El gobierno de China está ejerciendo una «influencia maliciosa» en Medio Oriente, y su declarado apoyo a los palestinos tiene menos que ver con el impulso de un estado independiente junto a Israel que con una estrategia para vulnerar la presencia de Estados Unidos en la región.
Así lo afirmó un artículo publicado por la directora del Jewish Policy Center (JPC), un centro de estudios de tendencia conservadora con sede en la ciudad de Washington, en Estados Unidos.
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En la nota, la analista Shoshana Bryen recordó los lazos de Pekín con la dirigencia palestina, incluso con la cúpula de Hamas, el grupo islamista que llevó a cabo la matanza del 7 de octubre del 2023 contra el sur de Israel, donde dejó 1200 muertos y decenas de secuestrados.
También se refirió a la presencia de dirigentes de Hamas y de sus acérrimos enemigos internos de Fatah en julio de este año en la capital china para la firma de una declaración en favor de la creación de un gobierno palestino de unidad.
«Para los palestinos, especialmente para Hamas, ser recibidos en Pekín en el período posterior al 7 de octubre era atractivo, aunque no resolviera ninguno de sus problemas», señaló Bryen.
Pero las acciones de China en Medio Oriente, añadió, «están menos destinadas a impulsar la creación de un estado palestino que a acelerar el declive de la influencia estadounidense en la región».
China, ascendente rival de Estados Unidos en el Medio Oriente
China, el principal comprador del petróleo iraní y uno de los protagonistas clave del negocio del crudo en Irak, «está bien situada» para perforar la influencia estadounidense, se lee en el artículo.
Bryen afirmó que China también «aumentó su apoyo al movimiento terrorista Houthi patrocinado por Irán en el Mar Rojo, donde Estados Unidos no quiso o no pudo evitar ataques a barcos occidentales» que redujeron el tráfico a través del Canal de Suez en más del 50 por ciento.
Según la directora del JPC, «la hostilidad de China hacia Israel también aumentó», en particular porque el gobierno de Jerusalén «limitó su intercambio de tecnología con Pekín en los últimos años.
Por eso no sorprendió, dijo la analista, el apoyo chino a «las resoluciones pro-Hamas del Consejo de Seguridad de la ONU después de la masacre del 7 de octubre».
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En efecto, hasta hace algunos meses los dos países estaban viviendo un momento de acercamiento, a nivel político y, más que nada, en el terreno comercial.
Sin embargo, la actitud de China hacia Israel -y el Medio Oriente en general- después del 7/10 resultó de un contraste alarmante, inclinado notoriamente hacia los palestinos.
Juego a dos bandas en el mundo árabe
La apertura política china a ambos bandos del conflicto sunita-chiíta en la región, su «creciente presencia en las vías fluviales entre Medio Oriente y Asia» y la compra de materias primas y activos minerales cruciales en África «hacen que el panorama general sea mucho más aterrador» que la reunión de Fatah y Hamas, advirtió.
Y no es solamente la cercanía con los líderes palestinos, tanto los «moderados» como los terroristas de Hamas. A principios de agosto, el canciller chino, Wang Yi, mantuvo una inquietante conversación telefónica con su par iraní en funciones, Ali Bagheri Kani.
Wang, comunicó el reporte de la agencia oficial Xinhua, dijo que Irán es «un país con importante influencia sobre la región y un socio estratégico integral de China».
El ministro de Exteriores, también miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista del gigante asiático, agregó que China «siempre promovió sus relaciones con Irán desde una perspectiva estratégica y a largo plazo», precisó Xinhua.
Siempre según la agencia, Wang declaró que «China se opone con firmeza y condena enérgicamente el asesinato» del jefe político de Hamas, Ismail Haniyeh, víctima de una explosión en Teherán el 31 de julio último.
En el final de su despacho, Xinhua señaló que China «apoya a Irán en lo relativo a defender su seguridad soberana y dignidad nacional» y está «dispuesta a mantener una comunicación estrecha» con el régimen de Teherán.
Pekín ya mostró sus cartas
Ya en mayo de este año, una columna del analista Derek Grossman, del think tank estadounidense Rand, alertó que «China está quemando todos sus puentes con Israel».
«La sorprendente respuesta de Pekín al horrible ataque de Hamas» del 7/10 «y a la campaña de represalias de Israel contra el grupo islamista palestino en Gaza cambiaron por completo el panorama» de la luna de miel que estaban viviendo ambos países, escribió Grossman.
No hay que olvidar que, por ejemplo, China es uno de los principales socios comerciales de Israel y que una de sus empresas hasta controla un puerto en el estado judío.
«Incluso si la calma vuelve a Medio Oriente en un futuro próximo, Pekín ya mostró sus cartas -remarcó el analista-. China se opone fundamentalmente a cualquier operación militar israelí, incluso en defensa propia».
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¿La razón? Según Grossman, Pekín está buscando «elevar su estatura como defensor del Sur Global, especialmente en un momento en que India parece ser un formidable rival en ascenso».
Además, en sintonía con Bryen, apuntó que China también «está fortaleciendo su asociación con Irán», junto a Rusia, «en un ‘eje de resistencia’ contra Estados Unidos y las democracias occidentales».