El plazo que obtuvo el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, para formar un nuevo gobierno en base a los resultados de las elecciones legislativas de marzo expiró en la medianoche entre el martes y el miércoles, y ahora la decisión vuelve a manos del presidente, Reuven Rivlin
Netanyahu había sido el primer dirigente al que Rivlin le encargó la tarea de formar gobierno, ya que su partido, el Likud, de derecha, fue el que obtuvo más bancas (30) en los últimos comicios.
Ahora, Rivlin deberá decidir si pasa la responsabilidad a la Knesset, el parlamento unicameral israelí, o elige a otro dirigente para intentar formar gobierno.
Los que cuentan con más posibilidades, según la prensa israelí, son Yair Lapid, del centroizquierdista Yesh Atid (diciesiete escaños en las elecciones de marzo), y Naftali Bennett, de Yamina, de derecha, que alcanzó siete bancas.
El primer ministro intentó vanamente crear una alianza que le permitiera formar un gobierno de derecha, junto a Yamina y a Tikvá Hadashá, otro partido de ese sector que es liderado por Gideon Sa’ar, un ex Likud que abandonó el partido precisamente para intentar desalojar a Netanyahu del poder.
Cualquier dirigente político que quiera convertirse en primer ministro debe reunir una base de por lo menos 61 legisladores de la Knesset, que cuenta con 120 bancas.
Si eventualmente Rivlin designa a otro candidato a forma gobierno y el proceso termina también en un fracaso, Israel deberá marchar a nuevas elecciones, las quintas en los últimos dos años.