Reuven Elgad es voluntario de la organización israelí de emergencias United Hatzalah y hasta hace pocos años estudiaba para dentista en Moldavia. Nunca se imaginó que volvería a ese país para asistir a cientos de refugiados que escapan de la guerra en Ucrania
A través de un relato en primera persona en el website de la organización, Reuven compartió algunos estremecedores detalles de su trabajo en Moldavia, tanto en la zona fronteriza con Ucrania como en la capital, Chisinau.
«Pasé cinco años» en Moldova, estudiando en la escuela de odontología Nicolae Testemitanu, «aprendiendo el idioma, conectando con personas y estudiantes que luego se convierten en mis colegas», comenzó recordando el voluntario israelí.
«Nunca soñé que volvería aquí para brindar ayuda en una zona de guerra«, confesó, «pero aquí estoy, tratando a miles de refugiados ucranianos que cruzan la frontera hacia Moldavia todos los días».
Elgad habla ruso y ucraniano, por lo que su ayuda es requerida continuamente. Además, cuenta con la ventaja de conocer a numerosos trabajadores de la salud moldavos, gracias a los años que pasó en el país.
Conocer los idiomas que hablan en el país invadido por las tropas de Moscú le resultó de gran utilidad a Reuven, quien se encargó -además de los tratamientos médicos- de recorrer los hoteles y centros comunitarios donde se alojan los evacuados.
Durante varios días recorrieron hoteles para informar a los refugiados que estaban allí para ayudarlos
«Estuvimos tres días la semana pasada yendo a todos los hoteles y otros centros de refugiados para informarles que estamos aquí y podemos brindarles alivio, atención y chequeos médicos gratuitos«, apuntó Reuven, uno de los numerosos voluntarios de United Hatzalah en la zona.
En los hoteles, el personal los ayuda para comunicarse con «todas las habitaciones», sigue el dentista israelí. «Les decimos a los refugiados que estamos aquí si nos necesitan y que pueden contar con nosotros», subrayó.
Por lo general, contó, los desplazados «bajan al vestíbulo (de los hoteles) para reunirse con nosotros y compartir sus historias».
Linor Attias talks about the tragedy of the refugee crisis in Moldova currently
— United Hatzalah (@UnitedHatzalah) March 6, 2022
As refugees begin taking shelter in or medical field hospital because there is nowhere else.#UkraineRussianWar #Ukraine️ #Refugees #HumanitarianAID pic.twitter.com/gqfE5tfbMc
«A menudo terminamos llorando juntos por un tiempo», admitió el voluntario. Los evacuados, señaló, «lloran por lo que han perdido» al escapar de Ucrania, «pero también por otra razón: que después de todo lo que han pasado, alguien está aquí para ayudarlos«.
Reuven tiene más historias para compartir, como la de una familia con la que se encontró en el cruce fronterizo «la semana pasada». Ellos «vieron nuestros chalecos y banderas» (israelíes) y «se acercaron en busca de ayuda».
«La madre, con dos niños pequeños -siguió Reuven-, comenzó a hablarme en un inglés entrecortado, tratando de transmitir lo que quería que verificara en su hijo pequeño».
«Estoy feliz de estar aquí brindando todo el alivio posible»
«Cuando le respondí en ruso, me miró sorprendida y empezó a llorar«. Luego «me abrazó y me dijo que su hijo estaba temblando».
En este caso, el tratamiento fue relativamente sencillo e incluía atención y un poco de cariño. «Lo llevé dentro de una tienda de campaña, le di una manta y un juguete y algo caliente para comer», contó el voluntario. «Después de un rato, (el niño) se calmó y sus escalofríos se disiparon».
La mujer «agradeció efusivamente» y le contó «cómo habían viajado en un auto sin calefacción durante dos días, evitando carreteras bombardeadas para llegar a la frontera».
«Me dijo -continuó- que no tenía idea de cuándo sus hijos volverán a ver su hogar o a su padre y me agradeció por hablarle en su lengua materna para que le brindara un poco más de consuelo»
«Fue entonces cuando comencé a llorar», reconoció.
Reuven, quien al partir hacia Moldavia se despidió de su esposa, Noa, que está embarazada, y de sus dos hijos, dijo que cada día, cuando se va a dormir, «durante las pocas horas que duermo, me pregunto cómo se arreglará el mundo para proporcionar alivio a tanta gente».
«No sé la respuesta, pero estoy feliz de estar aquí brindando todo el alivio posible para las personas que puedo todos los días», completó.