Entre los miles de documentos sobre el asesinato de John Kennedy que desclasificó el gobierno de Estados Unidos faltan bombas espectaculares que aclaren la muerte del presidente, pero aparecen, entre otros, interesantes datos de las preocupaciones de Washington sobre Israel.
Por decisión del actual presidente, Donald Trump, la administración norteamericana republicó a mediados de marzo decenas de miles de páginas de documentos gubernamentales relacionados con el asesinato del presidente Kennedy en 1963.
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Se trata de unas 80.000 páginas que en su mayoría ya se habían publicado anteriormente con amplias secciones censuradas por motivos de seguridad nacional.
Las versiones desclasificadas por Trump no aportaron revelaciones significativas sobre el asesinato. Sin embargo, la difusión de partes clave de los registros, ahora con mucha menos censura, fue celebrada por investigadores y académicos.
Las aventuras de la CIA en los ’60
El nuevo lanzamiento incluye, por ejemplo, cientos de registros de la CIA y documentos de la Casa Blanca y el Consejo de Seguridad Nacional (National Security Council o NSC) relacionados con operaciones encubiertas en el extranjero.
Muchas de esas misiones se desarrollaron en países latinoamericanos como Cuba y México, escenarios de varios episodios de las teorías conspirativas alrededor del asesinato de John F. Kennedy, ocurrido en Dallas, Texas, el 22 de noviembre de 1963.
Esta iniciativa «impulsó el conocimiento público de las operaciones encubiertas de la CIA -a quiénes se dirigían, cómo se llevaron a cabo y quién las dirigió- más que cualquier otra desclasificación en la historia del acceso a la información», dijo Peter Kornbluh, de la organización no gubernamental National Security Archive.

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Sin esta ley y su implementación, «estos archivos operativos de la CIA probablemente habrían permanecido top secret para siempre», completó el investigador.
Los comunistas israelíes, en la mira
Dentro de esta maraña de registros de las operaciones secretas estadounidenses previas al asesinato de Kennedy, aparece también un curioso documento titulado Summary of Communist Activity in Israel (Sumario de las actividades del Partido Comunista de Israel).
El documento, fechado en octubre de 1961, es un análisis del partido Maki y revela la «profunda preocupación» de Washington «por el posible ascenso de regímenes comunistas en otros países del mundo y la expansión de la influencia soviética», apuntó Israel Hayom.
Según la revisión del diario israelí, el reporte de los espías norteamericanos analiza al Partido Comunista local «en función de sus antecedentes étnico-culturales, posiciones ideológicas y actitudes de sus miembros hacia la Unión Soviética».
Describe además cómo los miembros del Maki (los espías contaron 2.950: 2.500 judíos y 450 árabes) estaban «divididos en sus actitudes hacia el sionismo, la Unión Soviética en general y Stalin en particular», señaló el artículo de Dor Malul.
«También examina las conexiones del partido con entidades comunistas a nivel mundial y menciona a otros partidos de izquierda», añadió la nota, según la cual «incluso empleados del servicio público estadounidense fueron mencionados en esos diversos registros».
La «pista» antisemita
Si bien la nueva desclasificación tiene estas pocas referencias a Israel, existió en su momento una «pista sionista» entre las tantas que diseñaron las mentes más conspirativas que buscaron explicar las razones detrás de la muerte violenta del presidente Kennedy.

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Como no podía ser de otra manera, la «pista sionista» fue rescatada del tacho de la basura de la Historia por algunos medios en ocasión de la desclasificación de documentos ordenada por Donald Trump.
A lo largo del tiempo, señaló el periódico The New Arab, «desde Fidel Castro hasta George H.W. Bush, estuvieron implicados en conspiraciones relacionadas con el asesinato de JFK».
«Pero lo que quizás sea menos conocido es que existen numerosas conspiraciones que vinculan a Israel con su asesinato y lo hicieron desde el mismo año en que ocurrió», continuó el diario pan-árabe que se publica en inglés desde Londres.
En 1963, siguió el reporte, «la idea de que Kennedy fue asesinado como parte de un vago ‘complot sionista’ se extendió como reguero de pólvora por gran parte del mundo árabe y musulmán, y fue utilizada por regímenes y movimientos nacionalistas y anti-sionistas árabes como medio de propaganda contra Israel».
De Kennedy a Johnson, vía delirante conspiración
De acuerdo con la conspiración, Kennedy «temía que la adquisición de armas nucleares por parte de Israel desencadenara una carrera armamentística» atómica entre sus adversarios árabes, «lo que aumentaría las posibilidades de una guerra nuclear», añadió.
The New Arab recordó que, según la delirante teoría, «Lyndon B. Johnson, vicepresidente y sucesor de Kennedy, supuestamente recibió órdenes israelíes de asesinar al presidente».
Aunque esta teoría conspirativa «se convirtió en una de las favoritas de los antisemitas en Estados Unidos y Europa», concluyó el diario, «en ninguno de los documentos relacionados con JFK (incluidos los publicados por Trump) surgió una sola prueba que vincule a Israel con algún rol en su asesinato».