«Vimos que el aceite de cannabis tiene un efecto favorable sobre los comportamientos compulsivos y ansiosos en animales modelo», señaló la estudiante de doctorado Shani Poleg, una de las encargadas del estudio
Por su parte, el profesor Daniel Offen, el otro jefe del experimento, apuntó que «el proceso habitual para probar nuevos medicamentos implica la investigación en placas de Petri, seguida de modelos animales y finalmente un estudio clínico en humanos».
En cambio, con el cannabis medicinal el proceso se invirtió, añadió el académico: «los tratamientos comenzaron en humanos», destacó.
«Dado que el cannabis no se define como un medicamento, ya se realizaron ensayos en niños y adolescentes con autismo sin ningún estudio preliminar«, advirtió Offen.
Esos estudios -dijo- deberían analizar cuestiones como el efecto del cannabis en los procesos bioquímicos en el cerebro, el líquido cefalorraquídeo o la sangre, y quién puede beneficiarse de qué tipo de aceite.
«Existe una gran cantidad de información errónea sobre el tema del cannabis medicinal y el autismo», subrayó Offen.
«Esperamos que a través de nuestra investigación básica podamos mejorar los tratamientos clínicos»
Para entender mejor los alcances del estudio, el reporte de la universidad israelí recordó que el autismo es una enfermedad del neurodesarrollo y sus principales síntomas son ciertas «deficiencias» sociales y las conductas compulsivas.
Los casos varían de leves a graves y las causas son tanto genéticas como ambientales. En aproximadamente el 1 por ciento de todos los casos de autismo, se asocia una mutación en un solo gen, llamado Shank3.
En este experimento, los investigadores utilizaron modelos animales con una mutación en Shank3 para probar la eficacia del aceite de cannabis para aliviar los síntomas del autismo.
«Según la teoría predominante, el autismo implica una sobreactivación del cerebro que provoca un comportamiento compulsivo», comentó Poleg.
«En el laboratorio -describió-, además de los resultados conductuales, vimos una disminución significativa en la concentración del neurotransmisor glutamato en el líquido cefalorraquídeo, lo que puede explicar la reducción de los síntomas conductuales».
«Por supuesto, este es un estudio inicial -concluyó Poleg-, pero esperamos que a través de nuestra investigación básica podamos mejorar los tratamientos clínicos» para las personas con autismo.
Los detalles y resultados del estudio se pueden consultar, en inglés, haciendo click aquí.
