Llegó a Israel de casualidad, pero esta científica española encontró aquí un camino académico que hasta le valió un prestigioso premio europeo que destacó sus investigaciones para un mejor tratamiento de las enfermedades cerebrales: la doctora Patricia Mora Raimundo asegura que, por todo eso, ahora tiene «dos hogares».
A fines de junio del 2024 se anunció que Mora Raimundo, que está desarrollando su post-doctorado en Israel, resultó la ganadora del primer lugar en el concurso Future Award de la EuroTech Universities Alliance.
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El premio fue creado por esa alianza científico-tecnológica para resaltar el trabajo de los investigadores que, se espera, realizarán cambios dramáticos en sus campos en beneficio de la humanidad.
¿Lo más llamativo del trabajo de Patricia en la Facultad de Ingeniería Química Wolfson del Technion, en Haifa? Que apuesta a la utilización de la música como medio para refinar los tratamientos con medicamentos de las enfermedades neurodegenerativas.
«Mi proyecto actual se basa en el uso de la música como posible alternativa para mejorar tratamientos nanomédicos contra enfermedades cerebrales» como el Parkinson o el Alzheimer, explicó la investigadora durante una entrevista con IsraelEconomico.
El muro que protege al cerebro
En términos sencillos, describió que ciertos medicamentos «no son capaces de penetrar o llegar al cerebro, debido a la presencia de una especie de ‘muro'» que lo protege, la barrera hematoencefálica.
Por ello, agregó, algunos científicos «diseñamos nanopartículas que actúan como ‘taxis’ que llevan los medicamente a zonas complicadas de alcanzar, como el cerebro en este caso».
Lamentablemente, incluso usando esos «taxis» la cantidad que llega es todavía muy baja (inferior al 1 por ciento de lo que se administra). Frente a ese problema, «pensé qué formas podríamos utilizar para aumentar el número de ‘taxis’ que lleguen» hasta donde se necesiten.
«Mi idea se basa en el hecho de que la música estimula al cerebro, de esta forma hace que más sangre llegue» a ese órgano y «más energía sea consumida», comenzó a desarrollar sus hallazgos esta científica española en Israel.
Y aquí las cosas se ponen interesantes. «La principal fuente de energía del cerebro es el azúcar, y como científicos nosotros tenemos la capacidad de ‘decorar’ nuestras nanopartículas con glucosa (azúcar) en su superficie».
«Sería -dijo Patricia- como recubrir ese ‘taxi’ de golosinas, lo cual hace que el cerebro por defecto quiera más ‘taxis’, pero si además al estar expuesto a música que le hace consumir más energía, el cerebro requerirá más azúcar«, captando mayor cantidad de partículas con glucosa.
Unos «taxis» con pasajeros especiales
Claro que no se trata de un simple delivery de golosinas: esas partículas o «taxis» en realidad llevan en su interior a unos «pasajeros» muy especiales, los medicamentos para enfermedades cerebrales. Lo que logra este truco es que aumente la cantidad de fármacos que llegan al cerebro.
– ¿Cómo nació la chance de venir a Israel?
– En España estudié Farmacia y en el segundo año de carrera empecé a colaborar en un laboratorio de nanomedicina. Hace cuatro años, a principios del 2020, cuando me encontraba casi al final de mi doctorado, me ofrecieron la posibilidad de hacer una estancia científica.
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Yo estaba muy emocionada, pero quien terminó eligiendo mi destino fue mi supervisor de tesis, quien «decidió» mandarme al laboratorio de un colega que conoció en el MIT (Massachusetts Institute of Technology) durante su posdoctorado, el profesor Avi Schroeder.
Al principio no me gustó nada la idea de venir a Israel, por ser básicamente un país en conflicto. Pero mi familia y mis amigos me animaron a ir y aprender del país. Aterricé en Israel el 30 de Enero del 2020 para lo que en un inicio debía ser una estadía de tres meses.
Lo que en Europa es difícil de conseguir
Pandemia de coronavirus por medio, Schroeder le ofreció una posición de postdoctorado para cuando finalizase su doctorado en España. Así fue que volvió a Europa en julio del 2020 y retornó a Israel en abril del 2021, pero esta vez como investigadora postdoctoral.
«Así podría decir que de un inicio yo no elegí Technion, más bien alguien lo eligió por mí, pero una vez lo experimente, volví a elegirlo como lugar de desarrollo de mis últimos tres años», reconoció Patricia.
«A nivel científico -aseguró-, me ofreció un nivel de excelencia que en España o en otros países es muy complejo de conseguir».
Mora Raimundo admite que ese nivel, incluso superior, lo podría alcanzar en universidades de Estados Unidos. «Pero Israel me da una cultura cálida, esa forma de vida social, en la calle, en las terrazas, esa personalidad acogedora, cariñosa, que a lo mejor en Estados Unidos no podría encontrar».
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«Pocas veces me sentí tan acogida y bienvenida en un país como lo que experimenté en Israel», confiesa. «Y un dato que puede ser curioso: no soy judía, por lo que esa conexión a nivel religioso o tradicional/cultural no existe a ese nivel».
Se trata «meramente de conexiones personales con la gente de este país, algo que es muy especial», agrega Patricia, que está en pareja con un israelí.
Recuerdos del 7/10
Una pregunta casi obligada para la científica española es cómo vivió el 7 de octubre del 2023, cuando el sur de Israel sufrió un gravísimo ataque terrorista que dejó 1200 personas asesinadas y decenas de secuestrados.
La investigadora se encontraba en el centro del país, junto con su pareja, y tenía pasajes de avión para despegar en la noche del 7/10 hacia Suiza, adonde iba a participar de una conferencia.
En el día del ataque «por primera vez experimente una alarma» antiaérea, «y creo que es algo que ya voy a llevar conmigo para siempre», rememora Patricia, quien -asegura- entró «en un estado de ansiedad» en ese momento.
«Ver cómo la ventana de la habitación donde yo dormía era cerrada por una placa de hormigón» (como ocurre en las salas «seguras» de las casas en Israel) es «una imagen que no puedo quitarme de la cabeza», asevera la científica española.
Finalmente, el 8 de octubre pudo volver a su país y abrazar a su madre, «que se encontraba al borde de un ataque de corazón por todo lo que estaba ocurriendo en Israel».
«Algo se rompía dentro de mí»
«Lo más sorprendente fue que de camino al aeropuerto» de Tel Aviv «no pude parar de llorar, por el hecho de irme, por dejar atrás a todas las personas que quiero -contó-. En aquel vuelo sentí cómo algo se rompía dentro de mí y dejaba parte de los pedazos en Israel».
Patricia pasó pocas semanas en España, se trató de «un mes increíblemente duro» por «estar lejos de Israel en una situación tan crítica».
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Ahora, cuando se acerca el primer aniversario del ataque de Hamas, la investigadora del Technion se permite reducir la ansiedad y comentar: «extraño España cada día».
De hecho, junto a su pareja tienen la «intención de darle una oportunidad a empezar nuestra vida» en Europa.
«Mi psicólogo un día me preguntó si estaba emocionada por volver a casa pronto -reveló Patricia- Mi respuesta me sorprendió: vuelvo a casa pero a la misma vez dejo mi casa».
«Israel ya es parte de mí, y estoy segura de que cuando empecemos una vida en España extrañare Israel diariamente», completó.