El parlamento de Israel, la Knesset, terminó finalmente de disolverse y se convocó a nuevas elecciones, las cuartas en los últimos dos años, para renovar las autoridades políticas y, eventualmente, formar un nuevo gobierno
La vigesimotercera Knesset se desarmó después de que los congresistas no pudieron ponerse de acuerdo y se llegó a la fecha límite sin la aprobación del presupuesto nacional para el 2020.
De esta manera terminó de colapsar la coalición formada por el Likud del primer ministro, Benjamin Netanyahu, de derecha, y la coalición Kajol Lavan del ministro de Defensa, Benny Gantz, de centroizquierda.
Según las estimaciones de la prensa israelí, las nuevas elecciones podrían realizarse el 23 de marzo del año próximo.
Apenas se anunció la disolución del congreso, Netanyahu comenzó la campaña política, afirmando que, con el Likud, «ganaremos las elecciones por dos razones», comenzando por «nuestro gran liderazgo y logros», entre los que destacó la llegada al país de las vacunas para el coronavirus, los acuerdos de paz con naciones árabes y lo que presentó como una «economía fuerte».
En segundo lugar, añadió en declaraciones públicas, «hay muchos políticos» pero «ninguno puede formar gobierno» sin los partidos de izquierda. Por ello, Netanyahu afirmó que «la única forma de tener un gobierno de derecha», sin las formaciones políticas de izquierda, «es votar solo por el Likud».
Después de tres elecciones en las que ni el Likud ni Kajol Lavan pudieron formar gobierno, las dos formaciones rivales accedieron a formar un gabinete de unidad para enfrentar la pandemia de coronavirus, pero el acuerdo duró apenas siete meses.
Netanyahu, sobre quien pesan varias acusaciones de corrupción, viene ejerciendo como primer ministro desde el 2009. También estuvo al frente del ejecutivo entre 1996 y 1999, por lo cual es el líder con más años en el puesto de primer ministro en la historia del país.