Muchos de los padres fundadores del país llegaron desde Europa formados en las ideas socialistas, al igual que una gran porción de los inmigrantes arribados desde el viejo continente, por eso, en el Israel de antes, el Día del Trabajador era una de las fechas más importantes del año.
Pero con el paso de las décadas, y las transformaciones económicas e ideológicas, tanto globales como locales, el Día Internacional de los Trabajadores (Ahad BeMai, primero de mayo, en hebreo) fue perdiendo su carácter masivo en el país.
El Primero de Mayo «ya no se celebra ampliamente en Israel, aunque solía ser una de las festividades más populares del país», recordaba un artículo del diario Haaretz en el 2017.
«Su ascenso -resumió- reflejó el papel clave que desempeñó el movimiento obrero en el desarrollo del estado de Israel», mientras que «la posterior disminución de la festividad refleja el declive del movimiento a lo largo de los años».
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Por aquellos años de los pioneros, antes de la independencia de 1948, una de las principales corrientes de inmigrantes fue la de los activistas de izquierda que establecieron los kibutzim, las granjas colectivas que todavía hoy son elemento clave de la economía nacional.
En el libro Like Dreamers, el periodista estadounidense-israelí recuerda que «los miembros de los numerosos kibutzim explícitamente comunistas» del país crecieron educados para «reverenciar a la Unión Soviética como una ‘segunda patria'».
Infaltable, Golda Meir
Las masivas marchas del Primero de Mayo de fines de la década del ’40 del siglo pasado y de la del ’50 reunía a ese sector clave de la población de Israel, y también a los dirigentes del Laborismo, el partido del prócer máximo nacional, David Ben-Gurion.
Como se puede ver en una de las fotos que acompañan este artículo, también Golda Meir marchaba con orgullo, junto a los principales líderes de la Histadrut, la central obrera israelí.
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La confluencia de miembros de la Histadrut y de habitantes de los kibutzim mostraba en esos años que el Primero de Mayo no era simplemente una celebración comunista, sino que la fecha representaba también a los trabajadores.
Después de todo, uno de los objetivos del sionismo era (y en cierta forma, sigue siendo) crear al «nuevo judío» y la «nueva judía», obreros y operarias con una vida muy distinta a la de los hebreos del shtetl europeo.
De todas maneras, aquellas marchas del Día Internacional del Trabajador en Israel ya son cosa del pasado. Por un lado, las nuevas economías tecnologizadas fueron erosionando lentamente el poder de los sindicatos.
El desencanto soviético
Y, por el otro, «cualquier afinidad israelí por el comunismo se atenuó después de que los soviéticos brindaron su apoyo a Egipto, Siria, la OLP y otros enemigos declarados del estado judío durante las décadas de 1960 y 1970″, apunta Armin Rosen en el portal estadounidense Tablet.
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El definitivo alineamiento de Israel con Estados Unidos y los demás países de Occidente terminó de poner al país en contra del boque comunista, al tiempo que «el sionismo religioso comenzó a eclipsar al izquierdismo laborista» en la política israelí, agrega Rosen.
Debido a los acontecimientos históricos en Israel y en el resto del mundo, «el secularismo -concluye la nota de Tablet- se convirtió en un aspecto menos intrínseco y obvio del sionismo que lo que había sido durante el período de fundación del estado, convirtiendo el Primero de Mayo israelí en una rareza».
Pero, las conmovedoras fotografías en blanco y negro del Día del Trabajador nos recuerdan que esa historia existió y fue una parte elemental del desarrollo del estado de Israel.