El hombre nacido Szymon Perski el 2 de agosto de 1923 en Wiszniew -una pequeña localidad ubicada en aquel momento en Polonia, actualmente conocida como Vishnyeva, en Bielorrusia- estaba llamado a ser una de las mayores personalidades de Israel
Primer ministro, presidente, premio Nobel de la Paz, Shimon Peres, tal el nombre que eligió después de instalarse en 1934 en la Palestina bajo mandato británico, se convirtió pronto en un protegido del fundador de Israel, David Ben-Gurion.
Peres se ubica sin duda entre los más grandes próceres nacionales, junto a Itzjak Rabin, Golda Meir o Moshe Dayan. Durante muchos años fue un ícono israelí, el personaje con quien todos querían tomarse una foto.
Alguna vez sintetizó perfectamente la idea que sigue permitiendo al país crecer: «en Israel, una tierra que carece de recursos naturales, aprendimos a apreciar nuestra mayor ventaja nacional, nuestras mentes».
Para recordar el quinto aniversario de su fallecimiento, el 28 de setiembre del 2016, a los 93 años, en el hospital Sheba de Ramat Gan, en los alrededores de Tel Aviv, aquí otras cuatro frases célebres del ex primer ministro.
«Lo más importante en la vida es atreverse -dijo en una entrevista con la reportera israelí Amira Lam-. Lo más complicado de la vida es tener miedo. Lo más inteligente del mundo es tratar de ser una persona moral».
El judaísmo, afirmó el entonces ministro de Exteriores de Israel durante su discurso al aceptar el premio Nobel de la Paz de 1994, es «una fusión de creencias, historia, tierra y lenguaje. Ser judío significa pertenecer a un pueblo único y universal».
En ese mismo mensaje recordó que «la espada, como nos enseña la Biblia, consume carne pero no puede proporcionar sustento. No son los rifles, sino la gente la que triunfa, y la conclusión de todas las guerras es que necesitamos mejores personas, no mejores rifles, para ganar guerras y, sobre todo, para evitarlas».
Finalmente, cuando Israel cumplía 64 años, Peres explicó que los judíos «hemos existido durante 4.000 años, 2.000 años en la diáspora, en el exilio. Nadie en el Medio Oriente habla su idioma original excepto Israel. Cuando empezamos hace 64 años, éramos 650.000 personas. Entonces, ya sabe, tal vez estemos nadando un poco contra la corriente, pero seguimos nadando«.