Con cientos de miles de personas protestando en las calles contra la reforma judicial en Israel y los medios de información divididos furiosamente entre el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu y la oposición, la mayoría de los analistas señala que el país está al borde de una crisis.
Ciertamente no ayuda que, esta vez, Netanyahu llegó al poder con el apoyo de sectores que se pueden considerar de extrema derecha y hasta racista, como muestran algunas declaraciones y el pasado de ministros como Itamar Ben Gvir (Seguridad Nacional) y Bezalel Smotrich (Finanzas).
También existe el importante factor de los casos de presunta corrupción por los que está siendo investigado el propio Netanyahu. Y, por encima de todo, el «problema» de que Israel no cuenta con una Consitución y su parlamento es unicameral (no tiene Senado).
En líneas generales, el enfrentamiento político gira alrededor del sistema de controles mutuos entre los tres poderes de gobierno: judicial, ejecutivo y legislativo. Y cada sector mira este dilema con cristales de colores distintos.
En el medio de todo esto, crecen las versiones sobre empresas de alta tecnología (una de las claves de la economía nacional) dispuestas a irse del país y sobre chispazos diplomáticos con importantes aliados, como Estados Unidos, o los países vecinos con los que Israel se encuentran en paz.
El gobierno, dice Rein, quiere «aprovechar la ínfima ventaja» que obtuvo en las últimas elecciones
Mientras se desarrolla el proceso parlamentario para aprobar (o no) las leyes que impulsa la administración Netanyahu, estas son tres miradas que de alguna manera resumen las posiciones en disputa en el país.
– «La democracia liberal peligra en Israel» es el título de una columna del prestigioso profesor Raanan Rein, de la Universidad de Tel Aviv, publicada, entre otros medios, por el diario argentino Clarín.
Para Rein, «los voceros de la coalición de extrema derecha que gobierna» Israel «arremeten con una campaña propagandística que pretende instalar la idea de que no se trata de un intento de liquidar la democracia liberal, sino de introducir reformas al poder judicial que terminarán fortaleciéndolo».
La coalición que sostiene al primer ministro quiere «aprovechar la ínfima ventaja que obtuvieron en las últimas elecciones parlamentarias para cimentar una tiranía de la mayoría» y «los derechos de numerosos israelíes se encuentran ahora en un peligro claro e inminente», en especial las minorías y los ciudadanos árabes.
«Netanyahu y sus ministros menosprecian y humillan todos los símbolos consensuados de la soberanía judía: la figura del presidente», los «jueces de la Corte Suprema» y «la Declaración de la Independencia del estado de Israel».
Además, «varios de los ministros de este gobierno intentan instigar a sus bases en el terreno y arrastrar al país y a los palestinos a un enfrentamiento sangriento, para poder en ese caso convocar a la unidad nacional ante una amenaza externa, pretexto perfecto para interrumpir las protestas y la resistencia contra sus políticas».
El poder de la Corte Suprema, afirmó Marcus, es «totalmente indefendible»
– En la vereda de enfrente, el abogado Jerome Marcus, del think tank conservador Kohelet Policy Forum, que tiene su base en Jerusalén, afirmó en una columna que «un cuerpo no elegido» democráticamente, es decir, la Corte Suprema, «ejerza poder sobre todo un pueblo es simple y absolutamente intolerable. De hecho, es totalmente indefendible».
האזנה לזולת בנפש חפצה עשויה להצביע בפנינו על נקודות הדורשות תיקון | דעהhttps://t.co/grfhL5uBa5
— מעריב אונליין (@MaarivOnline) February 25, 2023
El proyecto de reforma judicial del gobierno de Israel, por otro lado, «no propone agregar asientos» a la Corte Suprema, y «por lo tanto, no permitiría al primer ministro» poner «ni un solo juez» en el máximo tribunal «en este momento».
Israel «no tiene una constitución escrita. En cambio, su Corte Suprema es una ley en sí misma. Derriba lo que quiere, cuando quiere, cuando piensa que el gobierno elegido por los votantes ha hecho algo que la mayoría de los jueces considera ‘irrazonable'».
Según Marcus, «ninguna persona seria puede negar que se necesita una reforma. Es por eso que el presidente de Israel, Itzjak Herzog, ex líder del Partido Laborista, y Natan Sharansky, que sabe un par de cosas sobre el fascismo real, apoyan la reforma».
«Ambos quieren que los divididos partidos políticos de Israel negocien un proyecto de ley de compromiso que solucione estos problemas y pueda ser apoyado por una amplia mayoría».
– Finalmente, el abogado estadounidense Alan Dershowitz, famoso tanto por su prestigio en el terreno del derecho criminal y el constitucional, y por haber defendido a personajes como Mike Tyson y Julian Assange, propuso una solución a la crisis por la reforma judicial en Israel en un artículo publicado por el Jerusalem Post.
«No se trata de la democracia, se trata de la justicia», según Dershowitz
Para empezar, escribió el mediático profesor, «la batalla actual no se trata de la democracia. Se trata de la justicia, el estado de derecho y los derechos de las minorías, que son esenciales para hacer que una democracia sea lo mejor y más justa posible».
Dershowitz se alineó con «la creencia de que la Corte Suprema ha ido demasiado lejos al afirmar su poder sobre una amplia gama de cuestiones» y dijo que «los defensores de la reforma tienen razón» en ese punto.
El máximo tribunal, señaló, «debería tener solo una autoridad limitada» sobre las grandes «cuestiones principalmente económicas y políticas» que debería controlar, en cambio, el ejecutivo.
«Los tribunales no tienen competencia especial en esas áreas, y la voluntad popular, reflejada en los legisladores electos, generalmente debe prevalecer sobre las opiniones de los jueces designados», enfatizó.
Los tribunales, dijo el abogado norteamericano, deben estar «más allá de la política y el partidismo»
Sin embargo, en sintonía con las preocupaciones de gran parte de los israelíes, el abogado aseveró que, «cuando se trata de decisiones sobre cuestiones básicas de libertades civiles, derechos humanos, derechos de las minorías», la libertad de expresión «y otros aspectos perdurables de la libertad individual, la Corte Suprema debe tener la última palabra».
Dershowitz recordó que los tribunales deben estar «más allá de la política y el partidismo» y que «una parte crucial de su trabajo es proteger los derechos de las minorías contra el poder de la mayoría».
«Esto es especialmente así porque Israel carece de los controles y equilibrios de una legislatura de dos cuerpos, una división federal de poderes, un ejecutivo independiente y una constitución escrita».
En general, Dershowitz propuso un compromiso sobre la reforma judicial en Israel que permita «la anulación legislativa de decisiones» de la Corte Suprema «que son principalmente políticas y económicas, pero no de decisiones que involucran libertades fundamentales» de los ciudadanos.