En los medios de comunicación y en las redes sociales se leen y escuchan constantemente referencias al nuevo «conflicto árabe-israelí» cuando se habla de la guerra en Gaza. Pero, para este analista, ya es tiempo de empezar a reconocer a todos los demás protagonistas que no son ni árabes ni israelíes.
Por Nader Habibi *
La fase actual de los combates en Medio Oriente comenzó hace casi un año, con el ataque de Hamas el 7 de octubre del 2023 y la posterior campaña de Israel sobre Gaza. Pero para muchos académicos, expertos en política exterior y observadores internacionales, lo que está ocurriendo es también el último episodio de un conflicto que dura décadas y que se conoce comúnmente como el «conflicto árabe-israelí».
Esta experiencia de los últimos once meses llevó a muchos expertos en la región a reevaluar ese término. ¿Es «conflicto árabe-israelí» una reflexión acertada, dado que los participantes activos ya no son sólo árabes e israelíes?
¿Deberíamos abandonar definitivamente ese término ahora que el conflicto se amplió e involucra a Estados Unidos e Irán, y posiblemente a Turquía y otros en los próximos años?
Cómo empezó todo
El conflicto árabe-israelí comenzó tras el colapso del Imperio Otomano en 1922. En lo que hoy es Israel y los territorios palestinos ocupados, pero que entonces era el mandato palestino bajo el dominio británico, las disputas esporádicas sobre la propiedad de la tierra llevaron a la violencia entre las comunidades árabes judía y palestina.
Cuando Israel declaró su independencia en 1948, el conflicto se expandió hasta convertirse en una guerra interestatal entre Israel y varios países árabes: Egipto, Jordania, Irak, Líbano y Siria. Por eso, tanto los medios de comunicación como los líderes políticos de la época la llamaron la guerra árabe-israelí.
Ese nombre se mantuvo vigente durante varias décadas, ya que el conflicto permaneció geopolítica y geográficamente confinado a los países árabes e Israel. Después de la guerra inicial de 1948, el conflicto no resuelto dio lugar a varias otras guerras entre Israel y los países árabes.
Algunos países árabes exportadores de petróleo, como Arabia Saudita y Kuwait, también se involucraron indirectamente al brindar apoyo financiero a los estados árabes de primera línea y declararon embargos de petróleo contra Occidente durante las guerras de 1967 y 1973.
Irak también se vio directamente afectado por este prolongado conflicto en la década de 1980, cuando Israel destruyó sus instalaciones nucleares. Posteriormente, Irak atacó a Israel con misiles varias veces en 1991 durante la primera Guerra del Golfo.
Más allá del mundo árabe
La frase «conflicto árabe-israelí» ya no se escucha tanto hoy en día, pero todavía se usa comúnmente, incluso por las Naciones Unidas, el gobierno de Estados Unidos, los medios de comunicación y muchos académicos de la región. Sin embargo, la referencia al «conflicto árabe-israelí» oculta el papel activo de varios otros participantes, en particular en las últimas décadas.
El apoyo diplomático de Estados Unidos a Israel comenzó con la decisión del presidente Harry Truman de ser el primero en reconocer al nuevo estado en mayo de 1948. A esto le siguió en la década de 1960 un aumento del apoyo militar y financiero de Estados Unidos durante la presidencia de Lyndon Johnson.
También se produjeron importantes transferencias de armas estadounidenses a Israel en septiembre de 1970, cuando, a petición del presidente Richard Nixon, Israel movilizó sus fuerzas para salvar al rey Hussein de Jordania de un levantamiento palestino apoyado por fuerzas sirias.
Sin embargo, en las décadas siguientes, el papel de Estados Unidos se amplió hasta incluir una participación directa en operaciones de defensa aérea contra ataques con misiles y aviones no tripulados contra Israel.
Las unidades de defensa aérea del ejército estadounidense, por ejemplo, se utilizaron para defender a Israel contra los ataques con misiles Scud de Irak ya en la Guerra del Golfo de 1990-91.
Esta participación estadounidense también ha sido evidente desde los ataques del 7 de octubre. En los meses posteriores a los ataques, Estados Unidos llevó a cabo operaciones contra ataques con misiles y aviones no tripulados lanzados hacia Israel por los hutíes en Yemen y por Irán.
Según todos los indicios, el apoyo militar de Estados Unidos desempeña un papel crucial en la superioridad militar de Israel sobre sus vecinos. Por lo tanto, un nombre apropiado para el conflicto más amplio, en mi opinión, debería reflejar esta activa participación estadounidense.
En el «lado árabe» del conflicto, los adversarios de Israel ya no se limitan a las naciones árabes.
Irán es ahora un participante activo: Teherán no sólo proporciona apoyo militar a grupos hostiles a Israel, incluidos Hamas, los hutíes y Hezbollah, sino que tuvo choques militares directos con Israel durante la actual guerra de Gaza.
Además, Irán e Israel vienen estando involucrados en operaciones encubiertas y guerras cibernéticas entre sí durante los últimos quince años, que no hicieron más que intensificarse desde la guerra entre Israel y Hamas.
¿Riesgo de participación turca?
Y, sin que se vislumbre una resolución de los actuales combates, no se deben descartar las posibilidades de que el conflicto se amplíe aún más.
Dos posibles escenarios que pueden ampliar este conflicto son una grave escalada entre Israel e Irán y la participación activa de Turquía. El intenso bombardeo israelí de Gaza y las numerosas víctimas resultantes aumentaron las tensiones entre Israel y Turquía.
El presidente Recep Tayyip Erdogan y los políticos de varios partidos políticos turcos criticaron con vehemencia las operaciones militares de Israel.
Los sentimientos anti-israelíes en Turquía alcanzaron niveles muy altos, en parte como resultado de la amplia cobertura de la guerra y el sufrimiento humano en Gaza.
Existe incluso una pequeña posibilidad de que un acontecimiento inesperado, como un encuentro entre la marina israelí y un barco turco que se acerque a Gaza para desafiar el bloqueo naval israelí, pueda conducir a un choque militar entre Turquía e Israel.
Si bien la probabilidad de que se produzca un evento de este tipo sigue siendo pequeña, según algunos expertos también podría desencadenarse una escalada militar entre Israel y Turquía a raíz de una eventual operación importante israelí en el Líbano.
Una etiqueta que no refleja la realidad
A casi un año de iniciada la nueva fase de combates en Medio Oriente, resulta evidente que la etiqueta «conflicto árabe-israelí» ya no refleja la realidad sobre el terreno. Pero las expresiones «israelí-palestino» o «Gaza-Israel» no tienen en cuenta el creciente número de países que tienen un interés -o un papel activo- en los combates.
Por un lado, tenemos a varios actores no estatales y gobiernos de todo el Medio Oriente y el norte de África. Por el otro, tenemos a un Israel que depende en gran medida del Pentágono para su poderío militar y su protección, y a un Estados Unidos que está plenamente comprometido con la seguridad de Israel.
* Profesor de Economía del Medio Oriente, Universidad Brandeis / Publicado originalmente en The Conversation.