Los bañistas, que son miles y miles en un país como Israel con bellas playas, conocen muy bien la experiencia de pasar horas bajo el sol, volver a casa y notar recién horas después que su piel cambió de color.
Un nuevo estudio de la Universidad de Tel Aviv descubrió la ciencia detrás de ese misterio: por qué el proceso de bronceado del cuerpo no ocurre inmediatamente después de la exposición al sol, sino solo después de unas pocas horas o incluso días.
Los hallazgos de la investigación revelaron el mecanismo de este fenómeno. Es que la respuesta inicial del cuerpo es priorizar la reparación del daño del ADN en las células de la piel, lo que inhibe el mecanismo responsable de la pigmentación de la piel, comúnmente conocido como bronceado.
«Disponemos de dos mecanismos diseñados para proteger la piel de la exposición a las peligrosas radiaciones UV», explicó el estudiante de doctorado Nadav Elkoshi, quien lideró el estudio junto a la profesora Carmit Levy, del Departamento de Genética Molecular Humana y Bioquímica de la Facultad de Medicina de la universidad israelí.
El primer mecanismo -continuó Elkoshi- repara el ADN de las células de la piel dañadas por la radiación, mientras que el segundo implica una mayor producción de melanina, que oscurece la piel para protegerla de futuras exposiciones a la radiación.
Pero, ¿por qué el fenómeno del bronceado no ocurre inmediatamente cuando el cuerpo se expone al sol, sino solo después? «Resulta que el mecanismo que repara nuestro ADN tiene prioridad sobre todos los demás sistemas» de las células, «inhibiendo temporalmente el mecanismo de pigmentación», explicó el investigador.
Protección frente a las mutaciones
«Solo después de que las células reparan la información genética lo mejor que pueden -precisó-, comienzan a producir el aumento de melanina».
Según mostró el estudio, cuyos resultados fueron publicados en la revista especializada Journal of Investigative Dermatology, «la información genética debe estar protegida de mutaciones», por lo que el mecanismo de reparación «tiene prioridad» durante la exposición al sol, apuntó Levy.
La profesora dijo que este mecanismo molecular es útil «como base para futuras investigaciones que puedan conducir a tratamientos innovadores» para una máxima protección de la piel «contra el daño por radiación y, a la larga, puede incluso contribuir a la prevención del cáncer de piel«.