Gobiernos en Israel han caído a lo largo de la historia por causas económicas, políticas y hasta de desempeño militar, pero esta vez la coalición que mantiene al primer ministro Naftali Bennett en el poder fue puesta en jaque por un elemento «inocente» e inesperado: el jametz
El conflicto al interior de la alianza parlamentaria gobernante, que aglutina partidos de derecha a izquierda, comenzó cuando el ministro de Salud, Nitzan Horowitz, anunció la semana pasada que estará permitido el ingreso de jametz a los hospitales del país durante el próximo Pésaj.
La decisión de Horowitz, jefe del partido Meretz, de izquierda, despertó la indignación de muchos a su derecha al interior del gobierno, entre ellos a la líder parlamentaria Idit Silman, del partido Yamina, al que pertenece el primer ministro Bennett.
Silman abandonó la coalición y renunció a su cargo de «whip» en la Knesset, es decir, el legislador que se encarga de mantener la disciplina del propio bloque en las votaciones, y desbarató la mayoría con la que contaba el gobierno.
Para Silman, conocida por sus posiciones conservadoras de derecha, es imperdonable que empleados, pacientes o sus familiares puedan entrar a los sanatorios con jametz, las comidas no permitidas en las Pascuas judías.
El jametz, afirman los religiosos judíos, es la «antítesis» de la matzá
Jametz es la palabra que, en líneas generales, se usa en la religión hebrea para referirse a cualquier alimento que esté hecho de granos y agua que fermentó y leudó. Es decir que muchas comidas entre las más populares en el mundo occidental son jametz, desde el pan a las galletitas, pasando por la pizza, las pastas y la cerveza.
Todos esos productos están prohibidos durante Pésaj. En esta festividad se recuerda el apurado escape de los judíos de Egipto, que fue tan acelerado que no hubo tiempo de preparar pan para el camino: los israelitas debieron comer esas tabletas sin levadura conocidas como matzá.
Desde entonces, cuando se celebra la salida organizada por Moisés, los judíos de todo el mundo deben limpiar sus casas de jametz y consumir durante Pésaj solamente pan ázimo, la comida más simbólica de la fiesta.
Según explican los rabinos, «el jametz es la antítesis de la matzá», el pan sin levadura que se terminó convirtiendo en «el símbolo del éxodo» de Egipto y de la libertad de los judíos.
Cuando estamos en Pésaj -que este año 2022 comienza el 15 de abril al anochecer-, «además de alimentarnos exclusivamente con matzá debemos liberarnos del jametz» y del «egoísmo y la insensibilidad espiritual que representa», agregan los rabinos.
En Israel, donde muchas de las normas civiles están basadas en reglas religiosas, como la ausencia de autobuses en la mayor parte del país durante el Shabat, el jametz desaparece en gran medida durante la fiesta.
Una disolución del gobierno es ahora «más posible», dijo la prensa israelí
No hay alimentos con levadura en ningún edificio oficial ni en las escuelas, y tampoco debería haberlos en los hospitales. Sin embargo, una resolución de la Corte Suprema dictó en el 2020 que la imposición de prohibir el jametz en los hospitales va en contra de la libertad religiosa en el país.
El tribunal supremo se expidió después de numerosas quejas que surgieron sobre guardias de sanatorios que se dedicaban durante Pésaj a controlar que nadie ingresara con jametz en sus bolsos. Una especie de «policía del jametz».
Horowitz dijo que, con su anuncio, lo único que buscó es que se implemente esa orden de la Corte Suprema, sin saber que iba a hacer estallar una crisis al interior de la coalición de gobierno.
En estos días se están llevando a cabo afiebradas reuniones para ver cómo solucionar la salida de Silman del bloque oficialista, e incluso se habla que la legisladora ya habría sido tentada para que cambie de partido.
La prensa israelí afirmó que a Silman le llegó una «oferta» para pasarse al Likud, el partido del ex primer ministro Benjamin Netanyahu, quien fue desalojado del poder precisamente a manos de la alianza que formó Bennett con ese objetivo.
Un voto de desconfianza al gabinete del primer ministro y un llamado a elecciones -tal como quiere Netanyahu- es ahora «más posible» después de «la bomba de la renuncia de Silman», resumió la analista Tal Schneider.