipo de alimentos».
«Si podemos usar la ciencia de vanguardia para hacer que los alimentos duren más, tengan una vida útil más larga, incluso por solo uno o dos días, estaremos ahorrando grandes cantidades de desperdicio de alimentos en todo el mundo, todos los días», completó.