Investigadores de la Universidad de Tel Aviv desarrollaron un sustituto biológico para el tratamiento de la tuberculosis, que en el futuro podría servir como una alternativa a la tradicional terapia con antibióticos químicos
El grupo de científicos -encabezado por la doctora Natalia Freund y la investigadora Avia Waston, de la Facultad de Medicina Sackler de la universidad- logró aislar anticuerpos monoclonales, los que obstaculizaron el crecimiento de gérmenes de tuberculosis en ratones de laboratorio.
Los anticuerpos, precisaron los expertos, se aislaron de un paciente que había sucumbido a la tuberculosis activa pero que desde entonces se había recuperado.
Según la universidad, esta es la primera vez en la historia que investigadores logran desarrollar un «antibiótico biológico» y demostrar que los anticuerpos monoclonales humanos pueden actuar como un sustituto de los antibióticos químicos tradicionales y proteger a los ratones del desafío bacteriano patógeno.
«Los antibióticos, que son muy eficaces y con una buena relación costo/beneficio, han sido durante los últimos años nuestra única arma contra las infecciones bacterianas», señaló la doctora Freund.
Sin embargo, advirtió, «los antibióticos son cada vez menos eficaces y, en los principales casos de farmacorresistencia, los médicos tienen las manos vacías a la hora de encontrar una solución adecuada para sus pacientes».
Freund enfatizó que, por eso, «se necesitan con urgencia nuevas formas de matar las bacterias». La doctora israelí señaló que los avances en la medicina biológica están permitiendo «eliminar los gérmenes» con terapias que «no se basan únicamente en antibióticos y, por lo tanto, permiten una solución al desafío» de la farmacorresistencia.
«Nuestro estudio es una prueba inicial del concepto del empleo de anticuerpos monoclonales (derivados de células individuales) como una terapia eficaz para combatir patógenos bacterianos», añadió.
En vista del éxito del estudio, el equipo está investigando la posibilidad de extender el sustituto «biológico» de los antibióticos para incluir otras enfermedades.
«El modelo, que demostró ser exitoso en este estudio, nos permitirá ampliar nuestro trabajo futuro para incluir otras enfermedades como la neumonía y las infecciones por estafilococos», concluyó Freund.
Se trata de un camino esperanzador frente al creciente problema de la resistencia a los antibióticos, que durante el último siglo han servido como tratamiento principal contra los gérmenes, siendo a la vez eficaces y baratos.
Los antibióticos son agentes químicos diseñados para bloquear y destruir células específicas, como las microbianas. Sin embargo, dado que algunos mecanismos biológicos son comunes tanto a las células humanas como a las microbianas, la gama de antibióticos que pueden usarse de forma segura sin dañar al paciente es limitada.
Por ejemplo, los componentes de la pared celular de muchas cepas de microbios son comunes a las células humanas. Por lo tanto, cualquier daño causado a las paredes de las células microbianas puede provocar daños importantes en los sistemas corporales de los pacientes.
El estudio fue publicado en la revista especializada Nature Communications y se puede leer, en inglés, haciendo click aquí.