Llegó finalmente la orden para cerrar al público la controvertida estación central de buses de Tel Aviv, el enorme e ineludible edificio de la ciudad israelí señalado siempre como fuente de ruidos y contaminación
Según se informó, una corte local emitió en estos días una orden de clausura para la estación, y la fuerza de bomberos se negó a concederle la certificación de seguridad para funcionar.
Con estos papeles en mano, la municipalidad de Tel Aviv ya la avisó a los dueños de los comercios que durante años le dieron colorido a los pasillos de la estación que deberán mudarse para el 5 de diciembre.
Un aviso similar se entregó a las empresas de transportes que operan en la Tajaná Merkazit, las cuales deberán buscarse estaciones temporales para operar en la ciudad israelí sobre el Mediterráneo.
Todavía no se informaron los planes para gestionar el tráfico de buses a partir del cierre, pero el diario israelí Globes dijo que la municipalidad y el gobierno nacional llegaron a un acuerdo para «establecer una nueva terminal» cerca del Panorama Center, en el sur de Tel Aviv.
Para las autoridades, el edificio es «un peligro para el medio ambiente y la salud»
La decisión ya había quedado clara a principios de este mes, cuando la ministro de Transportes israelí, Merav Michaeli, anunció el acuerdo entre distintas reparticiones nacionales y municipales para cerrar lo que señaló como un «peligro para el medio ambiente y la salud».
«No sucederá mañana por la mañana, pero esta monstruosidad que es un peligro para el medio ambiente, la salud y el transporte, será despejada de aquí», afirmó en aquella ocasión Michaeli.
«En un futuro cercano veremos sitios alternativos, más autobuses eléctricos, mejor servicio y menos de la estación central de autobuses de Tel Aviv y su contaminación», completó la ministra.
La Tajaná forma parte oficial del paisaje de la ciudad desde 1993, cuando se estrenó con grandes expectativas. Sin embargo, el enorme edificio de siete pisos rápidamente se mostró como un problema para Tel Aviv.
Considerada la segunda estación de buses más grande del mundo, fue diseñada en 1963 por el arquitecto Ram Karmi -autor también de otros edificios importantes del país, entre ellos la sede de la Corte Suprema-, ocupa una superficie de 44.000 metros cuadrados y tiene otros 230.000 construidos.
Cualquier residente o visitante que la haya recorrido, recuerda las habituales complicaciones para encontrar las dársenas de salida de los autobuses o haberse perdido en las decenas de pasillos comerciales de la estación.
La estación fue siempre una extraña experiencia de laberinto para pasajeros locales y turistas
De hecho, se afirma que Karmi la diseñó de esa manera para favorecer la experiencia del «pasajero perdido» que gasta más dinero en los locales de la estación.
Ahora los problemas girarán alrededor del destino que le espera al edificio, ya que muchos arquitectos señalaron que, debido a su imponente magnitud, es casi imposible demolerlo de manera segura y eficiente.
Por lo que se sabe, el plan de las autoridades es desmantelar por completo las rampas de hormigón utilizadas por los buses para el 2025 y luego, durante los siguientes cinco a diez años, «reciclar» el edificio para otros usos.
Este cierre no es el primero de una central de autobuses que se observa en Tel Aviv, ya que en 1993, al abrirse la nueva, dejó de funcionar la «vieja central», que había servido a la ciudad desde 1941.
Escenario de incontables recuerdos y de películas, recordada en canciones de grupos de música popular israelí, la estación «vieja» fue demolida en julio del 2009.