El músico británico Roger Waters se presentó finalmente en vivo en Buenos Aires en medio de la polémica que desató por sus virulentas críticas a Israel y por haber minimizado el ataque terrorista de Hamas del 7 de octubre, pero con un tono prudente y supervisado por la justicia argentina.
La Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), la organización que representa políticamente a los judíos del país, había solicitado en los tribunales la suspensión de los conciertos de Waters, pero solamente obtuvo que se despliegue un observador en el estadio de River Plate.
Así fue que una fiscal de la capital argentina especializada en antidiscriminación, Andrea Scanga, asistió a la primera función del ex Pink Floyd en Buenos Aires, que se llevó a cabo en la noche del martes.
La tarea de Scanga fue «monitorear y eventualmente actuar si Waters viola la ley» pronunciando frases antisemitas o exhibiendo imágenes anti-judías, como suele hacer en algunas sus presentaciones alrededor del mundo.
Quejas por los hoteles
Con esa advertencia y después de haber sufrido la cancelación de sus reservas hoteleras en Buenos Aires a causa de sus dichos anti-israelíes y antisemitas, Waters finalmente actuó frente a sus seguidores argentinos, aunque esta vez midió un poco sus palabras.
No necesitamos otro ladrillo en este muro.#YoNoMiroParaOtroLado#DevuelvanaLosSecuestrados#RogerWaters pic.twitter.com/bQqQZqT1s4
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La DAIA presentó ante la Justicia un amparo con un pedido de medida cautelar solicitando la suspensión del recital de Roger Waters pic.twitter.com/bH92mFdxBv
— DAIA (@DAIAArgentina) November 21, 2023
«Vine muchas veces a Buenos Aires y siempre traje música», se quejó el bajista delante del público. «No sé si saben que los hoteles de Buenos Aires no me quieren hospedar porque lucho por los derechos humanos», agregó.
Según Waters, su supuesta defensa de los derechos humanos es «algo que me enseñó mi madre y nunca olvido, y hay que decirle a los poderes de turno que respeten los derechos humanos».
Finalmente, el músico no pudo con su genio y afirmó que esos derechos «se deberían respetar del río Jordan al Mediterráneo», parafraseando un eslogan de organizaciones palestinas (From the river to the sea), que muchos entienden como un llamado a la destrucción de Israel.
Según la crónica de uno de los más reconocidos críticos musicales de Argentina, Marcelo Fernández Bitar, Waters «finalmente dio un círculo completo en su carrera» al llegar a Buenos Aires.
«Arrogante y soberbio»
«Pasó de ser el ejemplo casi perfecto del rockero políticamente correcto a convertirse ahora en una suerte de salmón nadando contra la corriente, peleándose con quien sea con soberbia y arrogancia«, apuntó el periodista en un artículo en el diario Clarín.
???? "Resiste el fascismo": Roger Waters y un primer River lleno de consignas políticas.https://t.co/s9KQiShBgm
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«A los 80 años -siguió Fernández Bitar-, el autor de obras antibélicas que marcaron a una generación (o dos) como The Wall está despidiendo su carrera envuelto en polémicas políticas de todo tipo».
Esas controversias incluyen «desde vestir como jerarca nazi en sus shows en plena Alemania, equiparar a Anna Frank con la periodista palestina Shireen Abu Akleh y justificar la invasión rusa a Ucrania, hasta condenar a Israel y prácticamente justificar al ataque terrorista de Hamás, ganándose de pronto el adjetivo de antisemita».
Por su parte, otro crítico, Eduardo Fabregat, escribió en el diario Página 12, de izquierda, que, «mal que les pese a quienes quieren taparle la boca, las 75 mil personas que fueron a River no se encontraron con un antisemita, sino con un artista que a lo largo de dos horas enlazó sus canciones con una ferviente defensa de los derechos humanos para todos, sin distinción de credo, nacionalidad, género, color».
Waters y el ataque terrorista de Hamas
Fabregat, con quien Waters se comunicó a menudo por teléfono para ventilar su enojo por los episodios de la cancelación del alojamiento en Buenos Aires y en Montevideo, afirmó que el bajista es «un músico que denuncia el horror de ciudades arrasadas por las bombas en todas las épocas, presentes y pasadas».
Se trata, completó, de «un referente de la historia de la música contemporánea que apunta a la persecución política y la represión policial».
La descripción contrasta con la posición que Waters asumió después del ataque terrorista de Hamas a principios de octubre, durante el cual los militantes del grupo islamista mataron a 1200 personas y secuestraron a más de 200, que mantienen cautivas en Gaza.
Waters opinó que la matanza fue «sobredimensionada» porque «los israelíes inventaron historias sobre decapitaciones de bebés» y deslizó la posibilidad de que fuera un atentado de «falsa bandera», es decir, que no fue cometida por Hamas sino por agentes de Israel posando como islamistas.