La senadora Kamala Harris, representante de California y conocida por sus posiciones pro-Israel, fue anunciada como la candidata a vicepresidente de Estados Unidos completando el ticket demócrata encabezado por Joe Biden para las elecciones de noviembre próximo
Harris, de ascendencia india y afroamericana, se casó en el 2014 con un abogado judío, Douglas Emhoff, en una ceremonia mixta durante la cual el novio cumplió con la ancestral costumbre de pisar y romper una copa de vidrio, un rito con el cual se recuerda -en medio de un momento de gran alegría- la destrucción del Templo de Jerusalén.
La candidata, quien también es abogada y nació en 1964 en la ciudad californiana de Oakland, viene de una familia de científicos, ya que su madre, Shyamala Gopalan, fue una especialista en cáncer de mama que inmigró desde la India en 1960, y su padre, Donald Harris, llegó a Estados Unidos en 1961 desde la entonces Jamaica británica y es profesor emérito de economía de la Universidad de Stanford.
En un discurso ante el lobby judío estadounidense AIPAC en el 2017, Harris se declaró favorable a una solución de dos estados para poner fin a la disputa entre israelíes y palestinos, pero aclaró que -a su juicio- «no se puede imponer una resolución a este conflicto».
La solución, afirmó, «debe ser acordada por las propias partes», una declaración que puede calmar a quienes piensan que una eventual presidencia Biden seguiría los pasos del gobierno de Barack Obama, recordado por querer, precisamente, «imponer» una resolución a las autoridades de Jerusalén.
De hecho, Harris -cuya nominación fue anunciada el martes de esta semana- fue una de las co-patrocinadoras de la resolución del Senado norteamericano que, en el 2017, criticó la decisión del entonces gobierno de Obama de permitir una condena contra Israel en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Según destacó la prensa israelí al comentar la noticia, Harris mantuvo fuertes contactos con la comunidad judía local durante sus años juveniles en San Francisco, e incluso evocó las recaudaciones de fondos para el desarrollo de Israel en los años ’60 y ’70.
«Habiendo crecido en la zona de la Bahía, recuerdo con cariño esas cajas del Fondo Nacional Judío que usábamos para recolectar donaciones para plantar árboles para Israel«, dijo en referencia a las míticas alcancías que el Keren Kayemet LeIsrael (KKL) distribuía entre las comunidades judías de todo el mundo.
«Años más tarde, cuando visité Israel por primera vez, vi los frutos de ese esfuerzo y el ingenio israelí que realmente ha hecho florecer un desierto«, completó la senadora.
En efecto, Harris visitó Israel en el 2017, y también recorrió algunos sectores de Cisjordania, adonde se entrevistó con organizaciones de mujeres palestinas.
Si bien es considerada más pro-israelí que Obama -y que Biden-, Harris es moderadamente contraria a los planes de anexión de partes de Cisjordania, pero dejó en claro que Estados Unidos no debe condicionar su ayuda a Israel a la marcha del proceso de paz con los palestinos.