Sin embargo los cuadros, inquietantes y profundos retratos que reflejan los rostros de la comunidad haredi (de judíos ultra-ortodoxos) en Jerusalén, casi se quedan afuera de la producción televisiva que estaba llamada a alcanzar una enorme audiencia mundial
Es que su autor, el talentoso pintor ruso-israelí Alex Tubis, tenía serias dudas cuando recibió el llamado de Ori Elon, uno de los creadores de «Shtisel». Después de todo, Alex nunca había visto la serie y pensaba que la convocatoria era para participar de un filme de estudiantes de cine, de bajo presupuesto.
Cuando quedó en claro que se trataba de un trabajo serio, pago, el pintor tenía otras reservas, comenzando por el hecho de estar convencido de que su estilo no era el adecuado para la serie.
«No hago arte conceptual, mis pinturas son más realistas que hiperrealistas, lo cual está de moda», y «no me gustan las pinturas que parecen fotografías», contó Tubis en una entrevista con el periódico Jewish Boston.
Antes de «Shtisel», no se consideraba «un artista muy conocido»
Según el artículo de Judy Bolton-Fasman, el pintor fue a la entrevista con Elon listo para recomendarle el trabajo de un colega, Peter Doig, a quien iba a presentar como «una influencia que tiene más éxito que yo».
«Pensé que Akiva podía pintar al estilo de Doig», pero los productores de «Shtisel» estaban decididos: querían los retratos de Tubis debajo de los pinceles actuados por Aloni a partir de la segunda temporada.
Tubis nació en Moscú en 1978 y en 1990 emigró a Israel, adonde ahora vive en Nes Ziona, una ciudad en el centro de Israel, al sur de Tel Aviv y unos diez kilómetros del Mediterráneo.
Cuando fue convocado por los productores de «Shtisel», Alex ya tenía varias exhibiciones en su currículum, aunque no se consideraba «un artista muy conocido», según contó en una entrevista con la publicación estadounidense The Forward.
En la serie, Tubis compartió la creatividad detrás de los cuadros con Menahem Halberstadt, quien hizo los bocetos al carboncillo en la primera temporada y el retrato de Nuchem, el tío de Akiva, en la tercera.
«Pero, a medida que Akiva progresó a la pintura al óleo, Tubis se convirtió en el artista principal» de la serie, señaló Mira Fox en The Forward.
«Una gran fe en Dios como creador»
Sobre la relación entre los hombres detrás de los retratos en la realidad y en la ficción, Fox escribió que, «aunque las escenas en primer plano de Akiva pintando muestran las manos de Tubis, no las de Aloni, el actor visitó el estudio del artista para recibir lecciones sobre los conceptos básicos».
«El artista quedó impresionado por lo bien que el actor aprendió las técnicas y cree que Aloni podría dedicarse seriamente a la pintura si quisiera», señaló la reportera, según la cual «los dos se llevaron bien, abriéndose rápidamente sobre sus vidas personales cuando se conocieron antes de la tercera temporada».
Entrevistado por el diario argentino Clarín, Tubis dijo que encontró puntos en común con el personaje de Akiva. «Creo que ambos podemos ser y también mostrar algo muy inseguro al mundo exterior, pero tenemos un conocimiento exacto de lo que queremos, al mismo tiempo».
«Aunque él es un religioso ortodoxo y yo no puedo relacionarme con ninguna religión -continuó-, creo que ambos tenemos una gran fe en el Dios de la Pintura, o en Dios como creador».
«No tenía ninguna conexión real con los haredim», dice Tubis
¿Cómo lo afecto el éxito de la serie? «Solo ahora, a partir de la tercera temporada, publiqué algunas de las pinturas que hice para la serie en Facebook e Instagram» y «personas de todo el mundo me escriben sobre cómo aman a ‘Shtisel’ y dicen que mi trabajo contribuyen mucho al carácter de Akiva», contó.
Además de trabajar en sus pinturas, Tubis es profesor en la Academia de artes y diseño Bezalel, en Jerusalén, una de las más importantes del país y adonde también concurrió como estudiante.
Fue allí que tuvo su primer contacto real con personas de la comunidad haredi en la ciudad, cuando a su clase entraron varias mujeres jóvenes ultra-ortodoxas.
«No tenía ninguna conexión real con los haredim», le dijo Alex al Boston Jewish. Pero fue gracias a esas estudiantes que aprendió que, «cuando no conoces a las personas, piensas que son todas iguales, y es así es como se forma el racismo».
El final de ese curso en la academia Bezalel fue digno de una serie de Netflix. «Enseñé a muchas de estas mujeres durante cuatro años, y en nuestra última clase, que fue de manera virtual, me emocioné -rememoró-, les dije que las amaba y que, como maestro, fue muy triste para mí separarme de ellas».