El actor y productor estadounidense Mel Brooks es una de las más grandes leyendas de Hollywood, pero a los 98 años le quedaba todavía una cuenta pendiente: una segunda parte de su éxito Spaceballs (1987), que llegará con algunos intérpretes del elenco original y mucho humor judío.
Con tantas secuelas, precuelas y derivados de Star Wars en los últimos años, era lógico que finalmente se pusiera en marcha la continuación de Spaceballs, que se mofó con cariño y muchas risas de la inoxidable creación de George Lucas.
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El proyecto va en serio y en este mes de junio se difundió un teaser protagonizado exclusivamente por Brooks (vistiendo una de las míticas camisetas del merchandising «imposible» del primer filme).
«Después de 40 años, nos preguntamos: ‘¿Qué quieren los fans?'», dice el actor en el breve video. «En cambio -se respondió en clásico estilo brooksiano-, estamos haciendo esta película».
Regresan algunas estrellas, y se suman otras
Entre las noticias que entusiasman sobre esta secuela, se supo que el comediante judío Rick Moranis repetirá su papel en la muy querida parodia original de Star Wars, el indescriptible Dark Helmet, su divertida versión de Darth Vader.
También volverá Bill Pullman como Lone Starr (un Han Solo más delirante) y su hijo, Lewis Pullman, a quienes se sumará un reconocido actor judío de las nuevas generaciones de Hollywood, Josh Gad, quien además figura como co-guionista.
La secuela, que tiene un estreno cinematográfico previsto por Amazon MGM Studios para el 2027, incluirá a Brooks en su recordado papel de Yogurt (obviamente, un remedo de Yoda).
Spaceballs se tomó en solfa no solo a Star Wars sino que también revisó con gracia otros clásicos como 2001: Odisea del Espacio y Alien (en este último caso, con una memorable participación de John Hurt).
La trama del filme de 1987 gira en torno al malvado Dark Helmet (Moranis) y al presidente Skroob (Brooks), quienes intentan robar la atmósfera del pacífico planeta Druidia.
Como debe ser, los planes de los «malos» de la película son frustrados por el héroe Lone Starr (Pullman), su compañero Barf (John Candy como una especie de Chewbacca) y la princesa druida Vespa (Daphne Zuniga).
Un clásico de culto
Cuando se lanzó originalmente, la película recaudó apenas poco más de 38,1 millones de dólares en todo el mundo, pero con el paso de los años se consolidó como un clásico de culto y una de las más veneradas producciones de Mel Brooks.
Curiosamente, en una industria proclive al plagio y a los juicios, George Lucas aprobó inmediatamente el proyecto de Mel Brooks y hasta le ofreció la participación de su compañía de efectos especiales, Industrial Light & Magic, lo que terminó de pulir la excelencia de la sátira.
Lucas puso una sola condición: Spaceballs no podía vender ningún tipo de merchandising. Una regla que, en manos de Brooks, sirvió para generar más risas.
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Entrevistado por la revista Esquire, el director de Spaceballs 2, Josh Greenbaum, recordó que la película original era uno de sus videos VHS favoritos. «En aquellos tiempos, no teníamos Netflix«, apuntó.
Junto con Gad imaginaron la secuela y hablaron con Brooks para impulsar el proyecto. «Estuve trabajando con él: tiene noventa y ocho años y sigue siendo la persona más divertida e ingeniosa», reveló Greenbaum.













