Científicos del Instituto Weizmann, de Israel, descubrieron que ciertos medicamentos, desarrollados para tratar otras enfermedades, podrían tener efecto en cortar el proceso que genera el dolor crónico, un problema que aflige a alrededor de un cuarto de la población mundial
A diferencia del dolor agudo -como puede ser la sensación después de golpearse el dedo con un martillo-, es posible que el dolor crónico ni siquiera tenga una causa clara, y puede persistir durante años o toda la vida, explicaron desde el Weizmann.
Las consecuencias del dolor crónico «incluyen daños a la salud física y mental, menor productividad y adicción a las drogas», agregaron desde el instituto, que tiene su base en Rehovot, unos 20 kilómetros al sur de Tel Aviv.
Según explican los expertos, el dolor comienza en las neuronas sensoriales, aquellas que transmiten información de la piel al sistema nervioso central. El daño a estas neuronas, las lesiones crónicas o las enfermedades pueden hacer que entren en «corto circuito» y envíen mensajes de dolor continuos.
El profesor Mike Fainzilber, del Departamento de Ciencias Biomoleculares del Weizmann, investiga moléculas que regulan las actividades de «mensajería» biomolecular que tienen lugar dentro de estas células nerviosas.
Estas moléculas, conocidas como «importinas», se encuentran en todas las células, actuando como conductos entre el núcleo celular y su citoplasma, transportando moléculas dentro y fuera del núcleo y controlando así el acceso a los genes.
Los investigadores recordaron que este papel adquiere un significado especial en las células nerviosas periféricas, con sus cuerpos largos y delgados en los que los «mensajes moleculares» pueden tardar horas en llegar desde las terminaciones nerviosas hasta los núcleos celulares.
Algunos de las «importinas» que Fainzilber y su equipo identificaron transmiten, por ejemplo, mensajes sobre lesiones en el cuerpo de la célula nerviosa, iniciando mecanismos de «reparación».
Como parte del estudio, los científicos descubrieron que una «importina» en particular, la conocida como alfa-3, es la única implicada en el control de las vías del dolor.
Aplicando virus especializados en ratones de laboratorio como herramientas para «desactivar» la alfa-3, los científicos descubrieron que los roedores tuvieron respuestas al dolor crónico mucho menores que aquellos a los que no se incluyó en la prueba.
«Esto sugiere que bloquear la actividad de la importina alfa-3 podría ser especialmente adecuado para prevenir el dolor crónico duradero«, señalaron desde el instituto israelí.
El siguiente paso fue consultar el banco de datos del Broad Institute de Massachusetts, en Estados Unidos, para identificar drogas que puedan actuar sobre el alfa-3, y allí encontraron treinta de ese tipo.
Casi dos tercios de las drogas que identificaron en el banco de datos norteamericano no estaban asociados con el alivio del dolor. El equipo eligió dos, uno un fármaco cardiotónico y el otro un antibiótico, y los volvió a probar en ratones.
La inyección de estos compuestos, descubrieron los investigadores, proporcionó un alivio de los síntomas del dolor neuropático en los ratones del laboratorio.
Ahora se podrían realizar ensayos clínicos sobre dolor crónico «en un futuro próximo, ya que estos compuestos ya han demostrado ser seguros en humanos», dijo la doctora Letizia Marvaldi, parte del equipo científico.
«Estamos en condiciones de realizar pruebas de detección de moléculas de fármacos nuevas y mejores que puedan apuntar con precisión a esta cadena de eventos en las neuronas sensoriales», señaló por su lado el profesor Fainzilber.
Los resultados del estudio de los investigadores del Weizmann fueron publicados en la revista especializada Science, y se pueden consultar -en ingles- haciendo click aquí.