Encarnó al mítico Señor Spock en la saga de Star Trek (Viaje a las estrellas) desarrollada por J. J. Abrams, y ahora, en una nueva serie de la cadena NBC, interpretará a un personaje inspirado en un no menos legendario médico judío de la vida real que marcó la neurología.
El actor es, por supuesto, Zachary Quinto, brillante en el papel del sabio viajero espacial llegado desde el planeta Vulcano en las renovadas versiones cinematográficas de Star Trek lanzadas entre el 2009 y el 2016.
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Y la serie, que se estrena en Estados Unidos el 23 de setiembre, se llama Brilliant Minds. Está basada en dos famosos libros del neurólogo británico estadounidense Oliver Sacks: The Man Who Mistook His Wife for a Hat (1985) y An Anthropologist on Mars (1995).
Entre muchos otros trabajos, Sacks es recordado por haber tratado a un grupo de pacientes afectados por una severa enfermedad neurológica en un hospital del Bronx, en Nueva York.
Aquel tratamiento fue la base de otro de sus libros, Awakenings, de 1973, que luego sería adaptado en el famoso filme del mismo título de 1990 interpretado por Robin Williams y Robert De Niro.
El «personaje más normal» de Quinto
En Brilliant Minds, la figura de Oliver Sacks se convierte en el médico Oliver Wolf, llevado a la pantalla chica por Quinto, de 47 años. Por este papel, el actor estadounidense mereció una reciente tapa de la revista Entertainment Weekly.
Para el nuevo drama de la NBC, apuntó el semanario norteamericano, Quinto se transformó en un neurólogo «que utiliza métodos poco convencionales para resolver los misterios médicos de sus pacientes, mientras lucha con su propia salud mental».
«Aun así, podría ser el personaje más ‘normal’ que Quinto haya interpretado» hasta ahora, apuntó el artículo al recordar que el actor le puso la piel, además de a Spock, a otras figuras de ficción como Oliver Thredson en American Horror Story: Asylum y al villano de Hitman: Agent 47 (2015).
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«Wolf no tiene ninguna oscuridad oculta», le dijo el actor a la revista. Es, en cambio, un «iconoclasta, es rebelde, a veces actúa antes de pensar, pero en el fondo es una buena persona».
«Es agradable interpretar a un personaje que tal vez se sale un poco de los límites, pero que siempre lo hace al servicio de las personas y para mejorar sus vidas», concluyó Quinto.
Sacks, por su parte, publicó en el New York Times en agosto del 2015, pocos días antes de su fallecimiento, una fascinante columna en la que recorrió su relación con el judaísmo y con Israel.
El Shabat, las tiendas en Londres y un kibutz en Israel
El futuro científico, nacido en Londres en julio de 1933, contó que su familia vivía en una comunidad judía «bastante ortodoxa en Cricklewood», en el noroeste de la capital británica.
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Allí, «el carnicero, el panadero, el tendero, el verdulero, el pescadero, todos cerraban sus tiendas a tiempo para Shabat y no abrían sus persianas hasta el domingo por la mañana», rememoró.
Sacks compartió con los lectores del diario neoyorquino más detalles de la vida religiosa de su infancia y sobre las consecuencias del clima antisemita que generó la Segunda Guerra Mundial.
Muchos de sus parientes, señaló, emigraron a Israel, y otros a Australia o Canadá. Su familia eligió Estados Unidos.
«En 1955, cuando tenía 22 años, fui a Israel durante varios meses para trabajar en un kibutz y, aunque lo disfruté, decidí no volver», confesó el neurólogo.
¿La razón? «Aunque muchos de mis primos se habían mudado allí, la política de Oriente Medio me perturbaba y sospechaba que estaría fuera de lugar en una sociedad profundamente religiosa», estimó.
Fue, finalmente, en Estados Unidos donde el médico judío nacido en Londres desarrolló su brillante carrera, un recorrido que ya fue película y ahora inspiró una nueva serie televisiva.