A mediados de los años ’60 del siglo pasado, un periodista de Life grabó cuarenta horas de conversaciones con Elizabeth Taylor: seis décadas después, esas cintas sostienen un documental que redescubre a la gran diva judía de Hollywood, la incomparable Cleopatra que se convirtió en 1959.
La película Elizabeth Taylor: The Lost Tapes, basada en las conversaciones con Richard Meryman, se estrenó en la edición 2024 del festival de Cannes y comenzó a difundirse a través de la cadena HBO a principios de agosto.
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A lo largo de sus cien minutos, el documental recorre momentos en general ya conocidos de la vida de la recordada artista, pero esta vez con su voz de terciopelo de fondo.
Y si bien su fe judía no es un elemento central de la película, dirigida por Nanette Burstein, se pueden ver algunas imágenes inconfundiblemente hebreas. También hay «momentos» del filme que «se sienten judíos», según interpretó la publicación estadounidense Kveller.
Taylor, que nació en un suburbio de Londres en 1932 y falleció en Los Angeles en el 2011, creció en una familia que profesaba la religión conocida como ciencia cristiana, o Iglesia de Cristo, Científico.
Una conversión nacida del duelo
Sin embargo, el 3 de marzo de 1959 la actriz se convirtió oficialmente al judaísmo en el Temple Israel, en Hollywood, un año después de la muerte de su esposo Michael Todd en un accidente de aviación.
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Según Kate Andersen Brower, autora de la biografía Elizabeth Taylor: The Grit and Glamour of an Icon (2022), la conversión fue «una manera de mantener cerca» a Todd «y encontrarle un sentido a su dolor».
«Criada como científica cristiana (Taylor), sentía una profunda conexión con la fe judía y su gente, especialmente después de haber visto cómo los perseguían durante la Segunda Guerra Mundial», escribió Brower.
Como nombre hebreo, Taylor eligió Elisheba (el nombre bíblico que es el origen de Elizabeth o Isabel, entre otros) Rahel.
Brower cuenta que el proceso comenzó cuando el rabino Nussbaum, del Templo Israel, visitaba a Taylor para acompañarla en el duelo por la muerte de Todd, el productor judío con quien se había casado en 1957.
Nussbaum le entregó a la actriz varios libros sobre la filosofía del judaísmo, extractos de la Biblia, historia hebrea e «incluso la exitosa novela Exodus«, de Leon Uris, señaló la biógrafa.
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La actriz, citada por Brower, explicó: «en siete meses supe que había encontrado lo que había estado buscando durante muchos años». Elizabeth Taylor aseguró que ni Todd ni Eddie Fisher, su siguiente esposo, también de religión judía, «hicieron nada para alentarme a convertirme».
Una pareja poderosa en la Tierra Santa
La actriz de Cleopatra (1963) y Cat on a Hot Tin Roof (1958), ganadora del Oscar por su trabajo en Who’s Afraid of Virginia Woolf? (1966), visitó Israel en 1975 junto a Richard Burton, con quien formó una impactante power couple, quizás la más famosa de la historia de Hollywood.
Taylor volvería a Tierra Santa en 1983 y siempre estuvo conectada a Israel y a las organizaciones estadounidenses que apoyan al estado judío.
En Elizabeth Taylor: The Lost Tapes se pueden ver escenas de su casamiento con Fisher, que se ofició en el templo Beth Shalom de Las Vegas. Se trató de una boda escandalosa, ya que Taylor se involucró con Fisher mientras el actor y cantante todavía estaba casado con Debbie Reynolds.
«Me casé demasiadas veces», admitió la actriz durante sus conversaciones con Meryman, que se extendieron por varias semanas y formaron parte de un artículo publicado en diciembre de 1965 en la revista Life.
Meryman incluso acompañó a la diva durante algunos de sus viajes en aquellos meses, incluyendo estadías en París, Nueva York y Puerto Vallarta.
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Sobre Todd, Taylor le dijo a Meryman que fue «un hombre maravilloso» que «tenía una alegría, una vitalidad muy contagiosa y extravagante». Sobre Fisher, en cambio, fue mucho menos elogiosa.
«Por alguna razón estúpida, realmente pensé que Eddie me necesitaba. Resultó que lo único que teníamos en común era Mike», afirmó en referencia al hecho de que se acercó a Fisher para sofocar un poco la angustia por la pérdida de Todd.
Una Liz de carne y hueso, y otra no tanto
«Cometí errores horribles y pagué por ellos», se la escucha decir durante el documental a Elizabeth Taylor, la otra gran diva judía de la Meca del cine junto a Marilyn Monroe.
También confiesa que no le gusta la fama, y se muestra resignada porque «la gente tiene una idea ya establecida (sobre los famosos), en la que quiere creer».
Muy inteligente además de hermosa, Liz le resumió a su entrevistador su idea de la fama. La imagen percibe el público, señalaba en las charlas, es «completamente superficial».
«Está la persona que conoce mi familia, y la otra Elizabeth Taylor, la mercancía -explicaba la diva-. Una es de carne y hueso, y la otra de celuloide».