En un país con una de las tasas de fertilidad más altas del mundo desarrollado, las madres en Israel viven subordinadas a una sociedad que ve a los hijos y la maternidad como un símbolo de estatus y realización.
Así lo afirmó la columnista Moria Kor, del diario Israel Hayom, quien aprovechó los preparativos de Pésaj para destacar la abundancia de responsabilidades que pesan sobre las madres israelíes.
En ocasión de esta festividad, es común encontrarlas en la cocina, preparando durante horas una suculenta cena para el Seder.
Pero, en Israel, aseguró en su columna, las madres no solamente se desempeñan como jefas de sus hogares a la hora de atender a la familia: deben tener varios hijos y, además, tener una carrera profesional, afirmó.
«Madre de uno, dos, tres»
Con un promedio de tres hijos por madre, «Israel es líder mundial en natalidad», apuntó la columnista, recordando que ese número entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), por ejemplo, cae a apenas 1,59.
«Nos gusta medirnos en relación con los países de la OCDE, y aquí los multiplicamos», escribió Kor.

Para la periodista, «todavía es difícil ignorar nuestra obsesión por tener hijos» en Israel, donde «si no eres madre de uno, dos, tres, no existes».
Y no es solamente la maternidad: «si no tienes una carrera, no tienes forma de existir realmente», aseveró.»Eso es interesante -añadió-, teniendo en cuenta que no hay madre israelí que no se debata cada año entre la necesidad de trabajar y el compromiso con los hijos que trajiste al mundo».
Como madre, dijo Kor, «entiendo lo encadenada que está una mujer cuyo horario está atado» al calendario escolar establecido por el Ministerio de Educación pero «también al horario del jefe».
«Eres sirviente de dos amos, pero todos a tu alrededor te admiran», señaló de manera irónica al apuntar a esta «obsesión» de la sociedad de Israel por la maternidad.
No es solo la población ultra-ortodoxa
«A veces -sigue la columna- me parece que los niños son un símbolo de estatus en Israel», donde las mujeres «muestran» a su hijo o hija «como si fuera una joya nueva» pero, «a las catorce semanas, lo envía a la guardería con otros treinta niños que lo contagiarán de una infección ocular».

La tasa de natalidad es, en efecto, muy alta en Israel, cuya población se espera que llegue a los diez millones de personas en el 2024 y a los 15 millones para el cumpleaños número cien del país, en 1948.
A primera vista, detrás del crecimiento sostenido de la población podría señalarse los altos índices de fertilidad entre el sector judío ultra-ortodoxo, que marca alrededor de siete hijos por madre.
Pero un estudio del Centro Taub para Estudios Sociales publicado en el 2019 aseguró que, si bien la tasa de fertilidad de las mujeres haredi, es muy alta, el aumento de la fecundidad viene siendo «impulsado en gran medida por las poblaciones judías seculares y tradicionales».
Según los datos recogidos en ese informe, la tasa de fecundidad combinada de las mujeres israelíes judías no ultra-ortodoxas es superior a 2,2 hijos, un número que siegue siendo más alto que el promedio de la OCDE, sosteniendo, de alguna manera, los argumentos de la columnista Kor.