El primer ministro de Israel, Naftali Bennett, volvió a comunicarse este viernes con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, a quien le ofreció ayuda humanitaria sin condenar la invasión, lo que confirmó, una vez más, lo compleja y delicada que es la relación con Rusia
De hecho, la palabra «Rusia» no aparece en el comunicado de la oficina del primer ministro que informó sobre la conversación, que al parecer fue iniciada por Zelensky, según aseguró la televisión israelí.
«Los dos líderes discutieron la situación en Ucrania, con énfasis en la región de Kiev» y el primer ministro «ofreció la asistencia de Israel con cualquier ayuda humanitaria necesaria», indicó el texto de los voceros.
«Bennett reiteró su esperanza de un rápido final de los combates y dijo que apoya al pueblo de Ucrania en estos días difíciles», completó el breve comunicado.
Hay, por supuesto, una razón detrás de las medidas palabras del primer ministro y sus portavoces. La prensa de Israel viene resumiendo en estos días los lazos entre Moscú y Jerusalén como «un delicado acto de equilibrio» diplomático.
No se debe olvidar que, según las estimaciones oficiales más recientes, alrededor de 165.000 judíos viven en Rusia y 43.000 en Ucrania, aunque es probable que esos números se deban cuadriplicar si se cuenta aquellos que prefieren no revelar su origen étnico o religioso en una zona convulsa.
También es importante recordar que, hasta hace pocas décadas, el gobierno de Moscú era el gran sostenedor de los principales enemigos de Israel. En efecto, la Unión Soviética era la que proveyó de armas y entrenamiento a los entonces regímenes de Siria y Egipto en los años de las guerras de los Seis Días (1967) y de Iom Kipur (1973).
Los residuos de la mentalidad de la era de la Guerra Fría resisten hasta estos días. Incluso esta semana, en momentos en que estallaba la guerra en Ucrania, la delegación de Moscú en las Naciones Unidas atacó nuevamente a Israel en el frente político por las alturas del Golán.
Rusia, que estaba a horas de invadir Ucrania, «no reconoce la soberanía de Israel sobre las alturas del Golán que son parte de Siria», dijo el embajador adjunto de Rusia, Dmitry Polyanskiy, ante el Consejo de Seguridad de la ONU, que celebró un debate sobre el conflicto israelí-palestino el miércoles.
Israel y Rusia tienen un acuerdo implícito y no reconocido sobre la situación en Siria
A través de un mensaje en la cuenta de Twitter de la misión ante las Naciones Unidas, Polyanskiy dijo el miércoles de esta semana que el gobierno ruso está «preocupado por los planes anunciados por Tel Aviv para expandir la actividad de asentamientos» en el Golan, evitando mencionar a Jerusalén como capital.
Israel conquistó esa zona durante la Guerra de los Seis Días y la anexó oficialmente en 1981. Hasta ahora, solamente Estados Unidos reconoció su soberanía sobre las alturas, que Israel considera un elemento fundamental en su defensa frente a Siria.
Y es Siria, precisamente, una clave del «acto de equilibrio» entre Israel y Rusia. Las fuerzas de Moscú prácticamente controlan el espacio aéreo del país vecino desde su entrada en el 2015 -a pedido del jefe del régimen de Damasco, el presidente Bashar al-Assad- en la guerra civil.
Desde entonces, Jerusalén y Moscú mantienen un implícito acuerdo nunca reconocido que permite a la Fuerza Aérea de Israel atacar blancos militares relacionados con Irán en Siria, en particular en la zona cercana al Golán.
Rusia estableció relaciones diplomáticas con Israel en 1991, poco después del colapso de la Unión Soviética y de la mayoría de los conceptos políticos de la Guerra Fría que ponía a Moscú en la vereda de enfrente de Jerusalén.
Antes y después se generó una masiva inmigración de judíos soviéticos -luego judíos rusos y ucranianos- hacia Israel. Se estima que actualmente residen en el país alrededor de 1,3 millones de personas originarias de Rusia, una gran proporción de la población del país, de apenas 9,2 millones.
Israel ???????? stands with #Ukraine ???????? pic.twitter.com/fE3cPGyXyN
— StopAntisemitism (@StopAntisemites) February 25, 2022
Una vez que se crearon los lazos oficiales, las relaciones bilaterales fueron en general cálidas, marcadas por un fuerte realismo y las necesidades políticas de ambos países.
En ese marco, hubo una época de «luna de miel» entre Jerusalén y Moscú: durante sus mandatos, el ahora ex primer ministro israelí Benjamin Netanyahu visitó Rusia nada menos que quince veces, cultivando una importante relación personal con Vladimir Putin.
Moscú es «importante» para Israel, pero Washington «es fundamental»
Por su parte, Bennett viajó a la capital rusa en octubre del 2021, cuando mantuvo una extensa y «cálida» -según se reportó en aquel momento- con el presidente de Rusia.
Con el estallido de la guerra en Ucrania, fuentes diplomáticas citadas por el diario Israel Hayom dijeron que el gobierno de Estados Unidos no pidió a Israel «que tome una postura sobre la crisis de Ucrania», condenando a Moscú, porque «comprende la naturaleza delicada de la decisión».
Jerusalén, escribió el analista Ron Kampeas, está dividida entre «el deseo de alinearse con sus aliados clave para condenar la invasión» y el cuidado de no «antagonizar a Moscú, que juega un papel militar clave en la frontera norte de Israel».
Esa división se expresó en las declaraciones públicas del ministro de Exteriores, Yair Lapid, quien dijo el jueves que el ataque ruso a Ucrania «es una grave violación del orden internacional», en fuerte contraste con las cautas declaraciones de Bennett, que evitó esa condena.
Dentro de este tablero internacional, «Israel y Estados Unidos están estrechamente alineados en cuestiones de seguridad global, pero a veces sus intereses inmediatos divergen», y «Ucrania es un ejemplo», señaló un análisis de la publicación Gzero Media.
Entrevistado por el website, el experto Aaron Miller, del Carnegie Endowment for International Peace, dijo que es «poco probable» que Israel se vea arrastrado al conflicto entre Rusia y Ucrania.
Pero si Washington «presiona a Israel para que elija un bando», indicó, el primer ministro Bennett «probablemente cumpliría, especialmente si Biden le pregunta personalmente».
«Moscú es importante en la estrategia de Israel en Siria», pero «Washington es fundamental para su ventaja estratégica general» en la región, resumió Miller.