En diciembre de 1984, el sello israelí Hed-Arzi lanzó un extraño disco, titulado Shirei Teiman, con temas interpretados en dialecto yemenita: en un primer momento fue un fracaso en el mercado nacional, pero luego pondría a Ofra Haza entre las más grandes cantantes del mundo.
Para esa época, Ofra ya era una niña mimada del público israelí, que amaba sus canciones folklóricas y pop. Se la podía escuchar a toda hora en las radios más populares del país y había sido elegida Cantante del Año cuatro veces seguidas entre 1980 y 1983.
También le puede interesar: La conexión judía de la nueva película sobre Amy Winehouse
Precisamente en 1983, en mayo de ese año, Haza fue la representante de Israel en el festival Eurovision que se celebró en la ciudad alemana de Munich. Su canción, Jai, quedó en el segundo lugar, pero se convertiría en un himno de la música israelí y judía para siempre.
También en 1983, Ofra había lanzado Shirei Moledet, un compilado de «canciones patrias», viejos temas israelíes revisados por la hermosa voz de la cantante con nuevos arreglos muy modernos.
Hablando con el diario Maariv cuarenta años después de la publicación de Shirei Teiman (Yemenite Songs o Canciones Yemenitas, lanzado en Estados Unidos como Fifty Gates of Wisdom), el histórico manager de Haza, Bezalel Aloni, afirmó que la idea del álbum en dialecto yemenita fue suya.
Aloni, uno de los productores del disco, había escuchado a Ofra cantar en el dialecto de los judíos que llegaron a Israel desde Yemen cuando la artista estaba comenzando su carrera. Y había quedado encantado.
Una apuesta arriesgada
Pero el productor sabía que era una apuesta muy arriesgada, en especial teniendo en cuenta que el público ya estaba acostumbrado a que la poderosa voz de Haza recorriera temas en hebreo estilo folk o estilo pop.
Los periodistas especializados, rememoró, escribieron «que estaba arruinando la carrera de Ofra, señalaron la idea como ‘extraña’, especialmente cuando ella era tan popular y todo lo que tocaba se convertía en oro», le contó Aloni al diario.
Según el manager, «la industria de la música en Israel era muy conservadora en ese momento, pero insistí, y Ofra, para mi deleite, era muy disciplinada y diligente».
Para seguir leyendo: ¿Por qué participa Israel en Eurovision?
«Terminamos dedicando el álbum a nuestras familias de origen yemenita», dijo Bezalel.
Yemenite Songs, que contó con la producción musical de Benny Nagari, fue considerado un álbum «audaz y rompedor, ya que combinaba pop, dance y rock con sonidos clásicos y música yemení, algo inaudito en Israel hasta entonces», apuntó Maariv.
La música era muy moderna y Nagari eligió usar tanto instrumentos tradicionales como contemporáneos. Las letras fueron elegidas con cuidado entre viejos textos judíos. Por ejemplo, el primer tema, Im Nin’alu, se basó en poemas del rabino Shalom Shabazi, que vivió en el siglo XVII.
¿Cómo comercializar un álbum en dialecto yemenita?
A pesar de todos estos ingredientes de altísima calidad, Shirei Teiman arrancó siendo un sonoro fracaso en Israel. Hed-Artzi «no sabía cómo comercializar el álbum, porque no era en hebreo» convencional «pero era israelí», apuntó Aloni.
De hecho, la compañía discográfica concentró sus esfuerzos en vender el álbum en formato casete en la vieja estación de autobuses de Tel Aviv, que en aquellos años funcionaba casi como un bazar al aire libre y contaba con una presencia muy fuerte de inmigrantes llegados de los países árabes.
«En la compañía -remarcó el productor- nadie creyó que el álbum tendría éxito». Para muchos ejecutivos del sello simplemente se trataba de poner a Shirei Teiman en la sección «apuestas que no salieron bien» y seguir adelante con la prometedora carrera de Ofra en Israel.
Al igual que los responsables de marketing de Hed-Arzi, los responsables de la programación de las radios tampoco le encontraron sentido comercial a Yemenite Songs. Pero en 1985 ocurrió un milagro radial, aunque no precisamente en territorio israelí.
Abbie Nathan, el fundador de Voice of Peace, la legendaria radio offshore (es decir, que transmitía desde aguas internacionales, en este caso en el Mediterráneo) que funcionó entre 1973 y 1993, se enamoró de Canciones Yemenitas.
También le puede interesar: El cantante español que se hizo famoso por una estrella de David
Nathan le pidió algunas copias a la oficina de prensa y difusión de Hed-Arzi y se las hizo llegar a disc-jockeys amigos en Inglaterra. Un remix de Im Nin’alu empezó a hacer el recorrido de las discotecas británicas y, en 1988, el tema fue grabado nuevamente por Ofra e incluido en el álbum Shaday.
El single llegó a alcanzar el número uno en Finlandia, Noruega, España, Suiza y Alemania Occidental. En Gran Bretaña llegó al Top 15, al igual que en el ranking Dance Club Play de Billboard para Estados Unidos.
La canción que abrió las puertas a las músicas del mundo
Se estima que el sencillo vendió unos tres millones de copias en todo el mundo, abriendo las puertas a la avalancha de world music que estaba esperando hacer conocida en todo el mundo la música de Medio Oriente y de África.
Catapultada a la fama global, Ofra sería invitada a grabar o actuar con grandes artistas internacionales, desde Iggy Pop a Paula Abdul, pasando por Paul Anka y Michael Jackson. Para 1998 ya era considerada una de las más grandes cantantes del mundo y participó del filme El Príncipe de Egipto (1998).
Aunque en el momento de su lanzamiento a nivel nacional el álbum fue un fiasco, «a la luz de su éxito internacional se volvió muy buscado en Israel, alcanzando el estatus de platino y convirtiéndose en el álbum más exitoso de Haza» en el país, apuntó el informe de Maariv.
A fuerza de talento, Shirei Teiman «se abrió paso» también entre el público israelí, dijo Aloni. Gracias al bellísimo álbum, «Ofra actuó en Alemania, Japón, Francia y ¿dónde no?», completó el productor.
Para seguir leyendo: La famosísima canción de Navidad que escribió un inmigrante judío
Cuando la revista Rolling Stone publicó en el 2023 su lista de las y los más grandes cantantes de la historia, a Ofra le reservó el puesto 186. El ranking lo encabezaron tres estadounidenses Aretha Franklin, Whitney Houston y Sam Cooke, y entre los extranjeros brillaba también Celia Cruz, entre otros.
Ofra, que había nacido en el barrio HaTikva de Tel Aviv en 1957, falleció en Ramat Gan el 23 de febrero del 2000 por complicaciones del sida, cuando tenía solamente 42 años de edad. Su muerte fue un shock para los israelíes, los mismos que todavía siguen hablando de un disco lanzado en 1984.