El lunes 7 de abril del 2025, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, disfrutó un raro privilegio: fue recibido para una reunión con Donald Trump por segunda vez en la Casa Blanca desde que el presidente de Estados Unidos asumió su mandato el 20 de enero.
Netanyahu ya había sido también el primer líder extranjero, a principios de febrero, que llegó a Washington para reunirse con Trump en este su segundo periodo como presidente.
Entre los temas principales de la agenda se destacaron la situación en Gaza en de la guerra contra Hamas que estalló tras el ataque terrorista del 7 de octubre del 2023 y el tenso enfrentamiento con el régimen de Irán.
Pero hubo un asunto central que ocupó gran parte del interés de la delegación que viajó desde Jerusalén: los aranceles del 17 por ciento que Trump impuso a las importaciones desde Israel, una tarifa baja en comparación con la que recibió China, pero por encima del 10 por ciento que se aplicó, por ejemplo, a Turquía y los Emiratos Árabes Unidos.
Según escribió el columnista Amichai Stein en el Jerusalem Post, la segunda reunión de Trump con Netanyahu en este mandato «no fue, a juzgar por las reacciones de los políticos, un éxito abrumador para el primer ministro de Israel».
Teniendo en cuenta que Trump evitó hacer concesiones sobre los aranceles durante la reunión con Netanyahu y que anunció la apertura de conversaciones «directas» con Irán, el gobierno de Israel «puede, al menos, mirar el vaso como si estuviera medio lleno o un cuarto lleno«, dijo Stein.
Y, además, completó, «recordar con cariño reuniones anteriores cuando, después de encontrarse con Trump, el vaso estaba completamente lleno».













