Después de once días de enfrentamientos, el gobierno de Israel y los líderes del grupo radical islámico Hamas aceptaron el establecimiento de un cese del fuego, que deberá entrar en vigor a las dos de la mañana del viernes hora local
En un comunicado, la oficina del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, dijo que el gabinete de seguridad «aceptó de manera unánime» la propuesta para el cese del fuego, que venía siendo avanzada por la diplomacia de Egipto.
La decisión, explicaron, se tomó teniendo en cuenta la opinión de «todos los funcionarios de seguridad» del país, incluyendo a los jefes del Mossad, la jefatura de estado de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y la cúpula de los servicios de inteligencia internos.
De todas maneras, se subrayó que la decisión final quedará supeditada a la evolución de los hechos en el frente. «El liderazgo político enfatiza que es la realidad sobre el terreno la que determinará el futuro de la operación», afirmó en ese sentido la nota de la oficina de Netanyahu.
«Mientras Hamas tengas cohetes, los disparará contra Israel»
Por el lado palestino, tanto Hamas como la Jihad Islámica -el otro grupo radical detrás de los más de 4.000 cohetes lanzados contra Israel- confirmaron el cese del fuego, afirmando que lo respetarán únicamente si se pone en práctica «de manera paralela».
Con doce muertos del lado israelí, entre ellos dos niños, y al menos 232 del lado palestino, incluyendo sesenta y cinco menores (aunque los números de Hamas no precisan cuántos fallecieron por fuego enemigo y cuántos por los cohetes propios que cayeron en Gaza), es evidente el trágico costo humano del enfrentamiento.
Pero lo que parece ser el final de este capítulo del conflicto entre Israel y los grupos fundamentalistas islámicos deja numerosos interrogantes y dudas desde el punto de vista militar y político.
«Mientras Hamas pueda tener cohetes, entonces la perspectiva de cambiar algo en Gaza será muy limitada y cualquier calma será básicamente una calma a corto plazo», afirmó, por ejemplo, Dennis Ross, ex enviado estadounidense para el Medio Oriente.
Entrevistado por el diario israelí The Jerusalem Post, Ross -quien sirvió en el gobierno de George H. W. Bush y, especialmente, el de Bill Clinton- dijo que, mientras Hamas tenga misiles, «los disparará contra Israel».
Ya hubo críticas internas para Netanyahu
Previsiblemente, los opositores internos a Netanyahu se pronunciaron en contra de la tregua, entre ellos Gideon Sa’ar, un ex miembro del Likud, el partido de derecha que encabeza el primer ministro.
«El cese de la actividad militar israelí sin imponer ninguna restricción que impida el rearme y fortalecimiento de Hamas» puede ser considerado «un fracaso político», indicó Sa’ar, resumiendo el pensamiento de la mayor parte de los dirigentes a la derecha de Netanyahu.
Las declaraciones de Sa’ar contrastan con lo que afirmó tras el anuncio de la tregua el ministro de Defensa, Benny Gantz, según el cual las FDI «alcanzaron logros militares sin precedentes en su escala, precisión y significado estratégico para la lucha con las organizaciones terroristas en Gaza».
En sus reportes durante el conflicto, las FDI informaron haber alcanzado varios importantes objetivos en Gaza, incluyendo fábricas y depósitos de cohetes y aplicado un duro golpe al sistema de túneles de Hamas.
También informó haber eliminado a varios líderes de los grupos radicales islámicos, entre ellos Khaled Manamara, comandante del batallón Al-Farka’in, y Raed Saad, jefe de estado mayor de Operaciones Especiales, ambos de Hamas.
Si la historia sirve de ejemplo, después de la guerra del 2014 en la Franja de Gaza, que duró siete semanas y dejó sesenta y siete soldados y seis civiles muertos del lado israelí y entre 2.100 y 2.300 del lado palestinos, a Hamas le tomó poco tiempo volver a lanzar cohetes contra el país vecino, dándole la razón al estadounidense Ross.
En efecto, el conflicto concluyó el 24 de agosto del 2014 y el 16 de setiembre siguiente fuego de mortero fue disparado desde Gaza contra el sur de Israel.
Un nuevo escenario político tras el conflicto
También quedará por verse qué sucede en el frente político, en ambos lados. En Israel, hay que esperar por los resultados de las negociaciones que está llevando adelante Yair Lapid, del partido centroizquierdista Yesh Atid, para formar gobierno.
Para Lapid el escenario se complicó gravemente. Si antes del conflicto aparecía posible que encabezara un gobierno de unidad con Sa’ar y con el también derechista Naftali Bennett, ahora se habla de la posibilidad de una gran coalición pero con Netanyahu y Gantz al frente.
En cuanto a los palestinos, el conflicto puso en pausa el duro enfrentamiento entre los islámicos de Hamas y los seculares de Fatah, el partido del presidente Mahmoud Abbas, que controla Cisjordania.
Es una incógnita cuál será el futuro de las elecciones palestinas en Gaza y Cisjordania, suspendidas poco antes del conflicto a causa de las restricciones para votar en Jerusalén oriental, bajo control israelí.
A diferencia de lo que ocurrió en estos días, durante la guerra del 2014 Hamas y Fatah se criticaron públicamente, incluyendo una denuncia del partido de Abbas que afirmaba que los islámicos se estaban robando los elementos de ayuda internacional para repartirlos entre sus seguidores en Gaza.