Esta semana se cumplieron cien años de la Masacre Racial de Tulsa, cuando turbas de ciudadanos blancos atacaron a los residentes afroamericanos del distrito de Greenwood de esa ciudad de Oklahoma, matando a decenas de personas y destruyendo cientos de negocios
Se trata de una historia muy conocida, ya que la masacre sigue siendo uno de los peores episodios de violencia racial en Estados Unidos. Pero hay un detalle del que poco se habla: muchos residentes judíos de Tulsa arriesgaron sus vidas para esconder y proteger a sus amigos y empleados afroamericanos.
Algunos relatos de aquellos residentes judíos fueron rescatados en estos días por la Biblioteca Nacional de Israel (BNI), que le dedicó a este verdadero pogrom un extenso artículo en su website.

«Relativamente pocos blancos mostraron empatía y compasión hacia la comunidad afroamericana perseguida de Tulsa, en gran parte debido a la influencia del Ku Klux Klan (KKK) y otros» grupos racistas, escribió en el sitio de la BNI el investigador estadounidense Phil Goldfarb.
Eran inmigrantes judíos que recordaban muy bien de qué se trataba un pogrom en Europa
En cambio, muchos judíos «se esforzaron por ayudar a las familias afroamericanas llevándolas a sus hogares o negocios, alimentándolas y vistiéndolas, así como escondiéndolas durante y después de la atrocidad«, añadió Goldfarb, quien es presidente de la Sociedad Genealógica Judía de Tulsa.
El experto norteamericano destacó que «muchos de los judíos de la ciudad eran inmigrantes recientes de Europa del Este» quienes «recordaban de primera mano el sufrimiento de pogroms violentos y políticas antisemitas en el Imperio Ruso y en otros lugares» de donde provenían.
Para sustentar esta historia, Goldfarb recopiló los relatos de algunas de esas familias judías que reaccionario frente a la violencia racista durante la revuelta, que dejó un número nunca confirmado de muertos y heridos, y que duró entre el 31 de mayo y el primero de junio de 1921.

Por ejemplo, el investigador recuperó la historia de Sam Zarrow (1894-1975) y su esposa Rose (1893-1982), quienes habían llegado a Estados Unidos desde Letonia.
Los Zarrow eran dueños de un negocio de comestibles y «escondieron a algunos amigos afroamericanos en sus grandes tinas de pepinillos en la tienda» y a otros «en el sótano de su casa», señala el artículo.
Abraham Viner se sentó junto a la puerta de su casa, con una escopeta, en caso de que alguien quisiera entrar a atacar a sus amigos afroamericanos
Abraham Solomon Viner (1885-1959) y su esposa Anna (1887-1976) eran por su parte los dueños de la Peoples Building and Loan Association, también en Tulsa. «El día de la masacre -escribió Goldfarb-, Abe fue a todas las casas de su cuadra, recogió a todas las empleadas domésticas y las reunió en su sala de estar».
¿Cómo se organizó para defenderlas? Viner «se sentó junto a la puerta principal con una escopeta, en caso de que alguien entrara a la casa».
Otra pareja de inmigrantes proveniente de Letonia, Jacob Fell (1885-1959) y su esposa Esther (1886-1980) eran dueños de la tienda de ropa Mis-Fit en Tulsa.
«Durante los disturbios raciales, Jacob reunió a varios amigos afroamericanos, los escondió en el baúl de su camión de transporte y los llevó a un área segura» hasta que cesó la violencia.
Todas historias dignas de ser recordadas en tiempos en que las agresiones raciales en general, y el antisemitismo en particular, están volviendo a mostrar su rostro en Estados Unidos.