Investigadores del Instituto Weizmann, una de las más prestigiosas universidades de Israel y del mundo, encontraron un método para detectar con mejores chances el esquivo cáncer de páncreas.
Este tipo de cáncer es difícil de detectar, en parte porque el páncreas se encuentra ubicado profundamente en la cavidad abdominal, en una posición que puede variar de persona a persona.
Por lo tanto, los tumores de páncreas pueden permanecer ocultos hasta que sea demasiado tarde para recibir tratamiento.
Para ayudar a enfrentar este problema, los investigadores del Weizmann demostraron que un enfoque emergente de imágenes por resonancia magnética (MRI, por su sigla en inglés) puede hacer que los tumores de páncreas «se iluminen» en esas tomografías.
De manera similar a las pruebas de tolerancia a la glucosa, que pueden indicar la aparición de diabetes midiendo cómo el cuerpo digiere el azúcar, el nuevo método de resonancia magnética rastrea cómo las células «comen» (es decir, metabolizan) la glucosa.
Con ayuda del deuterio
Para desarrollar el novedoso método de resonancia magnética, los científicos utilizaron una glucosa químicamente alterada que contiene un isótopo estable de hidrógeno llamado deuterio.
Antes del experimento, esa glucosa alterada se inyectó en el torrente sanguíneo de ratones de laboratorio con cáncer de páncreas.
Las tomografías tradicionales, explicó el profesor Lucio Frydman, «no logran detectar tumores de páncreas porque, incluso cuando se agregan agentes de contraste externos, la exploración no es lo suficientemente específica como para resaltar la presencia y ubicación» del tumor.
Frydman, uno de los líderes de la investigación, destacó que los médicos «no pueden ver el tumor hasta que el paciente siente sus efectos.
Incluso cuando la exploración indica una anomalía, a menudo no se puede distinguir de una inflamación o un quiste benigno».
Para contrarrestar esta escasez de métodos de diagnóstico, Frydman y su equipo se propusieron descubrir nuevas «marcas» de cáncer de páncreas usando resonancias magnéticas que mapean las diferentes formas en que los tejidos normales y cancerosos metabolizan la glucosa.
«Comiendo» glucosa
En las células sanas, indicó, el «producto final» de la digestión de la glucosa es el CO2, el gas que exhalamos al respirar. Pero también se sabe que las células cancerosas no «comen» la glucosa de manera «completa».
Al contrario, continuó el profesor israelí, en ese caso la digestión de la glucosa se detiene en un punto intermedio para producir lactato, una molécula que se cree que desempeña un papel importante en la división y proliferación de las células cancerosas.
Frydman apuntó que detenerse en ese punto medio de la digestión de la glucosa hace que las células cancerosas produzcan menos energía que las células normales.
Sin embargo, ese estilo de «alimentación» da a las células cancerosas una ventaja de supervivencia: la presencia de lactato las ayuda enormemente a multiplicarse y destruir los tejidos circundantes.
Un nuevo horizonte
«Nuestro objetivo era utilizar ese hecho, junto con la resonancia magnética, para revelar los lugares específicos donde se produce el lactato, identificando así la presencia y ubicación de células cancerosas y tumores», remarcó.
Utilizando los deuterios (una forma no radiactiva de hidrógeno) y aplicando un innovador sistema de procesamiento de imágenes, los científicos del Weizmann lograron su objetivo.
En efecto, incluso bajas concentraciones de lactato «deuterado» produjeron imágenes escaneadas en las que las regiones brillantemente iluminadas mostraban tumores de tamaño milimétrico.
Si bien enfatizó que el experimento se realizó en ratones de laboratorio y que los hallazgos deben confirmarse en pacientes humanos, Frydman dijo que el MRI con deuterio ofrece un nuevo horizonte para una detección temprana y mejorada del cáncer de páncreas.