El grupo terrorista Hamas entregó este sábado a la Cruz Roja Internacional a los seis últimos rehenes liberados en el marco de la primera fase del acuerdo para el cese del fuego en Gaza, y devolvió también, finalmente, el cuerpo de Shiri Bibas, la mamá de Ariel y Kfir.
Una vez más, los terroristas palestinos montaron un denigrante espectáculo público para el traspaso de los rehenes a los representantes de la organización humanitaria internacional.
Los dos primeros rehenes, Tal Shoham, de 40 años, y Avera Mengistu, de 38, fueron entregados a la Cruz Roja en Rafah, en el sur de Gaza.
Shoham fue secuestrado durante el ataque del 7 de setiembre del 2023 en el kibutz Be’eri junto con sus dos hijos, su esposa y su suegra, todos ellos liberados en el marco de la tregua de noviembre del 2023.
Mengistu, un israelí de Ashkelon, cruzó a Gaza en el 2014 en misteriosas circunstancias y permaneció cautivo de Hamas durante once años. Avera apareció ante las cámaras débil y demacrado.
Más tarde, miles de personas, incluyendo pistoleros de Hamas, se congregaron en Nuseirat, en el centro de Gaza, para el acto público de entrega de otros tres rehenes: Eliya Cohen, de 27 años, Omer Shem Tov, de 22, y Omer Wenkert, de 23.
Según describió la cadena televisiva estadounidense CNN, se trató de «otra ceremonia muy coreografiada» del grupo islamista, con «varios niños (que) aparecieron en el escenario con camisetas con fotografías de líderes de Hamas» alcanzados por el fuego israelí.
Demostrando la perversa ingeniería de propaganda de Hamas, el último rehén de esta fase fue devuelto en forma privada: se trató de Hisham al-Sayed, de 37 años, un israelí árabe musulmán de una comunidad beduina en el sur de Israel que entró en Gaza en el 2015.
Para los comentaristas, se trató de una maniobra del grupo terrorista para evitar que el mundo árabe observe en vivo y en directo de la liberación de un cautivo musulmán.
También se recordó que tanto Al-Sayed como Mengistu sufrirían de problemas mentales, lo que de alguna manera explica que hayan entrado a la Franja de Gaza por su cuenta antes de ser capturados y mantenidos como rehenes durante años.
Pocas horas antes de la tanda de liberaciones de este sábado, el viernes en la noche de Israel, la familia Bibas confirmó que el segundo cuerpo entregado por Hamas era el de Shiri, secuestrada en Nir Oz junto a sus dos pequeños hijos y a su esposo, Yarden, que fue liberado en esta fase.
Antes, el jueves último, Hamas había entregado a la Cruz Roja los cuerpos de Ariel y de Kfir junto a los de otro rehén muerto en cautiverio, Oded Lifshitz, junto con los restos supuestamente pertenecientes a Shiri.
Sin embargo, los peritos forenses israelíes establecieron que ese cuerpo no era de Shiri sino de una mujer desconocida, cuyo ADN tampoco se correspondía con el de otras secuestradas.
En el video de arriba, el reencuentro de Omer Wenkert con sus padres después de salir de Gaza
«Es con gran dolor que recibimos la noticia de la identificación de Shiri Bibas, que fue asesinada en cautiverio por los hijos de la injusticia y fue devuelta a Israel para el descanso eterno», señaló un comunicado del foro de familiares de los secuestrados.
Con la llegada a Israel del cuerpo de la joven raptada en Nir Oz se puso «fin a 505 días agonizantes de incertidumbre y profundo dolor -añadió el mensaje del foro-. Compartimos el gran dolor de la familia Bibas y continuaremos acompañándolos y abrazándolos».
El mismo viernes, voceros de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) difundieron detalles de la muerte de los pequeños Bibas a manos de Hamas, con escalofriantes datos que surgieron de la examinación forense.
«Contrariamente a las mentiras de Hamas, Ariel y Kfir no murieron en un ataque aéreo. Ariel y Kfir Bibas fueron asesinados a sangre fría por terroristas», dijo el mensaje del contralmirante Daniel Hagari, uno de los portavoces de las FDI.
«Los terroristas no dispararon a los dos niños, sino que los mataron con sus propias manos. Después, cometieron actos horribles para encubrir esas atrocidades», agregó.
La evaluación -completó Hagari- se basa tanto en los descubrimientos forenses del proceso de identificación como en la inteligencia que respalda los hallazgos».













